En la vida de los pueblos, como en la de las personas, se presentan oportunidades que si no se aprovechan inmediatamente terminan perdiéndose; y creemos que eso es lo que le está sucediendo a Zapatoca, reconocida en la 25° Asamblea de la Organización Mundial del Turismo como una de las mejores villas para el turismo en Colombia, selección que se hizo entre 260 candidatas de 60 países.
La verdad lo es; lo que nunca ha tenido son administraciones que lo entiendan y sobre todo capaces de dimensionar cómo se pueden lograr desarrollos económicos, especialmente de esos que se irradian a todos aquellos emprendedores que sepan entender el momento que se les presenta.
Recuerdo que cuando le preguntaba a mi madre de qué vivían las gentes en Zapatoca ella decía “de la providencia divina”; pues bien, esta situación está cambiando por el turismo que ha venido surgiendo gracias a que es un pueblo encantador, no solo por sus paisajes y su clima, sino especialmente por el calor humano de sus gentes.
Ese reconocimiento debe convertirse en una invitación para que vengan a conocerlo; hay que aprovechar la ocasión para impulsar el turismo, pero se necesita que el gobierno de turno entienda cómo se generan esos desarrollos y se asesore de personas que sepan hacerlo para beneficio de todos en general.
Hay que organizar el pueblito en temas como la movilidad, mejorar las vías y en general adornarlo, es decir, volverlo mas bonito de lo que ya es; para ello hay que buscar a quienes saben hacerlo con técnica más que con buena voluntad, pero se necesita el apoyo de la municipalidad, pues si ella no se pellizca se habrá desaprovechado la mejor oportunidad en mucho tiempo.
Por todo esto señor alcalde, pase usted a la historia como la autoridad que entendió la ocasión, la aprovechó e hizo crecer su municipio; seguramente algún día se lo agradecerán y eso es mucho mejor a que se lo tengan que reclamar.
Es el momento del futuro económico y social de Zapatoca; por eso no dejemos perder la ocasión para hacer de este rincón del país, un polo de desarrollo y una fuente de prosperidad para sus habitantes como lo han hecho regiones tales como Villa de Leyva y aquí no más nuestro vecino Barichara.
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