Definitivamente se ha implementado en la sociedad moderna algo que podríamos llamar “la cultura del ruido” que consiste fundamentalmente en utilizar los agentes que lo producen en todos los momentos, sitios y ocasiones en los que se reúnen las personas.

Vaya usted a cualquier sitio público y encontrará que se trasmite la música por los sistemas de sonido con la característica básica de ponerla a unos volúmenes que no guardan proporción ni con el sitio ni con la ocasión.

Ejemplos a montón: los centros comerciales aplican la música para ambientar con volúmenes desmedidos y una selección musical poco adecuada.

Acuda a una reunión de amigos o a una fiesta privada y vaya preparado porque encontrará la música a todo volumen, lo cual, en la mayoría de los casos, hace imposible conversar y si lo intentamos amaneceremos afónicos producto del esfuerzo que se hace para podernos oír.

Y no se diga nada de los sitios de rumba; allí los disc-jockey parece que hubieran perdido totalmente el oído y para saber lo que tienen que hacer deben poner los equipos a un volumen tal que las vibraciones que producen los bajos hacen que, si usted no agarra con fuerza el vaso de su bebida, éste podrá caerse de la mesa por la trepidación que éstos producen.

Si usted, buscando un agradable plan de almorzar en familia concurre a un restaurante, el escándalo musical que se encuentra es alarmante, como sucede por ejemplo en los sitios que quedan alrededor del aeropuerto, en donde cada local tiene su propio equipo y reproduce sus propias canciones, especialmente de aquellas que parece que al cantante le estuviesen extrayendo las amígdalas sin anestesia, tanto que el sonido del bajo se oye a metros de distancia y cuando preguntamos quién define la música, una niña de no más de 20 años dijo que era ella y que a su gusto no le podían bajar el volumen porque así se sentía mejor.

Lo cierto es que ir a un almacén a comprar, por ejemplo, zapatos y tener que decir que le bajen a la música para poder oír al vendedor, es algo que solo representa una muestra clara del irrespeto al cual nos someten los amantes del ruido.

Nos hace falta mucha cultura para superar la incultura del ruido.

QOSHE - Opinion La cultura del ruido - Eduardo Pilonieta Pinilla
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Opinion La cultura del ruido

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15.03.2024

Definitivamente se ha implementado en la sociedad moderna algo que podríamos llamar “la cultura del ruido” que consiste fundamentalmente en utilizar los agentes que lo producen en todos los momentos, sitios y ocasiones en los que se reúnen las personas.

Vaya usted a cualquier sitio público y encontrará que se trasmite la música por los sistemas de sonido con la característica básica de ponerla a unos volúmenes que no guardan proporción ni con el sitio ni con la ocasión.

Ejemplos a montón: los centros comerciales aplican la música........

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