Recientemente el mundo académico global ha sido testigo de intensos debates, destacándose la controversia en la Universidad de Pensilvania en donde su presidenta, Elizabeth Magill, se vio obligada a renunciar tras una polémica sobre antisemitismo y el conflicto entre Israel y Hamas. La discusión nace con su respuesta ante el Congreso de los Estados Unidos, calificando el genocidio de los judíos como “dependiente del contexto”, que intensificó el ya polarizado ambiente en una de las universidades más antiguas de Estados Unidos. Su respuesta generó la indignación de alumnos y exalumnos hasta que varios de sus donantes amenazaron con retirar donaciones por más de 100 millones de dólares si Magill no renunciaba. Este tipo de mensajes se ha extendido a otras instituciones, inclusive Harvard, en donde también se piden responsables de cara al rol que tienen estas instituciones en la sociedad. Pero ¿Cómo se relaciona esto con nosotros?

En Colombia, aunque las universidades no enfrentan este mismo tipo de presiones por donaciones externas, su papel en el pensamiento crítico y el debate social es crucial. Una pequeña muestra de su rol, reflejando los desafíos y cambios sociales exigidos de esta era, pueden ser el movimiento estudiantil Séptima Papeleta que terminó en una nueva constitución, hasta las recientes movilizaciones, convertidas por otros en violentas protestas, que propulsaron un primer gobierno de izquierda en Colombia.

La responsabilidad de las universidades hacia los estudiantes y la sociedad incluye fomentar un ambiente de aprendizaje libre y abierto, promover el pensamiento crítico, y participar en debates públicos de manera equilibrada y ética. En este contexto, el papel de las instituciones de educación superior se extiende más allá de las aulas. Ellas deben actuar como catalizadoras del cambio social, alentando a los estudiantes a participar activamente en la sociedad y a abordar desafíos contemporáneos siempre basándose en el respeto por el otro y por supuesto la no violencia.

Los cambios estructurales que vivimos transformarán el país en poco tiempo. Desde pensiones hasta consumo de drogas ¿Qué rol asumirá la juventud, futuro del país?