La elección del próximo presidente de Colombia conlleva una responsabilidad monumental: iniciar un plan exhaustivo para recuperar la seguridad nacional. Este plan debe comenzar por fortalecer nuestras fuerzas públicas para prevenir un colapso total.

Colombia hoy está sumida en una crisis de seguridad de proporciones alarmantes. Bajo la administración del presidente Petro se han registrado 136 masacres y más de 13.500 homicidios solo en el año 2023, acompañados de 286 casos de secuestro en el mismo año. Este escenario sombrío se extiende desde las ciudades asoladas por una escalada en los índices de homicidios y robos, hasta vastas áreas del territorio nacional ahora bajo el control de poderosas organizaciones delictivas. La eficacia de nuestras fuerzas militares ha disminuido debido a decisiones cuestionables como la salida masiva de generales y coroneles experimentados. Esta situación ha dejado un vacío llenado por oficiales potencialmente competentes pero carentes de la experiencia crítica que solo se adquiere en el campo de batalla. Este déficit de experiencia ofrece una clara ventaja a los grupos criminales.

Además, la falta de mantenimiento de equipos esenciales, especialmente aquellos destinados al transporte aéreo como aviones y helicópteros, compromete nuestra capacidad de apoyo a las tropas, movilidad de efectivos y materiales. Equipos obsoletos y sin mantenimiento dan una ventaja táctica a los grupos narcoterroristas.

La suspensión de operativos contra grupos incluidos en el proceso de ‘paz total’ ha proporcionado a estos una oportunidad para reorganizarse, entrenar, reclutar y fortalecerse. A esto se suma el incremento descontrolado de cultivos ilícitos por la falta de fumigación, y erradicación alimentando así el narcotráfico y la violencia asociada.

Para el 2026, será imperativo implementar medidas urgentes que restablezcan la moral y la capacidad operativa de nuestras tropas. La inversión en tecnología, incluido el uso de drones y sistemas de vigilancia avanzados, mejorará el control territorial y la eficacia en la respuesta a incidentes. Se requiere un control territorial efectivo que garantice presencia y respuestas rápidas en todas las regiones, particularmente en zonas rurales.

Es fundamental mejorar la movilidad de las tropas mediante la rehabilitación y adquisición de helicópteros, aviones y otros recursos, elevando así nuestra capacidad de respuesta. Combatir el lavado de dinero mediante la restricción de transacciones en efectivo cortará fuentes de financiamiento de actividades ilícitas.

Para recuperar la confianza ciudadana es crucial implementar medidas de transparencia y rendición de cuentas, involucrando a la comunidad en la estrategia de seguridad. Se deberá nombrar un Ministro de Defensa y comandantes de las fuerzas militares comprometidos con Colombia, dedicados a recuperar la seguridad y cada centímetro de nuestro territorio.

La perspectiva de un Armagedón en Colombia no es meramente simbólica; es una posibilidad tangible si no se implementan medidas urgentes y decisivas para revertir la actual crisis de seguridad. Sin una acción inmediata, el país podría descender al caos, marcando el comienzo de un colapso total.