Las consecuencias peligrosas de la alteración del clima, quedaron tristemente reflejadas en lo sucedido este año en Chile y en Colombia. El mundo presenció lo sucedido en el país austral: el fuego destruyó el 34% de la superficie de la ciudad de Villa del Mar, llevándose por delante 10.000 hogares. Esta tragedia es una muestra más de lo catastrófico que puede seguir ocurriendo en la vida planetaria, de continuar el maltrato dado por el hombre a la Tierra, su único hogar en el universo.

En nuestro país, los pronósticos del fenómeno de El Niño y sus efectos nocivos, han sido confirmados a lo largo y ancho del territorio nacional, con preocupantes manifestaciones.

Las altas temperaturas se han traducido en incendios forestales con graves secuelas por la destrucción de amplias extensiones de bosques y páramos, incluyendo la quema de vegetación como los frailejones, planta esencial para la generación del agua alimentadora de ríos y quebradas. Igualmente, han originado una alarmante sequía reflejada en la drástica disminución de las fuentes hídricas de los acueductos de las diferentes poblaciones.

Frente al nivel del río Magdalena, el gobernador del Atlántico informaba a través de medios radiales a comienzos de febrero, sobre las mediciones efectuadas en la estación de San Pedrito ubicando la altura del cuerpo del agua en 1,96 metros, profundidad inferior a la presentada un año atrás (5 metros) y, lo más preocupante, con perspectivas de disminuir aún más para finales del mes.

En la evaluación de la actual emergencia realizada a finales de enero por el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, el Ideam informó el mapa de riesgo por desabastecimiento de agua y los déficits en las futuras lluvias.

En este contexto, y de manera prudente, el Gobierno Nacional a través de la Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA) produjo la Resolución No.039 (26-01-24) dando inicio a las medidas tendientes a desincentivar el consumo excesivo de agua potable, aplicables en todo el territorio nacional y traducidas en un mayor pago por el exceso utilizado.

Por su parte, la Policía ha aumentado sus equipos aéreos con aviones de fumigación adecuados para dispensar agua en el control de nuevas conflagraciones.

Para enfrentar la situación, además de los esfuerzos del sector público, se requiere la participación de toda la población, con un compromiso real, en una cruzada por el ahorro y protección del agua y por la construcción de una mayor conciencia acerca del urgente cambio de las costumbres en el trato del medio ambiente, involucrando estrategias diarias en los campos, veredas y ciudades y a nivel de oficinas, fábricas, colegios y hogares. Sólo así se podrá paliar el impacto de las perspectivas climáticas de los próximos meses.

Gustavo Humberto Cote Peña

Exdirector General de la Dian.
gcote@globbal.co