¿Qué pasaría si las personas pudieran robar, engañar, mentir, chantajear — a troche y moche– frecuente e impunemente y violar cualquier ley o norma moral establecida sin ser vistas, censuradas y castigadas? ¿Seguirían estas personas teniendo razones para seguir actuando «según ley y según fuero» correcta, moral y legalmente?

La historia del «Anillo de Giges», presentada en el Libro II de «La República» de Platón(387a.C) nos plantea un dilema ético bastante interesante y que podemos trasladar y aplicar a la persona de Pedro Sánchez.
Dicha historia es presentada a través de una conversación entre Sócrates y Glaucón, el hermano de Platón. Allí, ambos filósofos están discutiendo sobre la noción de justicia y muestran dos posturas contrarias en torno a la misma.

Sócrates, por un lado, defiende que esta es un bien en sí mismo y que las personas justas siempre actuarán conforme a ella. En cambio, su interlocutor afirma lo contrario y asume que la justicia solo es una medida útil para garantizar la igualdad en la sociedad; por lo tanto, cualquiera que tenga la oportunidad cometer injusticias sin ser castigado, lo hará sin pensarlo.

(…) «Giges era un humilde pastor griego que servía a Creso, rey de Lidia. Un día pastoreando a a su rebaño en el campo, notó que había una grieta–en la tierra de varios metros de profundidad– causada por un terremoto.
Asombrado por tal hallazgo, Gigues descendió por ella y en el fondo encontró, entre otras cosas maravillosas, un caballo de bronce hueco que tenía en su interior un cadáver de talla superior a la humana. El cadáver estaba desnudo y tenía un anillo de oro en uno de sus dedos.

Giges lo cogió y se fue. Más tarde, descubrió por casualidad que, si giraba la piedra preciosa del anillo hacia el lado interior del dedo, era capaz de volverse invisible. Viendo que el anillo tenía tal poder, se hizo incluir entre los pastores que habían de ir a rendir cuentas al rey. Al llegar a palacio, sedujo a la reina y con su ayuda se deshizo del rey, apoderándose así del trono».

Tras su lectura, son dos las preguntas que se plantean: ¿las personas somos buenas y justas por naturaleza? ¿O actuamos correctamente por temor a ser castigados?
Tras leer en repetidas ocasiones este mitológico y filosófico relato platónico más dudas me vienen sobre ¿cuál es el protector talismán, el portentoso anillo o el poderoso hechizo que protege a Pedro Sánchez? Es muy difícil creer que no tenga un «anillo» mágico– como el del pastor Gigues que sea capaz de convertir en invisible su persona y sus obras– o , por el contrario, no posea cualquiera de los regalos que los dioses le hicieron a Perseo, por ser hijo de Zeus. ¿Tal vez se trata del casco de Hades que lo hacía invisible ? ¿La hoz afilada y las sandalias aladas de Hermes? O, por el contrario ¿se trata del brillante y pulido escudo, regalo de Atenea, junto con la bolsa de piel de perro para transportar la cabeza recién decapitada de la terrible Medusa…?

Algo de esto tiene que ser. O quizá sea todo a la vez. Ya que, aunque se trate del mismísimo presidente Sánchez y de una ideologia política que –después de tantos pactos contra natura, «cambios de opinión» (que no mentiras), de chantajes anticonstitucionales, de los continuos y virales insultos y agresivos desaires a los grupos parlamentarios de la oposición– ya no sabemos ni cuál es ni dónde está ni dónde se encuadra.

Posiblemente todas las dádivas divinas de Perseo y el mágico anillo de Gigues — en el caso del presidente Sánchez– se concentren en tres pilares: el primero, en la labor mediática de los medios de comunicación e información interesadamente afines y muy favorables a su persona y a su gestión política; el segundo, en los continuos anticonstitucionales pactos con los partidos de las izquierdas separatistas, independentistas y golpistas, cuyo único fin es la destrucción de España –dando un paso más para situarnos en el principio del fin de nuestra democracia– rompiendo las reglas de la Constitución de 1978 y haciendo saltar por los aires el Estado de Derecho.

El tercero, se trataría de la irracionalidad y el ingenuo empecinamiento de la mayoría de sus votantes, pues, haga lo que haga el Gobierno socialista de Sanchez, siempre lo van a justificar y, seguirán echándole la culpa –como es la norma habitual de la casa– a la rancia y antisocial derecha del PP de Feijóo y a la ultraderecha de Abascal y sus respectivos votantes.
El cuarto y último, sería su peculiar y autárquica forma de gobernar a base de «Reales Decretos- Ley». Estos solo deberían usarse para resolver circunstancias muy especiales, extraordinarias y de urgente necesidad y utilidad nacional.
Lo normal en cualquier gobierno que se precie de democrático es que se legisle pensando en el bien común y en sus sociales, políticas, económicas y juridicas necesidades –y no mirándose el ombligo, en beneficio propio y en el de su propio grupo politico aunque este a él le importa un bledo– con «Reales Decretos» para dictar los reglamentos más importantes que desarrollan las leyes con intervención de las Cortes Generales.

De no contar con la ayuda de estos cuatro divinos talismanes o mágicos anillos que a su poseedor le convierten todas sus fechorías políticas– bajo la forma de desmanes, aranas, felonias, chantajes, deslealtades, tropelías y el resto de sus prolíficas manifestaciones derivadas de su prepotencia y autárquia– en invisibles a los ojos de sus votantes, de sus compañeros de partido y de sus ambiciosos compañeros de coalición política. ¡Esos son sus mágicos y protectores talismanes!
Tanto su vida, como su gestión política, su falta de ética, de honor de credibilidad, de rectitud de conciencia y su total ausencia de honestidad y de moralidad, quedarían todas visibles a los ojos de la ciudadanía y, sin duda alguna, Pedro Sánchez, no seguiría durmiendo en su nuevo colchón monclovita ni veraneando en las reales mansiones y egregios palacetes y, mucho menos, «falconeando» a tutiplen — y por todo el morro– a todo lo largo y ancho de su particular y «wonderfoul» mundo de Yupi y, sobretodo, no se sentiría como el «invictus praesidens» cuya mesiánica misión es la destrucción de España para así «salvarla» de sí misma y de las antisociales y fascistas amenazas del PP.

Esta ha sido–hasta ahora– la tónica general de la pseudo «progresista» y «feminista» política de su Gobierno y de sus «democráticos» y oportunistas coaligados que ya llevan mucho tiempo intentando deteriorar cada vez más el institucional «Estado de Derecho» con una constante labor de zapa para desprestigiar» la función judicial.

No se «enteran» que existe una ley de amnistía y cualquiera que sea la trampa o el encaje constitucional que se pretenda buscar, no es admisible en la Constitución Española de 1978 que se fundamenta –entre otros valores– en la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho (todas con mayúsculas).

Además –como representante del «poder ejecutivo»– no le interesa recordar que «la Ley de amnistía» pone en entredicho la labor de los jueces españoles– el «poder judicial»– encargados de aplicar las leyes ordinarias elaboradas democráticamente por las Cortes Generales –el «poder legislativo»–.

Por si sí, o por si no, todos a una deberíamos implorar a los dioses que le retiren a Sánchez esos «mágicos poderes» e incluso que le despojen del mítico anillo de «Gigues» para que no pueda seguir siendo invisible y, sí poder ser juzgado y castigado penalmente cuando transgreda la Constitución y las leyes legalmente establecidas en nuestro Código Penal.

Pedro Manuel Hernández López, Médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex Senador por Murcia.

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«¿Tiene Sánchez un anillo mágico, como el de «Gigues», para hacer invisibles todas sus felonías y aranas políticas?»

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23.01.2024

¿Qué pasaría si las personas pudieran robar, engañar, mentir, chantajear — a troche y moche– frecuente e impunemente y violar cualquier ley o norma moral establecida sin ser vistas, censuradas y castigadas? ¿Seguirían estas personas teniendo razones para seguir actuando «según ley y según fuero» correcta, moral y legalmente?

La historia del «Anillo de Giges», presentada en el Libro II de «La República» de Platón(387a.C) nos plantea un dilema ético bastante interesante y que podemos trasladar y aplicar a la persona de Pedro Sánchez.
Dicha historia es presentada a través de una conversación entre Sócrates y Glaucón, el hermano de Platón. Allí, ambos filósofos están discutiendo sobre la noción de justicia y muestran dos posturas contrarias en torno a la misma.

Sócrates, por un lado, defiende que esta es un bien en sí mismo y que las personas justas siempre actuarán conforme a ella. En cambio, su interlocutor afirma lo contrario y asume que la justicia solo es una medida útil para garantizar la igualdad en la sociedad; por lo tanto, cualquiera que tenga la oportunidad cometer injusticias sin ser castigado, lo hará sin pensarlo.

(…) «Giges era un humilde pastor griego que servía a Creso, rey de Lidia. Un día pastoreando a a su rebaño en el campo, notó que había una grieta–en la tierra de varios metros de profundidad– causada por un terremoto.
Asombrado por tal hallazgo, Gigues descendió por ella y en el fondo encontró, entre otras cosas maravillosas, un caballo de bronce hueco que tenía en su interior un cadáver de talla superior a la humana. El cadáver estaba desnudo y tenía un anillo de oro en uno de sus dedos.

Giges lo cogió y se fue. Más tarde, descubrió por casualidad que, si giraba la piedra preciosa del anillo hacia el lado interior del dedo, era capaz de volverse invisible. Viendo que el anillo tenía tal poder, se hizo incluir entre los pastores que habían de ir a rendir........

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