¿Les suena este título? Estoy seguro que a la mayoría de los lectores les evoca el grato recuerdo de un magnífico «westerm de cawboys» de época y que en su momento marcó tendencia e historia en las películas del viejo oeste americano. Me imagino que a muchos les ha pasado como a mí. No solo la vimos en nuestra ya pasada y añorada juventud sino que, además el tiempo, las filmotecas y, más recientemente las modernas plataformas digitales nos han brindado la oportunidad de volver a visionarla y disfrutar con la historia de Rose Ceeck– ese pequeño y fronterizo pueblito mejicano de agricultores– con la banda de forajidos y, cómo no, con sus altruistas y defensores «gunmen» a las órdenes de un magnífico Yul Brynner, en el papel estelar del pistolero «Chris Adams»– jefe de los seis restantes pistoleros– a sueldo para defender a los humildes agricultores mexicanos de los continuos ataques de la banda de forajidos americanos capitaneados por el malvado «Calvera» (Eli Wallach).

«The Magnificent Seven»( «Los siete magníficos») es una película estadounidense que se estrenó el 23 de octubre de 1960, dirigida por John Sturges, con Yul Brynner y Eli Wallach en los principales y estelares papeles del western. Su argumento se basó en el film «Los siete samuráis», de Akira Kurosawa y la melodía principal de su banda original compuesta por el gran Elmer Bernstein –cuya vida ha sido llevada este este año magníficamente a la gran pantalla por su director Bradley Cooper que, haciendo un magnifico «doblete», dirige e interpreta a su vez, el papel del gran maestro y compositor Bernstein y, que está propuesta este año a los Óscares de Hollywood– fue el principal distintivo de la película.

Como se imaginan y habrán supuesto bien, la idea de este artículo no es escribir sobre el archivisionado y recordado western » Los Siete Magníficos» sino, como ya habrán adivinado –entre sorpresa y escepticismo– que se trata solo de una forma sutil y personal de entrar en el grave problema político que los «siete votos» de los nois de Junts x Cat con el separatista, golpista y prófugo Puigdemont — el «cap principal» de la banda y el que tiene bien cogido al presidente Sánchez por esas nobles e inombrables partes– con su mántrica y obsesiva petera de conseguir, sí o sí, la mandanga esa de la inconstitucional e «integral amnistia» para así poder volver libremente a Cataluña, quedar todos libres de cualquier delito cometido y relaciónado directamente con los actos vandálicos y terroristas del «Tsunami democratic» por causa del «procès», carcajearse a mandíbula batiente de todos los charnegos y resto de españoles, campar –a sus anchas y por todo el morro– por las muy catalanas Ramblas de Barcelona mientras les hacen un magistral constitucional y legal corte de mangas a los «franquistas» y «prevaricadores» jueces –Garcia Castellón, Aguirre y Marchena–los únicos que, de momento, no se han dejado amedrantar ni doblegar ni comprar por el omnímodo y absolutista Poder Ejecutivo del «sátrapa» y «autarca» Sanchez, el que gobierna España como si fuera su particular cortijo. Y de hecho ya se comporta como si lo fuera, tal y como muy bien afirma– mi buen amigo torrelodonense, ex compañero en el Senado, gran poeta, magnífico historiador y prolijo escritor y político –Juan Van-Halen Acedo– en su último artículo «El Estado soy yo», y que fue publicado en «El Debate», el pasado 03/02/2024, en franca alusión al absolutista «»Rey Sol». La histórica frase usada para titular su artículo es apócrifa, se le atribuye a Luis XIV de Francia y fue pronunciada, un 13 de abril de 1655, ante el Parlamento de París, cuando esté tenía solamente dieciséis años de edad.​

En el caso que nos ocupa, no se trata de los «Siete Magníficos», esos buenos, nobles, génerosos, demócratas, empáticos y justos pistoleros que luchan por el bienestar de los habitantes del pueblecito mejicano, por su libertad, por su derecho a vivir en paz y de su trabajo, protegidos por la justicia y para que los forajidos sean vencidos y derrotados, como les ocurre a la banda del malvado «Calavera». Estos «Siete no-magníficos» son la antitesis de los otros, los del western de Surges.

Se trata de «Els set de Junts per Catalunya». Estos –no son ni más menos, ni menos ni más– que Laura Borràs, Jordi Turull, Anna Erra, Josep Rius, Aurora Madaula , Mirian Nogueras y –a la cabeza de todos ellos y en la cumbre de la «banda»– el «líder supremo, aprovechado adalid, indiscutible ideólogo y bisnieto de charnego», Carles Puigdemont, alias «el prófugo de la justicia, el golpista del procès y el del casoplón de Waterloo».

Ellos son los máximos causantes de que el cabalístico y bíblico «número siete'» haya recobrado un incalculable valor politico y le haya permitido al derrotado y megalómano Sánchez renacer de nuevo –como un vulgar y graznador cuervo carroñero — y no como la majestuosa y mitológica ave fenix– de su inesperada derrota electoral, al contar con esos necesarios e imprescindibles «siete votos» de un partido político español, radicado en Cataluña, de ideología liberal-conservadora e independentista catalana y que propugna la confrontación con España como única vía para alcanzar la total independencia de Cataluña a modo de estado independiente en forma de «república».
0Junts, aunque se registró en 2018, fue en el 2021 cuando concurrió como partido en solitario por primera vez a las elecciones al Parlamento de Cataluña. Desde que en el 2020 Puigdemont asumió el poder y se puso al frente del mismo, su principal y obsesiva propuesta siempre ha sido un «referéndum de autodeterminación» unilateral amparado por la Constitución y que busca modificar la ley de Financiación de Comunidades Autónomas para permitir la cesión del 100% de los tributos a Cataluña.

El proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña fue conocido por el numerónimo 9-N y planteado por Artur Más– el ex presidente de la Generalidad de Cataluña– como alternativa ante la imposibilidad legal de obtener del Gobierno central el permiso necesario para celebrar en Cataluña un referéndum de autodeterminación unilateral.
El Gobierno de España, al entender que se vulneraba la legalidad, lo recurrió ante el Tribunal Constitucional, y quedó cautelarmente suspendido. Pero al negarse a acatarla y continuar con el proceso, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña les condenó, en 2017, por desobediencia al Tribunal Constitucional y prevaricación.

Como Puigdemont y sus «nois» siguen afirmando que la sostenida, determinada y estratégica confrontación con el Gobierno central es condición «sine qua non» –pues Europa y el mundo solo reconocerán la independencia catalana, si esta se convierte en una verdadera cuestión «internacional»– ya ha puesto precio a su apoyo a Pedro Sánchez. Si quiere pasar otra legislatura en La Moncloa, seguir durmiendo en ese nuevo colchón, superpumeando y falconeando y, cómo no, retozar alegremente en las Marismillas y en la Marerta, el presidente a las órdenes del prófugo de Waterloo tendrá que impulsar una ley de amnistía que perdone y olvide todas las condenas judiciales relacionadas con el procès. Una exigencia compleja, dado que en la Constitución española no tiene cabida ni se la menciona expresamente en ningún momento.

Aunque ya se ha hablado largo y tendido sobre las diferencias entre la «amnistia» y «el indulto» que Sánchez puso de moda y en marcha para aliviar la pena de los condenados por el ilegal referéndum .

En nuestro ordenamiento jurídico español,la figura de la amnistia política tan solo se la menciona en los artículos 666 y 675 de la Ley de enjuiciamiento criminal. La tesis del emérito magistrado del Tribunal Constitucional, Manuel Aragón, –compartida por muchos juristas– es que las amnistías exclusivamente deben estar reservadas para los cambios de régimen, en concreto, para las transiciones de una «dictadura a una democracia».

Su significado esencial hunde sus raíces en la palabra griega «amnesia», es decir, olvido. Y el olvido –a diferencia del perdón– no puede ser parcial, de forma que una amnistía supondría la desaparición de la pena de cárcel y de la inhabilitación para Puigdemont, todos sus «nois» y los individuos que contribuyeron con acciones al vandalismo y terrorismo callejero del «tsunami democratic». Puigdemont, como «president en funcions» del Gobierno de España– ya que Sánchez es un mero «ninot» a punto de ser quemado con la cerilla del independentismo catalán — no tendría ningún impedimento para presentarse a unas elecciones , como le ocurre actualmente a Oriol Junqueras– ni sus nois requerirían una condena previa, con lo que no tendrían porqué pasar por un tribunal.
Esto mismo es lo quiso decir el «Osacarcerbero» ministro de Transportes y Movilidad Sostenible el pasado viernes –aunque pese a su populista y demagógica verborrea se líó más que un pulpo en un garaje– cuando pidió que se apruebe la medida de gracia en las Cortes Generales para así ¡Inaudito…Escuchar y ver para creer! Así lo hemos visto y escuchado…y así se lo hemos transmitido .

El último precedente de una amnistía en España–a parte de las de carácter fiscal de los gobiernos de Felipe González y Mariano Rajoy– tuvo lugar en 1977, paralelamente a la redacción de la Constitución del 78, cuando sus «constituyentes» padres debatieron sobre la medida de gracia meses antes de que se aprobase la «amnistía» –que olvidó los delitos del franquismo– decidieron «no constitucionalizar» esta figura jurídica, dejando un gran vacío en la Carta Magna y así continua.

Con todo este batiburrilo del progre y democrático presidente Sánchez, con el de Waterloo y sus seis NO magníficos «nois», con la amnistía integral e indulto para todos, si o no, con el discutible y discutido –como el concepto de nación para el nefasto ZP– referéndum unilateral catalán, con los prepotentes e inadecuados comentarios al primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, con los serviles alagos al presidente de Palestina Mahmoud Abbás, con la pregunta trampa al alemán Manfred Weber, líder del Partido Popular europeo, con la toma al asalto del poder Judicial, con los intentos de recortar la libertad de Prensa no afin, con el reconocimiento oficial de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, con los furibundos ataques a la Casa Real y a la Monarquía Parlamentaria, con la despenalización de los insultos y ofensas a los simbolos patrios, con el pacto con los antiguos miembros y asesinos de ETA, con la múltiple coalición y presencia en el Gobiernos de España de comunistas, golpistas y nacionalistas y con las cordiales relaciones con las dictatoriales y represivas repúblicas bananeras de Hispapnoamerica –como es el caso de la Venezuela de Maduro, entre otras muchas– todo esto está ocasionando que muchos países, entre los que destacan los Estados Unidos de América ya vean a España como una «dictadura venezolana» y que sus principales editoriales ya alerten al país y al mundo de que «España está gobernada por un dictador de la extrema izquierda».

Tanto es así que «The American Sectator»–un americano medio de comunicación editado en Washington– titula un artículo «Un nuevo dictador de extrema izquierda llega a Europa». En el se retrata a Pedro Sánchez como un líder totalitarista que está «robando» la democracia a España, delante de nuestras narices y de la UE, ante la impotencia de la oposición y la pasividad de la comunidad internacional.

Remata la faena introduciendo con calzador el concepto de «lawfare» en el acuerdo para que ahora, los políticos puedan insultar y perseguir a sus anchas a los jueces «fascistas» que defendieron la amnistia constitucional en 2017, y se comprometieron a celebrar un referéndum de independencia ilegal, que no lo contempla su Constitucion, ni la de ningún país del mundo.

Asimismo, se alerta a los americanos de que «España ha dejado de ser un «Estado de Derecho» y de está en una inminente transición hacia una dictadura de extrema izquierda de un insoportable y bananero tufo venezolano.

Y recuerda los lazos de los socios de gobierno de Sánchez con los terroristas de Hamás, la intrusión del brazo político de ETA en el Ejecutivo y las cesiones de los socialistas a los golpistas catalanes del 2017. Además The American Spectator destaca la mayoritaria oposición de los españoles a los pactos del presidente, «porque acaban con la igualdad ante la ley (se perdonan los delitos si eres independentista catalán) y arruina a toda la nación, con el pago de los votos para ser presidente.

El artículo compara a Sánchez con dictadores como Chávez o Maduro y alega que el líder socialista «preparó su propio golpe de Estado desde hace muchos meses. Ha colonizado muchas instituciones, como el congreso, tribunal de cuentas, fiscalía, tribunal europeo y tribunal constitucional, colocando al frente de este tribunal que ha decidir sobre la constitucionalidad–en referencia a Cándido Conde-Pumpido– militante socialista de su absoluta confianza para avalar cualquier basura que el Gobierno vomite en forma de ley, así como un ministro de su gobierno y una asesora de presidencia y de un ministerio, también socialistas, así como otros miembros muy afines a su partido.

Finalmente, se lamenta que, a pesar de que millones de españoles se han echado a la calle para protestar durante los últimos días, esta gran nación que está en manos de un «dictador socialista que –aunque duele admitirlo– es demasiado estúpido para dejarse ganar».

Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex senador por Murcia.

QOSHE - «Los Siete Magníficos» - Pedro Manuel Hernández López
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

«Los Siete Magníficos»

22 0
26.02.2024

¿Les suena este título? Estoy seguro que a la mayoría de los lectores les evoca el grato recuerdo de un magnífico «westerm de cawboys» de época y que en su momento marcó tendencia e historia en las películas del viejo oeste americano. Me imagino que a muchos les ha pasado como a mí. No solo la vimos en nuestra ya pasada y añorada juventud sino que, además el tiempo, las filmotecas y, más recientemente las modernas plataformas digitales nos han brindado la oportunidad de volver a visionarla y disfrutar con la historia de Rose Ceeck– ese pequeño y fronterizo pueblito mejicano de agricultores– con la banda de forajidos y, cómo no, con sus altruistas y defensores «gunmen» a las órdenes de un magnífico Yul Brynner, en el papel estelar del pistolero «Chris Adams»– jefe de los seis restantes pistoleros– a sueldo para defender a los humildes agricultores mexicanos de los continuos ataques de la banda de forajidos americanos capitaneados por el malvado «Calvera» (Eli Wallach).

«The Magnificent Seven»( «Los siete magníficos») es una película estadounidense que se estrenó el 23 de octubre de 1960, dirigida por John Sturges, con Yul Brynner y Eli Wallach en los principales y estelares papeles del western. Su argumento se basó en el film «Los siete samuráis», de Akira Kurosawa y la melodía principal de su banda original compuesta por el gran Elmer Bernstein –cuya vida ha sido llevada este este año magníficamente a la gran pantalla por su director Bradley Cooper que, haciendo un magnifico «doblete», dirige e interpreta a su vez, el papel del gran maestro y compositor Bernstein y, que está propuesta este año a los Óscares de Hollywood– fue el principal distintivo de la película.

Como se imaginan y habrán supuesto bien, la idea de este artículo no es escribir sobre el archivisionado y recordado western » Los Siete Magníficos» sino, como ya habrán adivinado –entre sorpresa y escepticismo– que se trata solo de una forma sutil y personal de entrar en el grave problema político que los «siete votos» de los nois de Junts x Cat con el separatista, golpista y prófugo Puigdemont — el «cap principal» de la banda y el que tiene bien cogido al presidente Sánchez por esas nobles e inombrables partes– con su mántrica y obsesiva petera de conseguir, sí o sí, la mandanga esa de la inconstitucional e «integral amnistia» para así poder volver libremente a Cataluña, quedar todos libres de cualquier delito cometido y relaciónado directamente con los actos vandálicos y terroristas del «Tsunami democratic» por causa del «procès», carcajearse a mandíbula batiente de todos los charnegos y resto de españoles, campar –a sus anchas y por todo el morro– por las muy catalanas Ramblas de Barcelona mientras les hacen un magistral constitucional y legal corte de mangas a los «franquistas» y «prevaricadores» jueces –Garcia Castellón, Aguirre y Marchena–los únicos que, de momento, no se han dejado amedrantar ni doblegar ni comprar por el omnímodo y absolutista Poder Ejecutivo del «sátrapa» y «autarca» Sanchez, el que gobierna España como si fuera su particular cortijo. Y de hecho ya se comporta como si lo fuera, tal y como muy bien afirma– mi buen amigo torrelodonense, ex compañero en el Senado, gran poeta, magnífico historiador y prolijo escritor y político –Juan Van-Halen Acedo– en su último artículo «El Estado soy yo», y que fue publicado en «El Debate», el pasado........

© Periodista Digital


Get it on Google Play