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He iniciado este artículo con el famoso poema de William Ernest Henley (1849-1903) que da lugar a «INVICTUS», esa magnífica y veridica película de drama deportivo del año 2009, dirigida magistralmente por el «abuelo» Clint Eastwood y protagonizada en sus papeles estelares por Morgan Freeman y Matt Damon que encarnan al presidente sudafricano Nelson Mandela y a François Pienaar, el capitán del equipo de rugby de Sudáfrica los «Springboks», de 1992 a 1996.

«Invictus» fue el poema que el gran «Madiba– «padre» en lengua xoxa– Nelson Mandela atesoró en un papel durante sus 27 años de encarcelamiento. Sus versos le sirvieron de guía mental y consuelo espiritual durante todo ese tiempo de cautiverio.

El iniciar con el poema que Mandela le lee en la película a François–el capitán del equipo de rugby — es porque al ser un desgarrador canto a la libertad y un furioso clamor a la resistencia humana en los momentos más difíciles, me ha llevado a pensar en todos esos difíciles avatares y hostiles vicisitudes a las que se ha visto abocado en el cumplimiento de sus voluntarias obligaciones y compromisos contraidos Alberto Núñez Feijóo, el «invictus galego» de Peares, desde que–tras cuatro victorias consecutivas por mayoría absoluta a la presidencia de la Xunta de Galicia– tuvo que dar el salto a la madrileña calle de Génova, nº13.

Tras ser elegido presidente nacional del PP para dirigirlo y hacer franca, continua y limpia oposición política a ese presidente del Gobierno y, a su vez, secretario general del partido «Sanchista»–desde el 18 de junio del 2017– y, que por méritos propios ha conseguido barrer casi totalmente de la esfera política española al PSOE de toda la vida, el partido más antiguo de Europa, ese partido que es constitucionalista sin dejar de ser socialdemócrata y de centroizquierda, fundado en 1879 clandestinamente por el ferrolano Pablo Iglesias Posse, en la castiza y madrileña taberna «Casa Labra», de la Calle Tetuán,12, el 2 de mayo de 1879.

El reciente y victorioso resultado de las elecciones gallegas por mayoría absoluta, con esos 40 escaños a 9, han llevado al actual presidente de la Xunta de Galicia y del PP, Alfonso Rueda, a volver a revalidar, por cuatro años más su título de presidente de la Xunta de Galicia. Este triunfo electoral pone una vez más de manifiesto– el buen germen político y la generosa bonhomia sembrados allí por Alberto Nuñez Feijóo durante esos 16 años seguidos, como presidente de todos esos galegos, «gallegos de lluvia y calma»– como los define el inolvidable poeta de Orihuela, Miguel Hernández, en su poemario del 37, «Vientos del pueblo»– que han sabido reconocer y agradecer la labor constante de la Xunta de Feijoo en favor de la economía, de la industria, de la educación, de la sanidad y en general de todo el bienestar social y económico «de toda a xente da profunda e acolledora terra de Galicia», votando y diciendole si al PP.

A propósito del resultado, Alberto, «el invictus galego» , ha pregonado a los cuatro vientos, y motivos no le faltan que (…): «Si querían que las elecciones gallegas fueran un plebiscito a mi liderazgo, ahí tienen el resultado del plebiscito y, si querían que Galicia revalidase su modelo… ahí tienen el fracaso rotundo del modelo sanchista». Esto vuelve a confirmarnos que si la alternativa se centra en el PP– la única alternativa constitucional– todos ganamos y somos capaces de ganarles al independentismo y a cualquier populismo que se nos ponga por delante y en frente» y, por tanto, es España quien gana.

Antes de estos comicios, los gallegos tenían en frente una amalgama llena de mentiras, de vilezas, de manipulaciones y de infundadadas acusaciones , pero Galicia –acostumbrada a los «esperpentos» del arausán del Valle-Inclán– ha sabido elegir sabiamente la moderación, la unidad y la estabilidad y, ha lanzado su mensaje a toda la clase política española. En esta ocasión, al Gobierno «Sanchista» le ha salido el tiro por la culata al estar plenamente convencido de que apoyando al «nacionalismo gallego» –a traves del BNG de la sarriana Ana Pontón– el PP ni ganaría en Galicia ni mucho menos gobernaría allí, otra vez, por mayoría absoluta .

Y mientras el «invictus galego» — tras el esperado resultado del plebiscito– sigue ahí, de pie y viendo pasar al viento, como la inmortalizada Puerta de Alcalá, el presidente Sánchez vive cada día más genuflexo implorando el apoyo de Puigdemont y sus pacíficos y tolerantes «nois de JxCat».

Del mismo modo que Nelson Mandela fue llamado por todos los sudafricanos –con mucho cariño y sumo respeto– Madiba, es decir, «padre» de Sudáfrica, por ser el hombre que puso fin en su país a casi cuatro siglos de dominio blanco y a 46 largos años del severo régimen del “apartheid», casi con toda seguridad, Alberto Núñez Feijóo, tras el aplastante y reciente resultado electoral en la persona de su amigo y ex presidente Alfonso Rueda — va a pasar a la Historia de España, a parte de como presidente del PP como «el invictus galego de Nosa Señora do Pilar dos Peares» –el que ha vencido dos veces consecutivas al gran autarca y megalómano Pedro Sánchez, a su Ejecutivo social-comunista y a sus separatistas e independentistas socios «euskaldunak» y «catalans», pese a las generosas dádivas y antijurídicas concesiones prometidas a cambio de sus votos para seguir gobernando.

Si «Madiba» supo que, tras el opresivo y duradero apartheid, su país seguía dividido racial y económicamente, «el Invictus galego» sabe muy bien que la única manera de volver a unir España, de romper el recién levantado y politico muro social sanchista contra los que no le bailen el agua ni comulguen con sus ruedas de molinos para recuperar los principios constitucionales, volver a la necesaria y obligada separación de poderes , quitarle el bozal y la mordaza a la libertad de prensa, de que los separatistas y golpistas del «procès»catalán paguen por los callejeros actos vandálicos y terroristas en las calles de Barcelona y en el aeropuerto del Prat y, sobretodo para que ninguno sea indultado y se vaya de rositas. Para todo esto y por todo esto, el voto al PP es el único garante fiable de que las banderas de la libertad, de la justicia y de la democracia vuelven a ondear en todas las aldeas, pueblos y ciudades de esta nueva España.

Si «Madiba» llamó a las puertas de cada ciudadano sudafricano para enseñarle el poder del perdón, la reconciliación y la convivencia y, con su esfuerzo, abnegación y servicio buscó algo mejor para todo un país, «el invictus galego» ha entendido y así nos lo ha hecho saber que la igualdad de todos ante la ley y el acatamiento a nuestro régimen de Gobierno representado por la Monarquía Parlamentaria y fundamentado en nuestra Constitución del 78, que la verdadera diferencia no está en la idiosincrasia ni en el idioma ni en la gastronomía ni en las costumbres religiosas ni en el folklore de las diferentes 17 comunidades autonómas ni en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, sino que la verdadera diferencia reside en el interior de sus respectivos gobiernos con sus rectos criterios, sus honestas acciones y sus éticos pensamientos muy enraizados en la honradez, en la moralidad y en la reconciliación general.

Si conseguimos esto, y –creo que con el PP si se puede– al final acabaremos por aceptarnos tal como somos, diferentes y con singulares diferencias y, a respetarnos pese a ellas. Este es el unico camino para pasar del odio político al entendimiento, de la división ideologica a la concordia y de la separación territorial a la unidad nacional.

Lo que si es evidente y por ello irrefutable , es que con la actitud prepotente y autárquica del presidente Sánchez mintiendo desvergonzadamente sobre las falsas negociaciones de Feijóo sobre la amnistia con los golpistas de JxCat y, con el indigno y canallesco comentario de su ministro de Interior, Marlaska «a secas», sin «Grande», –por todo lo que ha ido dejando atrás en su funesta trayectoria ministerial– que (…) » El mejor homenaje a los narcos que he visto yo ha sido una «giornata particular» del presidente del PP en el yate del narcotraficante Marcial Dorado». Ha obviando libre, intencionada y conscientemente que esto ocurrió en 1974, cuando él tenía 34 años, siendo número dos de la «Consellería de Sanidade» que dirigía Romay Beccaria.¡Hay que ser vil, amoral rastrero y vengativo para retrotraerse 50 años atrás e intentar hundir con faldas acusaciones al » invictus galego,» a sabiendas de que entre ambos no hubo ni hay ninguna relación de amistad ni vínculo alguno.

Señores Sánchez y Marlaska: ¿son ustedes tan ingenuamente «lelos» o auténticos «tontos de baba» o acaso, creen que lo somos nosotros? ¿ustedes creen que si él sospecharse o supiese de lo que iba a ser acusado, en cualquier etapa posterior de su vida, se habría dejado fotografiar en el yate o se hubiera ido a comer con él?. Esto no «se le ocurre ni al que asó la manteca», y cuando digo que «esto no se le ocurre ni al que asó la manteca», con esto quiero decirle , señor Marlaska, que lo suyo –ha sido una idea de bombero, algo poco ingenioso, necio, torpe , sin precedentes y un planteamiento absurdo, ridículo y estúpido.
Y esto, ministro Marlaska –es lo que Ud. ha hecho, ni más ni menos, con su falsa acusación al señor Feijóo– «asar la manteca». Con su rastrera y amoral calumnia ha quedado Ud. –ante todos los que le han visto y escuchado, enemigos, simpatizantes e incluso amigos y compañeros de partido– como ese ilustre personaje proverbial que simboliza y encarna a esa «persona que obra y discurre zafia y neciamente» según lo define el diccionario de la RAE.

Espero que aprenda de una vez por todas, porque va Ud. de mal en peor metiendo la pata de «oca en oca…y de nuevo la mete, porque le toca». La próxima vez… «antes de ir despacio y de contar mentiras, tralará, tralará, piense que por el mar no corren las liebres ni por el monte las sardinas, tralará, tralará». ¡Claro, claro! ¡Que pena que ya no recuerde! que –desde que desmanteló hace dos largos años la eficacisima unidad de élite «OCON-Sur de las costas del Estrecho — los únicos que corren por el mar y a bordo de veloces narcolanchas son los narcos!– y que, aparte de alijar cantidades ingentes de fardos de hachís desde Marruecos a nuestras costas andaluzas, también se dedican a «asesinar» fríamente a «sus» indefensos y abnegados guardias civiles, esos, a los que «su Ministerio» ni los proteja ni los valora. Además sigue sin ser cesado y no dimite, pese a haber sido reprobado hace dos días por el Senado y hace un año por el Congreso.

¡Ah! y tampoco olvide que las «amistades peligrosas y tóxicas» son cada vez más frecuentes y usuales en las filas de su partido sanchista–, y si no, pregúntele, pregúntele a su compañero, el ex ministro de Transportes y otros etcéteras, José Luis Ábalos Meco, sobre su buen amigo, guardaespaldas, asesor, chofer, consejero de Correos , empresario ejemplar y no se cuantas cosas más, «Koldo García ,»la sombra» que siempre le acompañaba a todas «partes» y a «ciertos» lugares de cuyo nombre no quiero acordarme, como decía Cervantes, al inicio del Quijote.

Pedro Sánchez describió –en Facebook el 23 de junio de 2014– la figura de Koldo García Izaguirre como «un inagotable aizkolari contra las injusticias y un ejemplo para toda la militancia socialista». ¡ Y que Dios le conserve la vista para su próxima «premonición», Sr. Sánchez!

O en su defecto, pregúntele a su propio jefe, el presidente del Gobierno por su demócrata, respetable y «molt honorable» socio, el golpista y prófugo residente en Waterloo, Carles Puigdemont.

Y como «éramos pocos y parió la abuela» …para rematar este cúmulo de desvergonzadas mentiras y de canallesca vilezas sólo nos faltaban las frías y asépticas declaraciones de Leonardo Marcos –director general de la Guardia Civil– al asegurar, como el que oye llover, que el no ha detectado «ningún error al que vincular los hechos de Barbate», en referencia a los dos agentes «asesinados» vil y friamente tras ser arrollados en el Puerto de Barbate por una narcolancha.
No contento con su declaración ha vuelto a asegurar, que el operativo fue «correcto» y «bien organizado», destacando que en ese momento y en aquella zona había medios suficientes. Además, ha señalado que las embarcaciones que están inoperativas «apenas superan el 10 % de las mismas».
Tales afirmaciones difieren totalmente de todas las escuchadas, hasta ahora, de las distintas fuentes oficiales , tanto de los familias de los guardias civiles asesinados, como de las propias de la Benemérita y resto de medios informativos y de comunicación. Pero, claro está, «donde hay patrón no manda y ni siquiera «piensa» el marinero».

Para terminar y si me lo aceptan, –señores Sánchez y Marlaska– quiero darles un sencillo y gratuito, aunque practico consejo: «Si quieren ser algún día los auténticos amos de sus inciertos destinos y los nobles capitanes de sus almas –cosa muy improbable, por no decir imposible– tengan a mano y lean a menudo el famoso poema «INVICTUS», escrito por el poeta inglés William Ernest Henley en 1875.

El señor Núñez Feijóo así lo ha hecho y, por eso, siguiendo el ejemplo del gran «Madiba» ha llegado a convertirse en el «INVICTUS GALEGO de Nosa Señora do Pilar dos Peares» y así será recordado por haber entrado –por la puerta grande– en el libro de oro de la moderna Historia de España.

Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, Lcdo. en Medicina y ex senador por Murcia.

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«El «invictus» galego de Nosa Señora do Pilar dos Peares»

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25.02.2024

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He iniciado este artículo con el famoso poema de William Ernest Henley (1849-1903) que da lugar a «INVICTUS», esa magnífica y veridica película de drama deportivo del año 2009, dirigida magistralmente por el «abuelo» Clint Eastwood y protagonizada en sus papeles estelares por Morgan Freeman y Matt Damon que encarnan al presidente sudafricano Nelson Mandela y a François Pienaar, el capitán del equipo de rugby de Sudáfrica los «Springboks», de 1992 a 1996.

«Invictus» fue el poema que el gran «Madiba– «padre» en lengua xoxa– Nelson Mandela atesoró en un papel durante sus 27 años de encarcelamiento. Sus versos le sirvieron de guía mental y consuelo espiritual durante todo ese tiempo de cautiverio.

El iniciar con el poema que Mandela le lee en la película a François–el capitán del equipo de rugby — es porque al ser un desgarrador canto a la libertad y un furioso clamor a la resistencia humana en los momentos más difíciles, me ha llevado a pensar en todos esos difíciles avatares y hostiles vicisitudes a las que se ha visto abocado en el cumplimiento de sus voluntarias obligaciones y compromisos contraidos Alberto Núñez Feijóo, el «invictus galego» de Peares, desde que–tras cuatro victorias consecutivas por mayoría absoluta a la presidencia de la Xunta de Galicia– tuvo que dar el salto a la madrileña calle de Génova, nº13.

Tras ser elegido presidente nacional del PP para dirigirlo y hacer franca, continua y limpia oposición política a ese presidente del Gobierno y, a su vez, secretario general del partido «Sanchista»–desde el 18 de junio del 2017– y, que por méritos propios ha conseguido barrer casi totalmente de la esfera política española al PSOE de toda la vida, el partido más antiguo de Europa, ese partido que es constitucionalista sin dejar de ser socialdemócrata y de centroizquierda, fundado en 1879 clandestinamente por el ferrolano Pablo Iglesias Posse, en la castiza y madrileña taberna «Casa Labra», de la Calle Tetuán,12, el 2 de mayo de 1879.

El reciente y victorioso resultado de las elecciones gallegas por mayoría absoluta, con esos 40 escaños a 9, han llevado al actual presidente de la Xunta de Galicia y del PP, Alfonso Rueda, a volver a revalidar, por cuatro años más su título de presidente de la Xunta de Galicia. Este triunfo electoral pone una vez más de manifiesto– el buen germen político y la generosa bonhomia sembrados allí por Alberto Nuñez Feijóo durante esos 16 años seguidos, como presidente de todos esos galegos, «gallegos de lluvia y calma»– como los define el inolvidable poeta de Orihuela, Miguel Hernández, en su poemario del 37, «Vientos del pueblo»– que han sabido reconocer y agradecer la labor constante de la Xunta de Feijoo en favor de la economía, de la industria, de la educación, de la sanidad y en general de todo el bienestar social y económico «de toda a xente da profunda e acolledora terra de Galicia», votando y diciendole si al PP.

A propósito del resultado, Alberto, «el invictus galego» , ha pregonado a los cuatro vientos, y motivos no le faltan que (…): «Si querían que las elecciones gallegas fueran un plebiscito a mi liderazgo, ahí tienen el resultado del plebiscito y, si querían que Galicia revalidase su modelo… ahí tienen el fracaso rotundo del modelo sanchista». Esto vuelve a confirmarnos que si la alternativa se centra en el PP– la única alternativa constitucional–........

© Periodista Digital


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