diciembre 10, 2023diciembre 9, 2023 Imagen de archivo de Nadia Calviño. / Europa Press

Que la vida eterna existe nos los demuestra Goya pintando sus garrotazos cada amanecer sobre el mapa de España. Qué manera de odiarnos, chicos. Ya lo dijo Otto von Bismarck hace cosa de un siglo (parafraseo de memoria): "Los españoles son un pueblo irreductible. Llevan toda su Historia autodestruyéndose y todavía no lo han conseguido".

Y esto sucede tanto a derecha como a izquierda, aunque es cierto que el facherío se reconcilia enseguida rezando rosarios en Ferraz, jugando al ping-pong con sus cojones (como hicieron no ha mucho José Luis Martínez-Almeida y Javier Ortega-Smith), o subiéndose mutua y escandalosamente el sueldo cada vez que tocan poder, cual sucedió tras las pasadas elecciones municipales y autonómicas.

Ahora hay gran indignación en redes y algunos periódicos zurdos con el nombramiento de Nadia Calviño como directora del Banco Europeo de Inversiones, la institución financiera más tocha del mundo entre las internacionales, y donde cobrará 30.000 eurillos al mes.

Se le achaca a Calviño que haya servido de freno a cada uno de los avances que ha logrado el gobierno más progresista de Europa (PSOE/Unidas Podemos): desde su inicial rechazo (casi voxero) al confinamiento, hasta sus reticencias a elevar el salario mínimo del obrero. Pero yo no sé qué esperabais: ¿que un presidente pesoísta pusiera en Economía a Thomas Piketty?

Nadia Calviño siempre me recordó a Angela Merkel tanto en sus estilismos como en su modus operandi intelectual. O sea, que yo casi os apostaría que no cuelga el póster del Che Guevara de la cabecera de la cama. Pedro Sánchez la nombró como catalizador neoliberal ante las pulsiones asaltadoras de cielos de su vicenémesis Pablo Iglesias, primero, y de Yolanda Díaz después. Pero le deseo a Nadia Calviño bonne route porque no olvido que su rostro aparece en el daguerrotipo del gobierno protagonista de más avances obreros, feministas y sociales desde la muerte de Franco. Vale que nos quedó una ley mordaza, otra de vivienda con goteras para el pobre, la censura bipartidista a la ley del sí es sí, una venta de Bankia que alejó el sueño de una banca pública y demasiados parches por donde se desinflan las ruedas del progreso. Pero si queréis perfección id al Museo del Prado, no al fango político.

Si se confirma que José Luis Escrivá será el sustituto de Calviño, tampoco os creáis que toma el relevo un adorador de Adam Smith. De Albacete a Edimburgo hay unos whiskies de distancia que pasan por Francfort, sede del Banco Central Europeo, donde Escrivá ejerció durante un lustro como jefe de Política Monetaria. Tengo entendido que tan respetable institución financiera no es afecta a fichar bolcheviques, aunque vengan recomendados desde Albacete.

En resumen, que hemos gozado de cuatro años de gobierno glorioso para la izquierda en el marco de lo posible, con una pandemia y una guerra que, milagrosamente, no nos devolvieron a la vía de la austeridad. Y aun así cerramos enfurruñados tan notable capítulo de nuestra historia reciente. Podemos se va al Mixto (con razón) y Compromís (también con razón) amenaza con acompañarlos al gallinero de San Jerónimo. Algunos actores notables de la izquierda abandonan la política hastiados de incomprensión y bordería general. Las redes sociales apestan con insultos injustificables entre dirigentes que hasta hace nada eran compañeros, amigos y poliamantes. Y la atmósfera está tan polucionada de cainismo que resulta irrespirable. Por eso murió asfixiado el pajarillo azul del viejo Twitter.

En los últimos tiempos, la puñalería progre ha llegado incluso a enfilar su acero contra los periódicos de izquierdas. El más castigado ha sido eldiario.es, acusado de antipablista. Como si Ignacio Escolar y Esther Palomera no tuvieran derecho a disentir de las ideas, talantes y excesos de Pablo Iglesias. Allí también escriben Rosa María Artal, Javier Aroca y muchos más contrapuntos feroces de los (discutibles pero nada criticables) melindres escolarinos. Pero no recuerdo yo difamaciones ni insultos a nadie en este muy meticuloso, elegante, bien escrito y riguroso cíber-papel.

¿Que van a la tele de Antonio Burdo Ferreras? El inteligentísimo Pablo Iglesias labró su popularidad compareciendo en las cadenas más ultrafascistas de nuestro panorama catódico, estilo Toro TV, Intereconomía y otros subproductos del garrulismo mediático. Ellos querían ridiculizar al perroflauta quincemero, y Pablo Iglesias aprovechó la invitación para revolucionar nuestra adormecida democracia desde la izquierda. Estoy seguro de que nuestro amado líder, La Coleta que nos Guía, como lo bautizó un enorme amigo mío, lo volvería a hacer si diéramos la vuelta al reloj de arena. Y chapeau.

InfoLibre, creado por los intachables y brillantísimos Jesús Maraña y Manuel Rico, tampoco queda exento de culpa entre los defensores de la ortodoxia de lo imposible. Sobre todo desde que llegó a una entente con El País. Y podría seguir citando periódicos buenos y honestos que sufren descalificaciones y abandonos hasta llegar a éste. Público. Pionero del nuevo paradigma mediático de izquierdas. Cuando nació el 15M en 2011, Público ya llevaba haciendo 15M desde cuatro años atrás.

Ahora resulta que hasta Ana Pardo de Vera es una entrista infiltrada por el gran capital. Y hay gente en las redes anunciando su defección, su cancelación a la suscripción y otras dolorosas venganzas después de que un ataque cíber terrorista dejara temblando la hucha de nuestra libertad. Que si Ana Pardo de Vera es una aristócrata, leo repetidamente en las redes. No. Ana Pardo de Vera es una aristoquinqui en lo que escribe y en lo que habla, y siempre lo ha sido. No se me ocurre otra forma de calificar a la primera periodista que se levantó tan digna y abruptamente de las tertulias de La Sexta donde personajes como Eduardo Inda o Francisco Marhuenda sembraban sus bilis y sus falacias. Y fue mucho antes de que "el burdo rumor" de Ferreras nos demostrara que, en cuestiones de ética periodística, "en rigor sí es mejor por ser mayor o menor".

En resumen, que despido a Nadia Calviño con respeto y afecto por haber formado parte de un gobierno de coalición cuya lucha por los derechos de la gente no se había observado jamás en este país reaccionario y meapilas. Y me congratulo de ser compañero de Manuel Rico, de Jesús Maraña, de Ignacio Escolar, de Esther Palomera, de Angélica Rubio, de Ana Pardo de Vera y de tantos otros periodistas que contribuyeron a este cuatrienio de logros impensables en 2019. Y a todos los políticos, más o menos cobardes o valientes, reformistas o revolucionarios, pablistas o yolandistas, que lo hicieron posible.

Dudo que se pueda repetir algo tan parecido a la difícil belleza de estos cuatro años. Nadie de los que navegaron ese barco se merece mi insulto. A los que aún están y a los que se fueron, a los que acertaron y a los que se equivocaron, a los que conciliaron y a los que se enfrentaron, mi más grande abrazo filibustero. Incluida la neoliberal Nadia. Bonne route, vice.

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¿Nadia de Nadia?

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10.12.2023

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Que la vida eterna existe nos los demuestra Goya pintando sus garrotazos cada amanecer sobre el mapa de España. Qué manera de odiarnos, chicos. Ya lo dijo Otto von Bismarck hace cosa de un siglo (parafraseo de memoria): "Los españoles son un pueblo irreductible. Llevan toda su Historia autodestruyéndose y todavía no lo han conseguido".

Y esto sucede tanto a derecha como a izquierda, aunque es cierto que el facherío se reconcilia enseguida rezando rosarios en Ferraz, jugando al ping-pong con sus cojones (como hicieron no ha mucho José Luis Martínez-Almeida y Javier Ortega-Smith), o subiéndose mutua y escandalosamente el sueldo cada vez que tocan poder, cual sucedió tras las pasadas elecciones municipales y autonómicas.

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Se le achaca a Calviño que haya servido de freno a cada uno de los avances que ha logrado el gobierno más progresista de Europa (PSOE/Unidas Podemos): desde su inicial rechazo (casi voxero) al confinamiento, hasta sus reticencias a elevar el salario mínimo del obrero. Pero yo no sé qué esperabais: ¿que un presidente pesoísta pusiera en Economía a Thomas Piketty?

Nadia Calviño siempre me recordó a Angela Merkel tanto en sus estilismos como en su modus operandi intelectual. O sea, que yo casi os apostaría que no cuelga el póster del Che Guevara de la cabecera de la cama. Pedro Sánchez la nombró como catalizador neoliberal ante las pulsiones asaltadoras de cielos de su vicenémesis Pablo Iglesias, primero, y de Yolanda Díaz después. Pero le deseo a Nadia Calviño bonne route porque no olvido que su rostro aparece en el daguerrotipo del gobierno protagonista de más........

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