Que Cochabamba cierre 2023 con cuatro equipos en la Primera División del fútbol boliviano es una buena noticia. El departamento conserva las plazas que conquistó en los últimos años. El ascenso indirecto de San Antonio de Bulo Bulo ha disimulado el descenso directo de Palmaflor, pues ha salvado el cuarto cupo cochabambino en el profesionalismo y le ha dado al Trópico una nueva oportunidad de acoger partidos de la máxima categoría del balompié nacional.

Cochabamba es el segundo departamento con más clubes profesionales. Está por encima de La Paz, que tiene tres, y solo le supera Santa Cruz, con cinco. Sin embargo, el logro cuantitativo es relativo si no viene aparejado de mejoras cualitativas. Una mejora de este tipo finalmente consumada en 2023 ha sido el desempeño competitivo de los clubes. La clasificación a torneos internacionales de Aurora (Libertadores), Wilstermann (Sudamericana) y Universitario (Sudamericana) evidencia el buen rendimiento de los equipos cochabambinos, que, con la excepción del malogrado Palmaflor, han peleado en la parte alta de la tabla y han burlado con solvencia al fantasma del descenso. El departamento tiene la misma cantidad de representantes en copas continentales que La Paz, aunque con la diferencia de que los tres paceños jugarán la Libertadores.

En materia competitiva, el fútbol cochabambino está muy por encima de Santa Cruz, que a duras penas ha salvado sus cinco plazas en el profesionalismo, sorteando la pérdida de categoría hasta las últimas fechas, en un año inexorablemente oscuro: ni uno solo de sus equipos se clasificó a un torneo internacional. Ahora mismo, los cruceños no son el mejor ejemplo en lo estrictamente deportivo, pero aún tienen mucho que enseñar en cuanto a pasión futbolera. Son los que más hinchas llevan a sus estadios, aun cuando pelean en la parte baja de la tabla. El caso más ejemplar fue el de Oriente Petrolero, que en sus últimos partidos (en especial, el de local ante Wilster) desbordó el Tahuichi con multitudes que ya quisieran reunir las caravanas pro-camachistas.

Con la salvedad de Wilster y Aurora, que por su tradición tienen aficiones estables, los clubes cochabambinos enfrentan el complejo desafío de construir hinchadas reales y leales. Algo que, por cierto, no consiguió hacer Palmaflor en sus años en el profesionalismo, a pesar de su buen desempeño (con Sudamericanas incluidas) y de su migración al Trópico. Universitario es el llamado a seducir a los futboleros del Valle Bajo aún no casados con los dos grandes de la región y con ganas de rezarle a alguien más que la virgen de Urcupiña. San Antonio recibe el testigo de Palmaflor, en sentido de transformar la militancia sindical en entusiasmo tribunero. Con que la U lleve a sus partidos la décima parte de feligreses que convoca el calvario en el cerro de Cota y San Antonio sume aficionados con una disciplina similar a la que imponen los ampliados cocaleros, ya deberíamos darnos por satisfechos. Para ello, lo deseable sería que ambos equipos cuenten con estadios propios en buenas condiciones. Pero, en fin, esa es otra historia.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA A.

Periodista

@EspinozaSanti