Leer en las redes y medios, lo que publica diariamente el equipo tuitero del verborrágico Evo Morales Ayma, confirma y desentraña todo lo que pasa en el país, gobernado por masistas desde el 22 de enero de 2006 a la fecha -18 años-, con un interinato fallido de un año, de la irresponsable presidenta Áñez.

El emblema del masismo, que eligió a Luis Arce en lugar de Choquehuanca para postular a la Presidencia, después de su renuncia y huida, en su estilo peculiar de no responsabilizarse de nada de lo que es culpable, desnuda totalmente al instrumento que lo catapultó.

Desde su plataforma, el jefe inamovible de los cocaleros denuncia que no hay dólares, que las reservas se acabaron, que la economía está por los suelos, porque la época de bonanza terminó y se vienen días más difíciles.

Morales acusa de traidor a Arce, y él, su exministro, le dice que el sector de Evo representa a la nueva derecha.

Entre acusaciones de ida y vuelta, los exponentes del masismo ventilan sus miserias ante el pueblo boliviano.

Volviendo a sus inicios, Evo Morales bloquea todos los caminos que puede, especialmente con los cocaleros del trópico o con pobladores que no lograron hacerse ricos y hoy reciben un jornal diario, reproduciendo el pongueaje político del movimientismo.

Dentro lo irracional y absurdo que vive Bolivia, el masismo aparece como defensor de la Constitución, tantas veces pisoteada, exigiendo la elección indirecta de magistrados, en un sistema que terminó de corromper a la Justicia, poniéndola al extremo servicio de los gobernantes de turno.

Esta experiencia surrealista de casi 20 años debe preocupar al ciudadano que vive de su trabajo.

Es terrorífico que, pese a toda la información brindada al país por el principal responsable del masismo, pretendan seguir gobernando, como hasta ahora y encima anuncien, como buena nueva, que no pararán hasta igualar Bolivia con la miserable Cuba.

Sin embargo, después de la frustrante experiencia de un gobierno interino, pero con políticos iguales, el temor es comprensible, ante la falta de una alternativa confiable, desde partidos descuajeringados.

Realmente, estamos entre la espada y la pared, pero con la obligación moral de recuperar la República de Bolivia con una alternativa democrática.

Mis circunstancias

MOISÉS REVOLLO

Periodista deportivo

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