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Leidy González: “Navego en varias aguas para que el alimento y las letras siempre salgan a flote”

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14.06.2024

Leidy se deja entrevistar. Responde rápido, con precisión y un dejo entre divertido y reflexivo. Casi no aporta datos sobre su vida; en cambio, nos provee de la lista detallada de los libros publicados, donde abundan los reconocimientos. A saber, los premios nacionales Hermanos Loynaz, Fundación de la Ciudad de Santa Clara, Eliseo Diego, Fundación de la Ciudad Fernandina de Jagua, Calendario, Ismaelillo y Reina del Mar. En 2023 se alzó con el premio regional El barco de vapor caribe, conferido por su novela Faruk y la cabra (Editorial SM Puerto Rico, 2023).

Parece que Leidy piensa que la biografía de los escritores son sus libros. La biografía recóndita, diría yo, la prueba de la existencia de ese estado de suspensión emocional que tan bien perfiló Eliseo Diego cuando escribió, palabras más o menos: “No podría decirles esta fue mi vida, y esto ha sido un sueño”.

Naciste en Vueltas (1988) y vives desde los 23 años en Santa Clara. ¿Cuáles sucesos de tu infancia pueden haber decidido tu vocación de escritora? ¿Alguna persona en esa etapa tuvo sobre ti una influencia positiva en lo que sería tu destino literario?

De niña me gustaban los deportes más que cualquier otra cosa. Leer era algo que hacía, pero no a diario. Mi primer vínculo con la literatura fue a través de la décima (oral y escrita). Mi abuelo paterno era un decimista a tiempo completo; uno de sus hijos le seguía la rima (superándolo con creces)… y esa otra manera de contar el mundo me interesaba muchísimo más que enfrentarme al texto. Y, como has de suponer, fue ese abuelo quien me llevó a mirar los libros desde la calma, a tomarme mi tiempo con ellos, a devolverlos a su sitio si no me interesaban o a obsesionarme con algunos que no tenían mucho que ver con la infancia. Por eso me aprendí varios sonetos de Sor Juana, amé un libro que tenía un título parecido a Curso de Literatura para Obreros Calificados, y releía las décimas de Chanito Isidrón entendiendo todos y cada uno de sus dobleces. Fue mi abuelo quien me animó luego a acompañarlo en plan cómplice a los talleres literarios y, cuando viví esa experiencia de que lo que creaba era analizado, Aries al fin, me propuse que tenía que escribir cosas grandiosas… (Aquí va risa).

¿Fuiste consumidora de literatura infantil y juvenil cuando eras exclusivamente lectora?

Además de La flauta de chocolate, Oros Viejos y dos libros de la antigua URSS: Toc-Toc-Toc y Las Aventuras de Lápiz y Tornituerqui, no tuve mucho contacto con la literatura infantil y juvenil en mi infancia y adolescencia. Ismaelillo y La Edad de Oro eran lecturas casi obligatorias y, quizá por eso, no me despertaron entusiasmo.

Realmente empecé a consumir este tipo de literatura a partir de los 23 años, cuando escribir se volvió mi prioridad. Y aunque va a sonar contradictorio, como autora me alegro de que haya sucedido así.

Estudiaste Licenciatura en Farmacia en la Universidad Marta Abreu, de Villa Clara; pero, según tus palabras, trabajaste poco en esa profesión. Luego, continúo citándote, has “ido........

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