Lluis Canut

La tópica frase “de sabios es rectificar” fue el argumento más utilizado por Xavi Hernández en la esperpéntica rueda de prensa en que hizo tras su dimisión diferida a final de temporada del entrenador del Barça, con el consentimiento de Joan Laporta, que en cuestión de pocas semanas se desdijo de la intención inicial de aceptar la marcha del entrenador egarense. Aquella era la decisión más fácil, la auspiciada por el ‘poli bueno’ de la directiva, el vicepresidente deportivo Rafa Yuste, felicitado públicamente, durante la reunión de urgencia convocada en casa del presidente, en la que no faltó el consabido catering de comida japonesa. La benévola iniciativa, que obedece al convencimiento del “más vale loco conocido que sabio por conocer”, ante la imposibilidad de encontrar un sustituto que fuera del agrado de la gran mayoría.

El escaso atractivo que ofrecían las alternativas de Rafa Márquez y Hansi Flick, jugaron a favor de la candidatura continuista de Xavi. Sin embargo, el segundo varapalo encajado frente al Girona, por el mismo resultado adverso de 4-2 de la primera vuelta de la Liga, pone en entredicho la decisión de renovar la confianza en el técnico y obliga a Laporta a recapacitar y a escuchar también los consejos del ‘poli malo’, el asesor presidencial deportivo Enric Masip, quien desde el primer día manifestó sus dudas sobre la falta del liderazgo del entrenador y una escasa madurez técnica que no está de acorde con la exigencia que representa ocupar el banquillo blaugrana.

El nuevo correctivo recibido ayer en Montilivi desnudó las vergüenzas del Barça, necesitado de un liderazgo sólido en el banquillo. Con los cambios realizados en el segundo tiempo con un marcador adverso por parte de Míchel dejaron sin respuesta táctica al banquillo visitante. Por segunda vez en una misma temporada el “pez pequeño se comió al grande” arrebatándole la segunda posición de la tabla que da acceso a disputar la Supercopa de España la próxima temporada y el Premio Gordo de clasificarse como uno de los contendientes de la Liga de Campeones.

Toda la ilusión que significó el aplauso con que la afición del Estadi Olímpic de Montjuïc despidió al equipo tras la eliminación de los cuartos de la Champions contra el Paris Saint-Germain parece desvanecerse en cuestión de pocos días. El barcelonismo no se merece volver a estar en vilo sobre lo que le pueda esperar la próxima campaña. Quizás sea pura coincidencia pero resulta que desde que se anunció la continuidad del mister se ha vuelto a las andadas, a aquella inseguridad que transmitía el equipo antes de que Xavi anunciase su insólita dimisión diferida. El pasado lunes el Valencia ya dio el primer aviso, que se corroboró ayer con la arrolladora media hora final del Girona, al que la entrada de un peón como Portu dejó KO al vigente campeón al tiempo que proclamaba anticipadamente a cuatro jornadas para el final al Madrid como ganador de la presente Liga.

“Los malos resultados traerían consecuencias”, advirtió el presidente. Cada día que pasa aumenta el número de integrantes de la lista de bajas, bien sea por razones deportivas, como económicas, pero ya nadie puede descartar que los cambios puedan afectar más arriba y que acaben llegando al propio banquillo que se ha quedado sin respuestas tácticas en los momentos decisivos de la temporada en los que han estado en juego los títulos.

El Barça no puede estar en manos de la zozobra de la improvisación constante que solamente conduce a la inseguridad en la toma de decisiones en el apartado técnico. ¿Dispondrá Xavi de las influencias necesarias a la hora de decidirse en los fichajes, o bien estará sometido a intereses ajenos? Si se apoya su continuidad debe de ser con todas las consecuencias. Y no para convertirse en el eterno paraguas presidencial. Porque si no, vamos mal.

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Rectificar puede ser de sabios

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05.05.2024

Lluis Canut

La tópica frase “de sabios es rectificar” fue el argumento más utilizado por Xavi Hernández en la esperpéntica rueda de prensa en que hizo tras su dimisión diferida a final de temporada del entrenador del Barça, con el consentimiento de Joan Laporta, que en cuestión de pocas semanas se desdijo de la intención inicial de aceptar la marcha del entrenador egarense. Aquella era la decisión más fácil, la auspiciada por el ‘poli bueno’ de la directiva, el vicepresidente deportivo Rafa Yuste, felicitado públicamente, durante la reunión de urgencia convocada en casa del presidente, en la que no faltó el consabido catering de comida japonesa. La benévola iniciativa, que obedece al convencimiento del “más vale loco conocido que sabio por conocer”, ante la imposibilidad de encontrar un sustituto que fuera del agrado de la gran mayoría.

El escaso atractivo que ofrecían las alternativas de Rafa Márquez y Hansi Flick, jugaron a........

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