Mientras nos proponemos alcanzar metas personales y retribuir, el fin de año es el momento para visualizar los cambios positivos que podemos aportar al mundo en los próximos 12 meses. Al enfocarnos en el poder de hacer el bien, es tiempo de considerar cómo podemos ampliar nuestro impacto para hacer lo máximo posible.

En el mundo se ha prometido solucionar todos los grandes problemas de la humanidad para 2030, a través de los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los gobiernos se reunieron en 2015 y prometieron acabar con el hambre, la pobreza y las enfermedades, solucionar la corrupción, el cambio climático y la guerra, garantizar el empleo, el crecimiento y la educación, junto con una desconcertante serie de promesas mayores y menores, como desarrollar más jardines urbanos. Desafortunadamente, este año incluso la ONU ha admitido que estamos fracasando estrepitosamente. Prometer todo significa que nada es una prioridad.

Tenemos que insistir en que nuestros políticos sean realistas en 2024 y se centren primero en las acciones más eficientes. Incluso en nuestras propias donaciones de fin de año, deberíamos intentar conseguir el máximo beneficio posible por cada boliviano gastado.

Junto con mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, en los últimos años he trabajado con más de un centenar de los mejores economistas del mundo y varios premios Nobel para descubrir dónde cada uno de nosotros puede ayudar más en primer lugar.

Nuestros hallazgos, gratuitos y revisados por pares, que también pueden leerse en el libro Best Things First (Lo que sí funciona, en su edición en español), ofrecen una hoja de ruta para las 12 iniciativas más inteligentes que podrían implementar los políticos. Destacamos soluciones probadas, a problemas persistentes, que aportan inmensos beneficios a bajo costo. Se trata de políticas como la distribución de más mosquiteros para combatir la malaria, suplementos nutricionales para las mujeres embarazadas para aumentar las oportunidades del bebé incluso antes de nacer, o una mejor protección legal para garantizar los derechos de los agricultores pobres sobre sus tierras, aumentando la productividad.

En total, los políticos podrían destinar sólo 35.000 millones de dólares al año —un error de redondeo en la mayoría de las negociaciones mundiales—, para obtener inmensos beneficios: la aplicación de estas 12 políticas salvaría 4,2 millones de vidas al año y mejoraría la situación de la mitad más pobre del mundo en más de un billón de dólares al año. En promedio, cada boliviano invertido reportaría la asombrosa cifra de 52 bolivianos de beneficios sociales.

Pero al igual que estos objetivos generales deben inspirar y guiar a los políticos, también pueden guiarnos a la hora de hacer nuestras propias donaciones de fin de año para contribuir a un mejor 2024.

Tenemos que centrarnos más en la epidemia de tuberculosis. La tuberculosis es tratable desde hace más de 50 años, pero sigue matando a más de 1,4 millones de personas al año. La solución es bastante sencilla: Garantizar que más personas sean diagnosticadas y facilitar que los pacientes sigan tomando su medicación, que es necesaria durante seis agotadores meses. Muchas organizaciones impulsan estas sencillas soluciones, y usted puede ayudarlas. Creemos que los gobiernos también deberían aumentar su financiación. Sólo 6.200 millones de dólares anuales pueden salvar un millón de vidas al año en las próximas décadas. Cada boliviano aporta la asombrosa cantidad de 46 bolivianos de beneficios sociales.

También debemos prestar atención a formas baratas y eficientes de incrementar el aprendizaje de los niños en las escuelas. Las tabletas con software educativo utilizadas sólo una hora al día durante un año cuestan solo 21 dólares por estudiante y habilitan un aprendizaje que normalmente llevaría tres años. Los planes de enseñanza semiestructurados pueden hacer que los profesores enseñen de forma más eficiente, duplicando los resultados del aprendizaje cada año por sólo 9 dólares por alumno. Como individuos, podemos hacer donaciones a organizaciones que realizan un trabajo increíble en estas áreas. Y los gobiernos podrían, colectivamente, mejorar drásticamente la educación de casi 500 millones de alumnos de primaria en la mitad más pobre del mundo por menos de 10.000 millones de dólares al año —a largo plazo—, para generar aumentos de productividad por valor de 65 bolivianos por cada boliviano gastado.

También podemos ayudar mucho más en la salud materno-infantil. Los estudios demuestran que un simple paquete de políticas que mejore la atención básica y el acceso a la planificación familiar es increíblemente eficaz, y hoy muchas organizaciones están trabajando intensamente en estas áreas. Si pudiéramos convencer a los políticos de que destinaran menos de 5.000 millones de dólares anuales, podríamos salvar la vida de 166.000 madres y 1,2 millones de recién nacidos al año.

En las 12 políticas que hemos identificado hay organizaciones inspiradoras que realizan un trabajo increíble. Estas son las áreas en las que nuestras donaciones, y cualquier gasto público adicional, pueden tener un mayor impacto.

A medida que el año llega a su fin, se nos presenta la ocasión de liberarnos del interminable ciclo de negatividad. Las fiestas navideñas, con sus momentos de reflexión y celebración, nos animan a detenernos y hacer balance de los aspectos positivos de nuestras vidas y del mundo en general. Para 2024, no sólo tomemos la decisión de ayudar más, sino también de ayudar mejor. En los 12 meses que tenemos por delante, centrémonos en hacer las contribuciones más eficaces e impactantes para crear un mundo más brillante.

El autor es presidente del Copenhagen Consensus Center

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Ayudar más y mejor: un gran objetivo para el 2024

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23.12.2023

Mientras nos proponemos alcanzar metas personales y retribuir, el fin de año es el momento para visualizar los cambios positivos que podemos aportar al mundo en los próximos 12 meses. Al enfocarnos en el poder de hacer el bien, es tiempo de considerar cómo podemos ampliar nuestro impacto para hacer lo máximo posible.

En el mundo se ha prometido solucionar todos los grandes problemas de la humanidad para 2030, a través de los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los gobiernos se reunieron en 2015 y prometieron acabar con el hambre, la pobreza y las enfermedades, solucionar la corrupción, el cambio climático y la guerra, garantizar el empleo, el crecimiento y la educación, junto con una desconcertante serie de promesas mayores y menores, como desarrollar más jardines urbanos. Desafortunadamente, este año incluso la ONU ha admitido que estamos fracasando estrepitosamente. Prometer todo significa que nada es una prioridad.

Tenemos que insistir en que nuestros políticos sean realistas en 2024 y se centren primero en las acciones más eficientes. Incluso en nuestras propias donaciones de fin de año, deberíamos intentar conseguir el máximo beneficio posible por cada boliviano gastado.

Junto con mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, en los últimos años he trabajado con más de un centenar de los mejores economistas del mundo y varios premios Nobel para descubrir dónde cada uno de nosotros puede ayudar más en primer lugar.

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