Ha dicho Pedro Sánchez que gracias a él los partidos separatistas "hoy no están discutiendo sobre la declaración de independencia, están discutiendo sobre cuál va a ser el IVA del aceite de oliva, o cuál va a ser el abono y la bonificación al transporte público en los distintos territorios". ¿Entonces lo de reunirse en Suiza bajo la observancia de un mediador internacional es para hablar del aceite de oliva? El presidente va tan sobrado que lo primero que se le ocurre le vale como respuesta. ¿El traspaso de las competencias de inmigración a la Generalidad? Lo dice la Constitución, replica. Y se queda tan ancho, como diciendo ¿qué pasa? A ver si la directora de El País se va a atrever a llevarle la contraria.

No necesita dar muchas más explicaciones. De hecho, se las podría ahorrar todas perfectamente, pero debe hallar algún tipo de placer en vacilar a la prensa autorizada mientras obra milagros como el del exorcismo de Carles Puigdemont, a quien le habría sacado de la cabeza esa manía de la independencia de Cataluña. Qué cosas. No en vano le llaman oro líquido al aceite de oliva.

Lástima que en el partido de Puigdemont no compartan las teorías de Sánchez y en agudo contraste de pareceres insistan en el referéndum porque también se decía que la amnistía era imposible y ahora resulta que es hasta constitucional según el presidente. Eso y lo del IVA del aceite. Sin embargo, no es previsible que en la próxima reunión en Ginebra y en presencia del mediador salvadoreño se vaya a hablar del aceite. En cambio lo del referéndum está cantado. Orden del día: referéndum o referéndum. Que se vaya preparando Santos.

El secretario general de Junts, Jordi Turull, se malicia que hay gato encerrado, que no puede ser que Sánchez ceda en todo y que si lo llegan a saber no sólo habrían pedido las competencias de inmigración sino el traspaso del Museo del Prado, de los paradores y del hipódromo de la Zarzuela. El horizonte de un referéndum de autodeterminación acordado con el Gobierno y vinculante nunca había estado tan despejado. Y además con estímulos como la amnistía, la condonación de la deuda, el traspaso de los activos y competencias del Estado y el decidido apoyo del Gobierno en la caza de brujas contra el Poder Judicial y la derecha. Todo constitucional, según Sánchez. Muy constitucional.