La proposición de ley de la amnistía a los separatistas catalanes es un truño de descomunales dimensiones agravado por las enmiendas de los independentistas para asegurar que Carles Puigdemont y Marta Rovira puedan regresar a España en loor de multitud, para blanquear la inmensa fortuna de la familia Pujol, para borrar la condena por corrupción de Laura Borràs, para otorgar inmunidad al abogado Boye en el caso en el que se le investiga por blanqueo de capitales del narcotráfico y para eliminar la causa del 3%, entre otras bostas. En suma, un servicio completo, el "contador a cero" que dicen los nacionalistas hasta la próxima pendencia de los corruptos de Cataluña contra el Estado español que les oprime y no les deja robar tanto como podrían en una república independiente.

Hay que estar muy atentos a la evolución del asunto. La amnistía para los golpistas se está transformando en una amnistía para todos los delitos cometidos en Cataluña desde el preciso instante que se empezó a investigar a la familia Pujol y hasta el momento en el que entre en vigor la ley. Más de una década reducida a cenizas. La tesis es que a los Pujol no se les investigó por corruptos, sino por catalanes. Igual que a esa señora Borràs que se pasaba las normas de contratación por el forro del arco de triunfo para favorecer a un amigo. El perdón abrazará a todo aquel que haya delinquido siempre que haya sido en nombre de Cataluña, a todos los trincones, corruptos, chorizos y golpistas envueltos en la señera. Todo ello gracias a los siete diputados de Junts, la eterna Convergencia, en el Congreso de los Diputados. Y es que si fuera por Junqueras y Rufián, ERC habría votado a favor de la investidura de Sánchez por unos cuantos cacahuetes. La sustancia de fondo de la política en Cataluña sigue siendo el pujolismo y si ERC gobierna en la Generalidad es por el gen convergente presente en todos sus prebostes. He ahí a Aragonès o el mismo Junqueras, de vocación sucesor del Pujol de la Catalunya Cristiana.

El hecho diferencial es que el riesgo para el sistema democrático no está en los partidos separatistas, sino en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que dice tener una idea de España compatible con las ideas de quienes odian el concepto ciudadanos libres e iguales. No sólo se trata de la amnistía de Puigdemont. Esto va de la Cataluña de Pujol, el último reducto del supremacismo xenófobo, racista y mafioso, el lugar donde se puede lapidar a un familia por pedir clases de español para sus hijos, de la Cataluña del Palau de la Música, del 3%, de la inmersión lingüística, de las cuatrocientas familias, de la corrupción sin fin.

La amnistía lo engloba todo, hasta el terrorismo antes o después del lapso temporal que se determine. La llaman ley de amnistía cuando deberían decir ley de lo que tengo aquí colgado. Ahora ha salido un informe de unos letrados del Congreso que expresan ciertas dudas sobre la constitucionalidad de la amnistía. Conde-Pumpido padre todavía se está riendo. La legislatura promete. En un par de meses, amnistía. Ese Puigdemont entrando por El Prat. O por la Junquera. Las comisiones de investigación parlamentarias después. El "lawfare". La intemerata.