En cualquier organización o empresa humana, y con mucho más motivo en la Iglesia que tiene en su esencia una mirada y una misión sobrenatural, lo primero es fidelizar a los tuyos, a los que participan activamente del proyecto, a los que ya están dentro, procurando no desconcertarlos, no descolocarlos, y mucho menos confundirlos.

Viene esta reflexión a cuento de los temas tratados en la audiencia privada entre el Papa Francisco y la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, celebrada el pasado viernes en el Vaticano. Es la segunda que mantienen en poco más de dos años —la anterior fue en diciembre de 2021—, algo que llama la atención, porque la vicepresidenta Díaz no es la encargada de las relaciones con la Iglesia Católica, algo que corresponde al ministro de Justicia, Félix Bolaños.

A tenor de lo relatado por la propia Yolanda Díaz tras su encuentro con el Papa, que duró una hora, los temas tratados fueron los siguientes: la crisis ambiental, con una referencia expresa a los "pellets" aparecidos en la costa gallega; el tiempo de vida, el tiempo de descanso y el tiempo de trabajo, en el contexto de la reducción de la jornada laboral que pretende llevar a cabo la vicepresidenta segunda; la necesidad de democratizar las empresas; la desatención de la agricultura en el mundo; la necesidad de reformular la ONU; la desigualdad, la igualdad, las políticas públicas, la economía social y solidaria, y también las guerras en el mundo (Palestina, Ucrania, Yemen y otras).

Si nos atenemos a esta enumeración de temas, sale una media de 3-4 minutos por asunto, sin incluir el tiempo invertido en el saludo inicial y el intercambio de regalos al final, con lo que es fácil deducir que tampoco debió haber mucha profundidad ni detenimiento en las cuestiones tratadas.

Pero lo que más llama la atención no es la relación de temas tratados según la versión de Díaz, sino los no tratados. Seguro que al Papa, como máximo responsable de la Iglesia Católica, le tiene que preocupar la legislación que hay en España, impulsada y aprobada por el Gobierno social-comunista del que forma parte su interlocutora, en relación con, por ejemplo: el derecho a la vida del no nacido, la eutanasia, la ley del "sí es sí", la ley trans, la equiparación del matrimonio homosexual al matrimonio entre un hombre y una mujer, la mal llamada ley de memoria democrática, la libertad de educación, por citar sólo los más importantes.

El no tratamiento de estos temas en una audiencia entre el Papa y un miembro destacado del Gobierno es lo que ha podido descolocar a muchos católicos españoles, que esperaban que sí estuvieran presentes en la conversación, si no por iniciativa de la vicepresidenta, sí porque el Papa Francisco hubiera aprovechado la ocasión para expresar a la número tres del Gobierno su opinión contraria y su total oposición a estas medidas legislativas que, muchas de ellas, van claramente en contra del derecho natural, del bien común, del respeto a la dignidad y a la naturaleza humana, de la libertad individual, de la dimensión trascendente de la persona, y, en definitiva, atacan directamente los principios de la moral cristiana.

La crisis de valores morales que se sufre en muchas partes del mundo, pero más concretamente en Europa y específicamente en España, está en la raíz de muchos de los problemas que afectan a las sociedades. No me cabe ninguna duda que esa será una preocupación prioritaria de la jerarquía de la Iglesia, empezando por el Romano Pontífice, y siguiendo por los Obispos, sacerdotes y diferentes movimientos eclesiales. Aparte de tener esa preocupación, hay que emitir señales de que se está dando esa batalla, que no es solo cultural, sino, sobre todo, moral. De ahí, que algunos —entre los que me incluyo—, nos hayamos quedado perplejos ante el contenido de la audiencia de Francisco con la Vicepresidenta segunda del Gobierno.

Es de suponer que el Papa Francisco sabe y es consciente de la militancia comunista de Yolanda Díaz. Es de esperar que el Santo Padre le recordara la profundidad y la riqueza de la doctrina social de la Iglesia, como también le subrayara la labor importantísima que lleva a cabo desde hace muchos años Cáritas, las monjas que atienden hospitales, los comedores para personas que no tienen posibilidad de alimentarse, etc.

Si yo fuera asesor del Papa, que no lo soy ni lo pretendo, le aconsejaría que tuviera un gesto, que bien podía ser una audiencia en el Vaticano con una representación de todas esas asociaciones o movimientos en defensa de la vida, de los valores cristianos, de la institución de la familia, de la enseñanza, de la atención a los pobres y desfavorecidos, que también agradecerían un respaldo explícito del Jefe de la Iglesia, en una España gobernada por unos partidos —también el de Yolanda Díaz— que entre sus objetivos está el de arrinconar cuando no expulsar de la sociedad, y no digamos de la vida pública, a todos aquellos que se atreven a defender las raíces cristianas de esta sociedad y los valores que se derivan.

También le aconsejaría al Santo Padre que para saber lo que pasa en España y cómo está la salud moral de nuestra sociedad, amplíe su abanico de "informantes"; que no lo limite al que le puede proporcionar la exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con la que según fuentes eclesiásticas mantiene una muy buena relación, o con la vicepresidenta Díaz. Debe de ampliar el campo y no moverse sólo con interlocutores instalados en el terreno populista-comunista.

Por último, una confesión personal: hace muchos años que como creyente y practicante con muchos defectos, rezo diariamente por el Papa, sea quien sea, por sus intenciones, sin distinción de que humanamente sea más o menos simpático, más o menos cercano, y tenga más o menos capacidad de liderazgo para llegar a la gente, En todos estos campos, de los Papas que he conocido, San Juan Pablo II, hoy por hoy es imbatible. Para un católico, el Papa es el Vicario de Cristo en la tierra, y eso son palabras mayores. Seguiré rezando por el Papa Francisco.

QOSHE - De lo que no hablaron el Papa y Yolanda Díaz - Cayetano González
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De lo que no hablaron el Papa y Yolanda Díaz

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06.02.2024

En cualquier organización o empresa humana, y con mucho más motivo en la Iglesia que tiene en su esencia una mirada y una misión sobrenatural, lo primero es fidelizar a los tuyos, a los que participan activamente del proyecto, a los que ya están dentro, procurando no desconcertarlos, no descolocarlos, y mucho menos confundirlos.

Viene esta reflexión a cuento de los temas tratados en la audiencia privada entre el Papa Francisco y la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, celebrada el pasado viernes en el Vaticano. Es la segunda que mantienen en poco más de dos años —la anterior fue en diciembre de 2021—, algo que llama la atención, porque la vicepresidenta Díaz no es la encargada de las relaciones con la Iglesia Católica, algo que corresponde al ministro de Justicia, Félix Bolaños.

A tenor de lo relatado por la propia Yolanda Díaz tras su encuentro con el Papa, que duró una hora, los temas tratados fueron los siguientes: la crisis ambiental, con una referencia expresa a los "pellets" aparecidos en la costa gallega; el tiempo de vida, el tiempo de descanso y el tiempo de trabajo, en el contexto de la reducción de la jornada laboral que pretende llevar a cabo la vicepresidenta segunda; la necesidad de democratizar las empresas; la desatención de la agricultura en el mundo; la necesidad de reformular la ONU; la desigualdad, la igualdad, las políticas públicas, la economía social y solidaria, y también las guerras en el mundo (Palestina, Ucrania, Yemen y........

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