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La lectura performativa: del meme a la política

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16.12.2025

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La naturalidad es también una pose, y la más irritante que conozco.
Oscar Wilde

Todo empezó con un meme: los hombres están leyendo para hacerse los sensibles y poder manipular mejor a sus potenciales víctimas. La “lectura performativa” –fingir, con fines cuasi escénicos, que se está leyendo un libro– pasó a definir una expresión de esa misoginia que se encubre en una aparente actitud deconstruida, lo que sea que eso signifique en esta época. Inicio con este contexto para decir que este no será el lugar para debatir si los hombres leen para confeccionar una imagen o si, al contrario, leen con plena convicción. Creo que es posible aceptar ambas posibilidades como ciertas: la misoginia existe y usa algunos artificios sofisticados para engañar, lo cual no excluye que haya hombres auténticamente lectores; que haya hombres y mujeres que leen con voracidad y que provienen de diversos entornos: lectores de clase trabajadora o de clase media que usan sus horas de descanso en el trabajo, sus fines de semana, vacaciones o trayectos en el transporte público para poder avanzar en su libro. Ellos son la razón del presente texto.

Como todo meme, la lectura performativa se trasladó a nuestra realidad offline, transformándose en una pauta con la que juzgamos ya no ciertos hábitos lectores primordialmente masculinos, sino la “sinceridad” de la gente; al menos de quienes leen con regularidad. En su momento, antes de que la lectura performativa se implementara en nuestro léxico digital, la exgurú Marie Kondo recomendó tener en las bibliotecas personales únicamente treinta volúmenes, con el fin de mantener el orden de los interiores domésticos. Los libros no representan las ganas de leerlos, al contrario, son una invitación al caos. Para Kondo, una casa limpia, ascéticamente cuidada, conduce a la paz de sus habitantes.........

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