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Escritores sin mercado: los desterrados

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08.12.2025

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La frase, de entrada, es tan breve como áspera. Atenta contra la ambición artística, contra la idea humanista, por no decir romántica, de la literatura; contra la versión más amable que tenemos de nosotros mismos.  Me la dijo hace muchos años Jorge Herralde en la sobremesa de una comida en Coyoacán, en Ciudad de México. Hablábamos del destino de los escritores y de las escritoras de Venezuela, un país que –ya en ese entonces– empezaba a construir firmemente su derrumbe.  

En aquel momento, me sentí incómodo, traté de reaccionar con algún tipo de cuestionamiento, hice un manoteo un poco inútilmente. Los años le dieron la razón a Herralde.  Hoy las estadísticas son abrumadoras. Desde la llegada de la autodenominada “revolución bolivariana”, han desaparecido el 80% de las librerías y otros puntos de venta de libros. Según la Cámara Venezolana del Libro, actualmente solo hay 52 librerías en el país.  La crisis económica, que estalla en el 2013, antes de que se establezcan las sanciones internacionales que pueden alimentar la –tan eficaz como falaz– narrativa del “bloqueo,” es la consecuencia natural de todas las políticas implementadas por Hugo Chávez, perfecto ejemplo del populismo petrolero que –durante sus gobiernos– saqueó la riqueza nacional y destruyó la frágil institucionalidad de la nación.

El salario mínimo en Venezuela es aproximadamente, dependiendo de las variaciones cambiarias, de 1 dólar por mes.  Ese también es el sueldo de un profesor en cualquier universidad pública.  La gente hace maromas y se reinventa para trata de conseguir ganar 20 dólares mensuales.  Es lo mismo que vale un libro.  Chávez mandó a imprimir 500 mil ejemplares de Los miserables y ordenó que fueran repartidos........

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