Solo voy al bar una vez a la semana a comer con amigos. Poco a poco, desde que dejé el alcohol, he ido abandonando ese hábito, el de ir al bar. Antes solía ir a tomar un café o un refresco, pero los bares ya no tienen nada que ofrecerme, prefiero tomar café en mi casa. Creo que esto empezó durante la pandemia. No lograba entender cómo todas las autoridades cedían ante los eternos lloros de la hostelería hasta el punto de que con cientos de muertos diarios, no podías llevar a los niños al parque al aire libre porque estaba precintado, pero podías ir al bar a emborracharte.

La ministra Yolanda Díaz ha hablado esta semana de los horarios de los restaurantes. Que abren hasta demasiado tarde, dice. A la hostelería le ha escocido la mera mención a la posibilidad de cerrar antes, aunque lo que dijo la ministra no son más que palabras que no van a ir a ningún sitio, esté abierto hasta tarde o no. La eterna llorera de la hostelería está siempre ahí, da igual lo que se diga o haga. También se pusieron a llorar cuando se incrementó el número de inspecciones de trabajo en el sector, como si tuvieran algo que ocultar. Pero hay algunas de las reacciones por las palabras de la ministra que me han llamado la atención la margen de las de los hosteleros. Reacciones que aluden a nuestra cultura y a lo diferentes que somos del resto de Europa, motivos por los que es imposible, parece ser, un cambio en nuestras supuestas costumbres como la de ir al bar.

Todas las sociedades tienen sus costumbres. Eso no quiere decir absolutamente nada más que eso. No tienen ni que ser buenas. Es más, pueden ser unas costumbres dañinas y estúpidas, como por ejemplo, la muy española obsesión enfermiza con los bares. Hay demasiados bares en España y están demasiado llenos. Nuestras costumbres incluyen el poder comprar y consumir alcohol en cualquier momento del día o de la noche. ¿Pero realmente son nuestras costumbres? Lo dudo bastante.

España es un país secuestrado por rentistas, pero no solo por ellos. Como comenté más arriba, durante la pandemia los hosteleros fueron más tenidos en cuenta en muchas partes del país que el que tiene una mercería o una ferretería. Podíamos cerrar a cal y canto la mercería pero ni de lejos España estaba preparada para cerrar los bares. Forman parte de nuestra cultura. No sabemos qué hacer sin bares. Si el bar cierra a las diez de la noche, igual tenemos que hacer cosas diferentes, quién sabe, leer o dar un paseo, lo que sin duda son costumbres bárbaras y sin fundamento. Los españoles tenemos muchos defectos, y para mí la cultura del bar es uno de ellos. Cenar tarde también es una costumbre propia de salvajes sin cristianizar. Yo ceno a las ocho, pero claro, es que me levanto antes de las seis de la mañana para ir a trabajar. A decir verdad, ni siquiera tengo tiempo de ir al bar. Igual lo que pasa es que hay gente muy desahogada a la que la gente menos desahogada debe atender en los bares y restaurantes de este país. Lo de tener una vida es para quien se la puede pagar. Son nuestras costumbres aunque sean una basura.

QOSHE - Cultura de los bares - Jorge Matías
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Cultura de los bares

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07.03.2024

Solo voy al bar una vez a la semana a comer con amigos. Poco a poco, desde que dejé el alcohol, he ido abandonando ese hábito, el de ir al bar. Antes solía ir a tomar un café o un refresco, pero los bares ya no tienen nada que ofrecerme, prefiero tomar café en mi casa. Creo que esto empezó durante la pandemia. No lograba entender cómo todas las autoridades cedían ante los eternos lloros de la hostelería hasta el punto de que con cientos de muertos diarios, no podías llevar a los niños al parque al aire libre porque estaba precintado, pero podías ir al bar a emborracharte.

La ministra Yolanda Díaz ha hablado esta semana de los horarios de los restaurantes. Que abren hasta demasiado tarde, dice. A la hostelería le ha escocido la........

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