No es Alain Delon en sus buenos tiempos ni el general Rommel, pero yo sí veo a Pedro Sánchez heredando el apodo. El Zorro de la Moncloa porque amnistía a los débiles, imparte justicia en España –no como los jueces–, tiene planta para llevar antifaz y dotes de espadachín. Ya imagino a las ministras cantándole a coro, desmelenadas cual público del Benidorm Fest:

–¡Zorro! ¡Zorro! Zorro!

¿Acaso además de justo no debe ser divertido el socialismo?

El presidente del Gobierno ha bendecido Zorra para representar al Reino en Eurovisión, aunque yo he echado en falta una reparación de memoria histórica para Remedios Amaya, mujer luchadora que no levantó cabeza después de quedar penúltima en el festival del 1983 sin recibir un punto, cero zapatero, pese a defender aquel gran ¿Quién maneja mi barca?.

Sostiene Pedro Sánchez que “a la fachosfera (ahí les ha dado en los morros) le habría gustado el Cara al sol , pero a mí me gustan más este tipo de canciones”. Hombre, presidente, entre Zorra y el Cara al Sol siempre hay un término Perales, adalid del feminismo, no en vano exalta al hombre dialogante al que le ponen cuernos y se pregunta cómo es él.

Donde sí veo convergencia con la fachosfera es en los dos bailarines que flanquean en corsé y tanga a la cantante Mery Bas. Ya que marcan paquete –las cosas como son–, cosifican al varón y dejan a los españoles esmirriados a la altura del betún..., las chuflas están servidas. Se me parte el alma solo de pensar en mucho español casado, medio desnudo y dispuesto a darlo todo, siendo víctima en la alcoba del coro de la canción.

–Paco... ¡Zorro! ¡Zorro! ¡Zorro!

Plateado y no del desierto.

Para evitar que Zorra nos divida y los turistas con sombrero mexicano vayan soltando este verano “¡Hola, zorra!” a las españolas
–creyendo que es cariñoso–, propongo vestir de legionarios peludos a los dos bailarines en Malmö –conmigo que no cuenten– y así proyectamos una España no solo justa sino también portadora de los valores eurovisivos (vaya usted a saber). Y de paso damos lecciones sobre feminismo a los anfitriones suecos.