Hubo un tiempo en el que mentarle la madre a alguien era tan grave que incluso se perdonaba que el agraviado pusiera un ojo morado al insultador. Eso de llamar a alguien «hijodeputa» siempre me produjo una reacción instintiva de solidaridad con las putas. No olvido los certeros versos de sor Juana Inés de la Cruz: «¿O cuál es más de culpar,/aunque cualquiera mal haga:/la que peca por la paga,/o el que paga por pecar?». Si tu madre es una puta seguro que tiene más dignidad que quien la tomó pagando o forzando lo que no hubiera obtenido de otro modo. Muchas madres fueron llamadas putas tras ser abandonadas por quienes les prometieron amor eterno y ellas solas tuvieron que sacar adelante a esos hijos de su madre y de su padre, aunque las caritativas almas sólo insulten a la mujer.

Mi querida madre, a la que tanto recuerdo, siempre sintió una especial ternura por las madres de los políticos. La experiencia y algún disgusto le habían enseñado que cuando se quiere insultar a un representante público lo más fácil es cagarse en su madre o llamarla puta. A lo mejor por eso mi madre se hizo feminista en la madurez de su sabiduría.

Pero a lo que vamos. Llevamos semanas, incluso meses, escuchando a algunos grandes ideólogos y seguidores de determinados partidos, recorrer las calles de España al grito de: «Pedro Sánchez, hijodeputa». Lo del lío de la amnistía es lo de menos, lo importante es que es «lo mínimo que se merece», según los asesores de la presidenta de Madrid. No duden que en el pleno de investidura, seguro que más de uno para sus adentros, así llamaron a Sánchez, no una sino mil veces. Pero fue Isabel Díaz Ayuso la que verbalizó el pensamiento cuando en el hemiciclo atronaban palabras que aseguraban la implantación progresiva de una dictadura en España por parte del susodicho «hijodeputa».

Ya se sabe que, en las dictaduras lo más normal es insultar al dictador y después reírte tomando cañas diciendo que sólo dijiste que te gusta la fruta. Claro que en esta dictadura el supuesto dictador/hijodeputa no te lleva a un edificio tipo la Lubianka staliniana, ni te sirven un té envenenado con polonio como a Alexander Litvinenko o te abaten a tiros como a Anna Politkóvskaya, a cuyo asesino acaba de indultar ese Putin tan admirado por las ultraderechas del mundo. En esta dictadura sanchista en que vivimos es todo tan peculiar que parece una democracia a pesar de las exageraciones de quienes añoran volver a la dictadura franquista.

Si la amnistía me plantea dudas ninguna tengo respecto a que el debate político debe salir del territorio del insulto y volver al de la inteligencia del argumento. Mientras tanto, mi cariño a todas las madres que parieron hijos políticos y mi desprecio a esos políticos cuyo único razonamiento es insultar a las madres de los otros.

QOSHE - La dictadura del hijodeputa - María Antonia San Felipe
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La dictadura del hijodeputa

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18.11.2023

Hubo un tiempo en el que mentarle la madre a alguien era tan grave que incluso se perdonaba que el agraviado pusiera un ojo morado al insultador. Eso de llamar a alguien «hijodeputa» siempre me produjo una reacción instintiva de solidaridad con las putas. No olvido los certeros versos de sor Juana Inés de la Cruz: «¿O cuál es más de culpar,/aunque cualquiera mal haga:/la que peca por la paga,/o el que paga por pecar?». Si tu madre es una puta seguro que tiene más dignidad que quien la tomó pagando o forzando lo que no hubiera obtenido de otro modo. Muchas madres fueron llamadas putas tras ser abandonadas por quienes les prometieron amor eterno y ellas solas tuvieron que sacar adelante a esos hijos de su........

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