Quienes creen que, desde su luminosa noche, los muertos envían señales a los vivos y algunos malpensados cuentan que en la basílica de San Pedro del Vaticano se han detectado extraños tránsitos desde la noche en que se supo que el Dicasterio de la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), autorizaba a los sacerdotes a bendecir a parejas de gais y lesbianas y parejas de hecho heterosexuales. La agitación se dejó sentir en la tumba de Benedicto XVI, antes ocupada por Juan Pablo II, hasta que fue trasladado a la capilla de san Sebastián. Parece que ambos Papas se citaron junto al baldaquino de Bernini y que, tras saludarse y santiguarse, exclamaron: -¡Adónde vamos a llegar!

Parece una broma pero no lo es. Su espíritu invade la Curia vaticana donde la oposición al papa Francisco es poderosa y en España también. Nunca he entendido la problemática relación y obsesión que la Iglesia tiene con la sexualidad. No es que vaya a contracorriente, es que lleva siglos negando una realidad que, a buen seguro, se vivía con más naturalidad en tiempos del propio Jesucristo. Esto de bendecir a parejas homosexuales sólo es un tímido paso. Cerrar los ojos a la realidad social, como hace la Iglesia, no hace que ésta desaparezca sino que su negacionismo la aleja de muchos cristianos a los que les duele su intolerancia. Muchos creyentes se preguntarán si la Iglesia católica al bendecirles exorciza la maldición de ser homosexual porque, al parecer, serlo ya te excluye de la Iglesia sólo por amar a alguien de tu mismo sexo. Es todo bastante hipócrita porque en la Iglesia, como en la sociedad, también hay homosexuales. No olvidemos que negar o reprimir la propia sexualidad es lo que la ha llevado a gravísimos escándalos y a sumar innumerables víctimas con vidas truncadas. No creo que Cristo fuera tan implacable como quienes dicen representarlo en la tierra.

Durante el Concilio Vaticano II, el obispo de Canarias Antonio Pildain acudía a una de las sesiones en la que discutían una declaración a favor de la libertad religiosa. Allí coincidió con José María Cirarda, entonces obispo auxiliar de Sevilla, a quien le admitió que aquello iba a ser un gran error porque la Iglesia española siempre defendió lo contrario. Le confesó que había enviado una propuesta al Concilio que decía: «¡Ojalá se derrumbe la cúpula de San Pedro sobre nosotros antes de que aprobemos esto!». Pero que si se aprobaba lo defendería. La votación que autorizó el decreto sobre la libertad religiosa tuvo un resultado esclarecedor. Sólo hubo 70 votos negativos, la mayoría de obispos españoles, frente a los 2.384 votantes de todo el mundo.

Sabiendo que la dichosa bendición contempla la objeción de conciencia de los sacerdotes para aplicarla me pregunto qué hará la Iglesia española. ¿Bendecirá o maldecirá la realidad?

QOSHE - La bendición - María Antonia San Felipe
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La bendición

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23.12.2023

Quienes creen que, desde su luminosa noche, los muertos envían señales a los vivos y algunos malpensados cuentan que en la basílica de San Pedro del Vaticano se han detectado extraños tránsitos desde la noche en que se supo que el Dicasterio de la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), autorizaba a los sacerdotes a bendecir a parejas de gais y lesbianas y parejas de hecho heterosexuales. La agitación se dejó sentir en la tumba de Benedicto XVI, antes ocupada por Juan Pablo II, hasta que fue trasladado a la capilla de san Sebastián. Parece que ambos Papas se citaron junto al baldaquino de Bernini y que, tras saludarse y santiguarse, exclamaron: -¡Adónde vamos a llegar!

Parece una broma........

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