Son habituales las sonrisas en Navidad tras ver salir los corchos del cava como un cohete hasta impactar en el techo o contra algún comensal. Sin embargo no es habitual ver volando botellas para agredir a un concejal de otro partido en un salón de plenos municipal. El numerito perdonavidas del pluriempleado concejal y diputado de VOX, Javier Ortega Smith, lanzando una botella de agua a un concejal de Más Madrid durante el último pleno es más repudiable de lo que parece. La agresión física, como tal, es imperdonable. Sólo por ello este personaje debió dimitir al terminar la sesión, algo que ni ha hecho ni hará.

Pero en este episodio, lo peor es la frasecita con la que el de VOX abofeteó verbalmente a Eduardo Rubiño: «Ahora vas y lloras». La expresión no fue dicha al azar. Está elegida e interiorizada en el ideario ultra y expande un olor homófobo incuestionable dada la condición sexual de Rubiño. No duden que Ortega Smith, para sus adentros, pensó más o menos, algo así: «Ahora vas y lloras, maricón de mierda que te faltan huevos para estar a mi altura».

Me sentí muy solidaria con este concejal porque me trajo recuerdos de un pasado no tan lejano, un tiempo en el que los chulitos nos daban a las mujeres un trato despectivo y humillante. En 1983, en plena transición democrática, fui elegida alcaldesa contra todo pronóstico. Tuve que escuchar de algunos concejales muchas burradas ofensivas: «Tú, no tienes huevos para asumir ‘el mando’». En los plenos, lo de menos era el orden del día. Se usaban expresiones y actitudes implacables con el fin de acojonarme para ver si me echaba a llorar. Resistí. Querían demostrar que, por mi condición de mujer joven, era una histérica incapaz de afrontar eso que ellos llamaban ‘el mando’ que no es lo mismo que gobernar una ciudad. Era como volver a los tiempos en los que se negaba a la mujer la inteligencia y la capacidad de razonar. Recordé a Clara Campoamor, en 1931, durante el debate sobre el voto femenino en 1931 escuchando al diputado Novoa Santos hablar de la incapacidad natural del carácter femenino ya que, «el histerismo no es una enfermedad, es la propia estructura de la mujer». Para los ultras de todos los tiempos, las mujeres éramos y somos, en general, unas locas histéricas y los homosexuales unos enfermos que ensuciamos el pensamiento y extendemos la peste de la igualdad y la libertad entre la sociedad.

Creo que la exhibición de huevos de Ortega Smith indica que la violencia física o verbal retrata la falta de inteligencia de quienes la practican. Cojones tiene quien resiste sus afrentas. Los defensores del matonismo huevista olvidan que respeto y tolerancia, igualdad y libertad de pensamiento son principios inspiradores de la Constitución a la que tanto invocan cuando les interesa. ¡Paz y fraternidad en 2024!

QOSHE - Cuestión de huevos - María Antonia San Felipe
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Cuestión de huevos

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30.12.2023

Son habituales las sonrisas en Navidad tras ver salir los corchos del cava como un cohete hasta impactar en el techo o contra algún comensal. Sin embargo no es habitual ver volando botellas para agredir a un concejal de otro partido en un salón de plenos municipal. El numerito perdonavidas del pluriempleado concejal y diputado de VOX, Javier Ortega Smith, lanzando una botella de agua a un concejal de Más Madrid durante el último pleno es más repudiable de lo que parece. La agresión física, como tal, es imperdonable. Sólo por ello este personaje debió dimitir al terminar la sesión, algo que ni ha hecho ni hará.

Pero en este episodio, lo peor es la frasecita con la que el de VOX abofeteó........

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