La Universidad Eafit se lució en Medellín auspiciando el importante encuentro internacional de economistas el pasado diciembre-2023. Fueron muchos y de alto nivel los debates que allí se dieron sobre temas tan cruciales como transición energética, inclusión financiera, progresividad tributaria y, en general, bienestar social, en medio del convulsionado y cambiante debate de la última década.

Rodrik hizo allí entrega a Helpman de la presidencia de la asociación y optó por dar un balance académico sobre los principales temas allí discutidos. Pero, como veremos, Rodrik hizo honor a su bien ganada fama de “provocador” al llamar a la creación de un “nuevo paradigma económico” que logre integrar los espinosos temas arriba señalados.

De entrada, Rodrik se despacha contra el abominable “hombre de paja” que representa el decálogo del Consenso de Washington. Y, por supuesto, concluye que su “fracaso” requiere superar las políticas neo-liberales, para lo cual propone crear un nuevo paradigma que integre, por ejemplo, los desafíos de la transición energética. Este último constituye un desafío relevante y bien podría discutirse si requiere o no nuevo paradigma.

Pero lo que luce poco serio, académicamente hablando, es empaquetar como si fueran puramente ideológicos los principios de equilibrio público-privado que han estado detrás de claros éxitos socio-económicos en las últimas tres décadas.

Nos referimos al importante papel que han jugado las privatizaciones en sectores donde bien cabe la competencia o denigrar de los TLC, que han sido la clave del éxito en México y Chile. Chile logró reducir la pobreza a un dígito, reducir su Gini de 0,55 a 0,48 y focalizar su gasto pro-pobre gracias a la adopción de tales estrategias (ver cuadro adjunto).

Y, en la última década, el gran triunfador de los TLC viene siendo México al extenderlos al sector servicios bajo el Usmeca. Ambos se destacan como los países emergentes de mejor desempeño al interior de la Ocde (tema totalmente ignorado por Rodrik). Y resulta descabellado que Rodrik concluya que el problema con TLC es que “causan integración global, pero desintegración territorial” al interior de ellos. No, lo que ha estado detrás de tal éxito de emergentes ha sido la apertura comercial, los bajos aranceles, la tasa de cambio flotante y la independencia del Banco Central (que “el provocador” insinúa que habría que replantearse).

Esos discursos del “Presidential Address” no puede ser de una vía, sin dar espacio al debate serio. Debemos evaluar la validez de tal postulado de “nuevo paradigma”, al cual parece unirse nuestro “etiquetador par excellence” José A. Ocampo, quien reclama (recurrentemente) que políticas adecuadas solo caben bajo “sus escuelas Pos-Keynesianas o Neo-Estructuralistas”.

Un apretado resumen de recomendaciones del llamado Neo-Liberalismo nos permite distinguir principios básicos (relevantes), que nadie en sano juicio aplicaría a raja tabla a todos los casos de emergentes, como lo insinúa Rodrik. En particular, el Consenso de Washington (1989-2001) se fue construyendo sobre ciertos principios básicos, a nivel de las multilaterales, y hacia donde debían orientarse las políticas de países emergentes que lucían promisorios.

Dicho decálogo puede presentarse de forma simplificada así: i) a nivel fiscal deben apuntalarse ganancias en recaudo, focalizarse los subsidios a favor de los más pobres en áreas de educación-salud y mejor dotación de infraestructura; esto, en combinación con privatizaciones, debe ayudar a evitar excesivos déficits fiscales y proveer mayor eficacia publica; ii) a nivel de los mercados externos, se recomendaba tener una tasa de cambio competitiva (y, aunque no lo decía explícitamente, es bien sabido que esto solo se logra a través de la flotación cambiaria), promover el comercio internacional (evitando cuotas y elevados aranceles), atraer la inversión extranjera directa a través del respeto a los derechos de propiedad (lográndose el doble beneficio del financiamiento y la tecnología de punta); y iii) a nivel de los mercados financieros se recomendaba promover las tasas de interés reales positivas (para evitar la “represión financiera”, antes discutida) y mantener adecuados esquemas de supervisión financiera, ver Williamson (1989).

Y aunque dicho “consenso” ha sido objeto de duras críticas, continúa siendo de gran relevancia, acierto y justificación respecto de la agenda general hacia donde deben enfilarse las políticas macroeconómicas de los países emergentes. En muchos casos ha fallado su implementación o su coordinación entre los diferentes sectores (fiscales, externos y financieros), pero difícil pensar en abandonar tales principios básicos si es que realmente Colombia quiere volver a acelerar su crecimiento arriba del 4% anual, reducir el desempleo a un dígito, contener el déficit fiscal y externo por debajo de 3% del PIB.

Gran parte del desafío político que se tiene para los años venideros radica en explicar, hacer la pedagogía-amplia, sobre cómo este paquete ortodoxo venía mostrando resultados satisfactorios tanto a nivel macro como a nivel social en buena parte de América Latina. La gradualidad en sus progresos se explica tanto por “factores de dependencia-histórica” como de la “economía-política”. Pero, en general, se han tenido progresos significativos en Brasil, México, Chile, Uruguay, Perú y Colombia al comparar los años 2000-2019 (nada de lo cual parece reconoce Rodrik).

QOSHE - Paradigmas económicos - Sergio Clavijo
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Paradigmas económicos

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22.01.2024

La Universidad Eafit se lució en Medellín auspiciando el importante encuentro internacional de economistas el pasado diciembre-2023. Fueron muchos y de alto nivel los debates que allí se dieron sobre temas tan cruciales como transición energética, inclusión financiera, progresividad tributaria y, en general, bienestar social, en medio del convulsionado y cambiante debate de la última década.

Rodrik hizo allí entrega a Helpman de la presidencia de la asociación y optó por dar un balance académico sobre los principales temas allí discutidos. Pero, como veremos, Rodrik hizo honor a su bien ganada fama de “provocador” al llamar a la creación de un “nuevo paradigma económico” que logre integrar los espinosos temas arriba señalados.

De entrada, Rodrik se despacha contra el abominable “hombre de paja” que representa el decálogo del Consenso de Washington. Y, por supuesto, concluye que su “fracaso” requiere superar las políticas neo-liberales, para lo cual propone crear un nuevo paradigma que integre, por ejemplo, los desafíos de la transición energética. Este último constituye un desafío relevante y bien podría discutirse si requiere o no nuevo paradigma.

Pero lo que luce poco serio, académicamente hablando, es empaquetar como si fueran puramente ideológicos los principios de equilibrio público-privado que han estado detrás de claros........

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