La consultora, asociada a la UCLondon, ha escrito una obra bien documentada y provocadora: “El Gran Engaño” (M. Mazzucato y R. Collington, 2023). Su postulado central es que las grandes empresas dedicadas a la consultoría (tipo McKinsey, BCGroup, Bain) y a la auditoria (tipo Deloitte, PwC, EY y Kpmg) logran grandes utilidades a través de explotar a su favor debilidades estratégicas y gerenciales, tanto del sector privado como del sector público.

Argumentan ellas que esa “explotación”, completando un siglo desde el Taylorismo de “contabilidad de costos”, se ha agravado para el sector público desde las privatizaciones de 1980-1990s. Mazzucato y Collington le adjudican esa explotación de rentas públicas a la “agenda Neoliberal” impulsada por Reagan y Thatcher.

Y, efectivamente, también hubo miembros del partido Demócrata, liderados por Clinton (1993-2001), que se preocuparon por buena gestión y continuar así con sinergias público-privadas, en combinación con apertura económica (bajo Nafta). Gracias a ello obtuvieron los mejores resultados macroeconómicos del periodo: equilibrios fiscales y externos (… grave omisión de las autoras). ¿Y acaso fue “torpe” o más bien exitoso que muchos gobiernos buscaran la “tercera vía” (sinergias público-privadas), incluyendo Tony Blair y gobiernos de Australia y varios Nórdicos?

Dicen ellas que “el gran engaño” de dichas firmas consultoras-auditoras consiste en ofrecer: i) recurrentes servicios que poco añaden al entendimiento y solución de complejos problemas (especialmente en las áreas de salud y gestión pública); ii) debilitan la gestión Estatal al llevarse el mejor talento humano al ofrecerles jugosos salarios y carreras profesionales interesantes por su variedad temática y vinculación a una bien reconocida tecnocracia-global; y iii) “engañan” recurrentemente a gobiernos, tanto del mundo desarrollado (de allí obtienen 90% de sus utilidades, incluyendo Gran Bretaña, Dinamarca y Estados Unidos) como del mundo emergente (principalmente Asia, siendo África y América Latina mercados marginales, así sean fuente de desatinos por conflictos de intereses, siendo emblemático el caso de Sudáfrica).

Pero el gran problema que tienen Mazzucato-Collington para obtener una evaluación objetiva de dichos proyectos gubernamentales estratégicos es que no se cuenta con resultados “contrafactuales” (aquellos que hubieran ocurrido bajo la continuación de la gran expansión Estatal de los años 1960-1970s). ¿Dónde están los análisis costo-beneficio (cuantitativos) de las alternativas de no haber vuelto más eficiente el sistema de salud británico o de no haber optado por las concesiones viales al sector privado? Descalificar los resultados de la “tercera vía” simplemente porque las consultoras-auditoras expandieron su facturación es algo netamente ideológico.

Ni siquiera se tomaron la molestia las autoras de ilustrar cuál había sido el ciclo de rentabilidad patrimonial de dichas entidades privadas; simplemente las califican de “siempre extraordinarias”, como si no hubiera competencia entre ellas a nivel global. Lo que sí es un gran engaño argumentativo es concluir que tales firmas tienen la gran capacidad de engañar todo el tiempo a todos los mercados (… ¿De verdad?).

Más bien parece que ellas forman parte del gran engaño al invitar a gobiernos de izquierda a “consultar ” más bien con UCLondon-Consultores, de las cuales son socias, en vez de las abominables (arriba mencionadas). Hemos sabido que sus honorarios y recomendaciones hasta se parecen al de las consultoras-auditoras que critican. No es casual el rechazo las autoras a que el sector privado realice eficientemente las tareas de recolección de las basuras (p.93) o la elaboración de los pasaportes (p.41), donde la agenda Mazzucato-Petro claramente converge (para desgracia de los ciudadanos).

Se lee al concluir su libro: i) “debe tenerse una visión, relato y cometido nuevo para la función pública … adaptarse a información incompleta, ceñirse a las necesidades ciudadanas”; pero todas son vaguedades, imposible no desearlas; ii) “invertir en capacidades internas públicas”; ¿Pero si los sueldos públicos no son competitivos y pulula la corrupción, como ocurre en México y Colombia, cómo lograrlo?; iii) “integrar el aprendizaje para no tener que repetir las consultorías”; pero si cada empresa pública tiene sus propias fallas, ello requiere análisis particular; iv) “divulgar los conflictos de intereses”; este sí es un aporte importante, que las propias autoras han debido aplicar al aclarar, de entrada, que ellas trabajan para la “Consultora UCL”, cobrando honorarios similares a los de McKinsey y en ocasiones pagados por cuentas de terceros, desde la Cepal.

Y nadie que crea en mercados, como yo, puede concluir que los servicios UCL están sobrevaluados (cobrando por conferencia US$100.000); si el sector público o privado se los pagan, pues debe ser que generan algún valor agregado. Esa debe ser la misma conclusión a la que llega el sector privado al contratar a tales firmas consultoras-auditoras. De lo contrario, sería muy extraño que estuvieran teniendo ese éxito recurrente; sin embargo, las contrataciones del sector público, como en el caso Mazzucato-Petro, bien pueden obedecer a intereses más bien políticos de parte y parte.

QOSHE - Mazzucato … “¿Yo también…?” - Sergio Clavijo
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Mazzucato … “¿Yo también…?”

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26.03.2024

La consultora, asociada a la UCLondon, ha escrito una obra bien documentada y provocadora: “El Gran Engaño” (M. Mazzucato y R. Collington, 2023). Su postulado central es que las grandes empresas dedicadas a la consultoría (tipo McKinsey, BCGroup, Bain) y a la auditoria (tipo Deloitte, PwC, EY y Kpmg) logran grandes utilidades a través de explotar a su favor debilidades estratégicas y gerenciales, tanto del sector privado como del sector público.

Argumentan ellas que esa “explotación”, completando un siglo desde el Taylorismo de “contabilidad de costos”, se ha agravado para el sector público desde las privatizaciones de 1980-1990s. Mazzucato y Collington le adjudican esa explotación de rentas públicas a la “agenda Neoliberal” impulsada por Reagan y Thatcher.

Y, efectivamente, también hubo miembros del partido Demócrata, liderados por Clinton (1993-2001), que se preocuparon por buena gestión y continuar así con sinergias público-privadas, en combinación con apertura económica (bajo Nafta). Gracias a ello obtuvieron los mejores resultados macroeconómicos del periodo: equilibrios fiscales y externos (… grave omisión de las autoras). ¿Y acaso fue “torpe” o más bien exitoso que muchos gobiernos buscaran la “tercera vía” (sinergias público-privadas), incluyendo Tony Blair y gobiernos de Australia........

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