Gastronomía de judíos y conversos
Las leguminosas son ciertamente nutritivas, al ser ricas en carbohidratos y proteínas. Son además apetitosas y dejan la panza llena, con sensación de repleción, de haber comido como Dios manda. Algo de inapreciable valor otrora para los trabajadores que sudaban la gota gorda. La fabada clásica es un plato de cristiano viejo, que lleva varias carnes de cerdo y la misma sangre del animal que va en las morcillas. Con ella se marcaban las distancias con los judíos y los nuevos conversos, sospechosos de judaizar. Las creencias religiosas condicionaron el yantar de los gallegos, en su inmensa mayoría practicantes devotos de una sencilla gastronomía de restauración, puesto que para otra mejor no había posibles. Esto aconteció por lo menos hasta la celebración del Concilio Vaticano II, en la década de 1960. Hay que señalar, por cierto, en este sentido, que las alubias presentaban el inconveniente de no constituir un plato de vigilia, como sí........
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