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El paso del tiempo
En mi casa, a modo de objeto decorativo, hay varios relojes. Todos funcionan, pero ninguno está en hora, cada uno marca la suya. Las agujas giran libres en su horario inventado, sin tener en cuenta si es o no el real. Muestran sus propios tiempos. En algún lugar de la casa, ya no sé dónde, también reposa olvidado el reloj que tantos años llevé en la muñeca. Un día, no recuerdo cuándo ni por qué, lo quité y nunca más volví a él. Eso es lo que nos pasa tantas veces en la vida, que nunca sabemos cuándo es la última vez que hacemos algo. Mejor así, sería vivir con demasiada intensidad las cosas más sencillas. Y llegaría a ser insoportable. Ya son suficientes las fechas y horas marcadas por adioses........
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