Los números y yo nunca nos hemos llevado bien. En nuestra relación siempre ha habido un gigante muro que ha hecho imposible una relación. Ni mi hermana ni yo heredamos el talento para las matemáticas que tenía nuestro padre, qué se le va a hacer. Nunca he conseguido superar mi incapacidad para entender ese mundo lleno de cifras, decimales y demás conceptos. Hasta mi jefe en este periódico sufría cuando yo tenía que trabajar con números y elaborar una información. Nunca tenía claro si había que multiplicar o dividir, si aplicar una regla de tres u otra operación, y no detectaba si esos resultados imposibles lo eran por exceso o defecto. Así que he establecido con ellos un pequeño acuerdo. Cuando me superan, me dejan que los simplifique y les ponga una historia, así nos vamos entendiendo un poco mejor.

7.291 personas mayores murieron en Residencias sin recibir atención médica tras la aprobación, por parte del Gobierno Ayuso, del Protocolo que impedía trasladarlos al hospital. De eso hace ya 1.426 días. A pesar de mi incapacidad matemática, sé que 7.291 muertos son una atrocidad. Pero entiendo mucho mejor ese horror cuando escucho los desgarrados relatos de las familias. Pensemos en los nuestros. En las veces que hemos corrido hacia el hospital, con el corazón a punto de estallar y aguantando las ganas de llorar, pero esbozando una sonrisa para decirle que todo iba a estar bien. Las horas y noches pasadas cogiendo su mano y susurrando palabras, tragando tu propio miedo, para que el que veías en sus ojos desapareciera. Los abrazos dados para que sintiera que no estaba sola y que la querías más que a nada. Las comidas preparadas con esmero, aún sabiendo que el hambre casi nunca estaba, y que cuando al menos dos cucharadas llegaban al estómago, ya tenías tu alegría del día. Los cuidados para que se sintiera protegida y mimada, porque sólo querías eso, mimarla. Piensa entonces que alguien hubiese impedido esos consuelos que tanto necesitaba, simplemente porque había otros intereses más monetarios que proteger. Ahí ya entiendes de golpe todo el dolor y la rabia de las familias a las que no se les permitió dar el último beso y que además tendrán que cargar para siempre con un sentimiento atroz de culpa y una pena que arrastrarán de por vida. Ahí es cuando el desamparo y la crueldad con la que se trató a esas 7.291 personas que murieron solas y lejos de los suyos, te debería caer encima dejándote el alma rota. Si conviertes ese número, 7.291, en uno, en el de tu ser querido, es cuando vas a comprender la inmensidad de la tragedia. Y a lo mejor así, correríamos más a abrazar a esas familias desoladas y a exigir responsabilidades, sin ningún tipo de justificación.

QOSHE - 7.291 - Sonia Torre
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7.291

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12.02.2024

Los números y yo nunca nos hemos llevado bien. En nuestra relación siempre ha habido un gigante muro que ha hecho imposible una relación. Ni mi hermana ni yo heredamos el talento para las matemáticas que tenía nuestro padre, qué se le va a hacer. Nunca he conseguido superar mi incapacidad para entender ese mundo lleno de cifras, decimales y demás conceptos. Hasta mi jefe en este periódico sufría cuando yo tenía que trabajar con números y elaborar una información. Nunca tenía claro si había que multiplicar o dividir, si aplicar una regla de tres u otra operación, y no detectaba si esos resultados imposibles lo eran por exceso o defecto. Así que he establecido con........

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