Salirse del plato
Comer en verano tiene tanto de hobby como de obligación. Los compromisos se mezclan con la agenda personal y mirar fuera de la carta pasa a formar parte de la maleta veraniega, sobre todo de la de todos aquellos que se dedican a recorrer el abanico del paladar. El gusto de los practicantes del buen yantar tiene en el estío cheque en blanco para el exceso. Y no solo para los sabios en el arte de la gastronomía, las demasiadas citas alrededor de la mesa son contagio que se admite como una amnistía con malversación aprobada por unanimidad popular. Todos lo sabemos y vacacionamos con el mapa de ruta abierto a dejarnos tentar por la nariz y el regusto. Darle veraneo al cuerpo, tiene haz y envés y lleva implícito el disfrute interior de digerir lo que más nos deleita disponiendo de pista libre en la entrada de novedades. No sirve la justificación de que el........
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