Deambulando
Galicia se vacía en las aldeas del interior; las costeras el mismo litoral resisten por la demanda de playas. En esta provincia costera de Lugo do me hallo, el interior sería hasta más allá de una docena de kilómetros de la costa a donde la colonización del eucalipto llega más allá de esa frontera. Dicen que los madereros se ponen las botas; las comunidades de montes, menos. El eucalipto es la fuente de riqueza de esta costa. Las talas del bosque son continuas y al año siguiente sin necesidad de replantar de los tocones salen unas ramas que alcanzará más allá de la estatura de un humano. Lo peor de este árbol, que un monje importó de Australia, es que amén de secar toda la capa freática por su avidez de agua es que las hojas nunca aumentarán el humus porque tienen un fuerte componente de taninos, esas sustancias, que cual la sal, improductivas las tierras dejarán. La avidez de madera de las celulosas del entorno, la de Pontevedra y Navia, es de tal calibre que ellas solas precisarán de toda cuanta madera se produzca, salvo esa que se acumula, destinada a la exportación para otras fábricas de papel, en enormes depósitos en los puertos de a Mariña lucense, llámense Burela o Ribadeo. No quiero ni imaginar a los de Altri instalando una celulosa en el rio Ulla con una demanda de caudal millonaria a costa del río. De ser así el eucaliptal se adentraría hasta las mismas puertas de la capital lucense, aunque en este momento los eucaliptos han colonizado grandes masas forestales donde antes prosperaba el carballo, el sauce o salgueiro o los mismos pinos, juntamente con el álamo o chopo y en las orillas de los ríos antes abundantes........
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