¿Podrían Donald Trump y sus simpatizantes eliminar al narcotráfico mexicano de consolidarse su muy probable asunción al poder por segunda ocasión en Washington en noviembre de este 2024? Así lo ha ofrecido el magnate, presunto responsable de una considerable cantidad de delitos. Discutible. ¿Lo quieren realmente? Improbable.

Estados Unidos es el principal consumidor global de drogas, padece de un empecinamiento adictivo sobre el cual el vecino del norte, cultural e institucionalmente, carece de capacidades creativas y voluntades gubernamentales superiores a los intereses económico-delictivos de los propios criminales estadounidenses.

Además, Trump ha promovido interrumpir la circulación marítima de aquellas naves vinculadas al tráfico de los precursores del fentanilo, asociado a más de 100 mil muertes anuales por desconocimiento y sobredosis. La sombra esquemática de sus propuestas es tan flamable como irrealizable.

El líder político se cierne internacionalmente como el problema o la variable número uno de atención de Claudia Sheinbaum Pardo, la candidata presidencial más aventajada y la primera en reunirse con la American Society, así como una de las dos, con Xóchitl Gálvez, de hacerlo con congresistas estadounidenses con quienes se encontró también este martes el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

El talento político mexicano, exhibido por Sheinbaum en la capital nacional en su confrontación de los organismos delictivos de alta peligrosidad, sin dañar en absoluto la narrativa presidencial, con resultados tan efectivos como más de 2 mil 300 detenciones de alto impacto hasta junio del 2023 y disminución del homicidio doloso en 50 por ciento, es mucho más que el marco unitario de las formalidades de las fotografías en los mítines. Tiene considerable potencial convergente.

En ese sentido, la noticia de la Corte de Apelaciones de Boston, dando verosimilitud a la idea de que los traficantes de armas son alentadores activos de la oferta ilegal para uso de cárteles, es un elemento merecedor de observación, acción y mérito.

La inteligente estrategia de colocar en el centro del sistema jurídico estadounidense la tensión esencial de la oferta mercantil de armas y la obligada limitación ética del uso y abuso de las mismas, deberá ser reconocida como una aportación extraordinaria del equipo del entonces canciller Marcelo Ebrard. Una enorme pregunta es quién será el gestor de la relación con Trump en un escenario de violencia criminal internacional y de intereses globales, en competencia con capacidades del Estado mexicano.

Este martes, el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX se reunió con el titular de la Fiscalía General de Justicia, Ulises Lara. Las alusiones a la complejidad del escenario de la seguridad partieron de lo local a lo global. El gobierno ahora encabezado por Martí Batres Guadarrama tiene mucho qué decir alrededor de la clave uno: determinación política eficiente ante la inseguridad.