Si bien es cierto que cambia poco la intención del voto por los debates, también debe considerarse que es la manera para que en tiempo y espacio los ciudadanos conozcan a los aspirantes a gobernar.

En muchas ocasiones son los equipos de las y los candidatos quienes definen el mecanismo a seguir, prevaleciendo la opinión de quienes aparecen como favoritos, son quienes buscan no arriesgar porque podrían surgir circunstancias que trasciendan en lo que reste de las campañas.

En pocos casos los debates han cambiado la perspectiva de los electores. El más sonado fue el de 1960 en EU cuando el debate con motivo de las elecciones presidenciales dio un giro significativo. Richard Nixon llevaba ventaja sobre John F. Kennedy, pero el debate cambió las cosas. Se ha analizado en innumerables ocasiones lo sucedido y una de las grandes conclusiones fue la forma en que cada uno de los candidatos apareció en pantalla no sólo en función de sus participaciones, fue fundamental la forma en que iban vestidos, su actitud y hasta si estaban rasurados.

Lo que pasó en aquella ocasión terminó por ser un aprendizaje colectivo para quienes participarían en debates. No se pueden menospreciar los debates y sin la menor duda hay que ir preparados.

Se ha dado el caso de candidatos que no han ido a los debates, lo cual les terminó por salir caro. Sucedió hace algunos años con Lula en Brasil, lo cual fue visto de manera muy crítica por los electores. También recordemos que López Obrador se ausentó de uno de ellos bajo el supuesto que tenía una considerable ventaja, al final en medio de una elección altamente cuestionada terminó por perder. Muchas cosas pasaron en esa elección, pero su ausencia fue considerada por muchos de sus potenciales electores como un factor negativo.

El domingo nadie se va a perder el debate. No hay pistas claras de qué pueda pasar. La lógica indica que parte del debate se concentrará en lo que la candidata del oficialismo y la oposición harán, se augura que se la pasarán enfrascadas en discusiones.

Jorge Álvarez Máynez tendrá que hacerse valer para que los ciudadanos sepamos quién es, porque su principal problema está en que es un desconocido para la mayoría de la población.

Claudia Sheinbaum es una buena debatiente. Su experiencia como maestra y sus grados académicos la han colocado en constantes discusiones y tiene experiencia. Le contábamos ayer que en el caso de su participación, cuando fue candidata al gobierno de la capital en 2018, fue notorio que en algunos temas de plano no quería hablar y se notó. Le puede ganar su poca tolerancia, pero presumimos que es un asunto en el cual se ha estado trabajando, se ven actitudes poco amigables en su campaña.

Xóchitl Gálvez llega en algún sentido tocada. En medio de la guerra sucia se dio a conocer un video de su hijo de hace un año que le cambió el esquema de su ruta. Por más que se hayan presentado voces sensatas estuvo fuerte la sacudida. Queda la impresión de que hay una especie con este caso de que cada quien se quedó con su golpe en referencia a los hijos del Presidente, aunque en este caso se van agolpando las grabaciones, sin que haya una respuesta, de no ser que el Presidente diga que no les han demostrado nada, lo cual no significa que no esté pasando nada.

Xóchitl tendría que imponer condiciones desde el principio para jalar la atención y obligar, al menos un poco, a que la candidata del oficialismo salga de una zona de confort.

El debate es parte de la democracia. Es relevante que no nos pase de largo. El domingo es la oportunidad de ver cara a cara, conocer sus expresiones y reacciones, por más que por momentos todo sea monólogo, a quienes quieren gobernarnos; veamos y vayamos decidiendo.

RESQUICIOS.

Algo pasa en Morelos. La ventaja de la candidata oficial se ha reducido a lo que se suma el desprestigio del gobernador con licencia. Suponemos que Adán Augusto es la búsqueda de la recuperación, no vaya a ser que no les alcance.

QOSHE - Ver para ir decidiendo - Javier Solórzano Zinser
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Ver para ir decidiendo

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05.04.2024

Si bien es cierto que cambia poco la intención del voto por los debates, también debe considerarse que es la manera para que en tiempo y espacio los ciudadanos conozcan a los aspirantes a gobernar.

En muchas ocasiones son los equipos de las y los candidatos quienes definen el mecanismo a seguir, prevaleciendo la opinión de quienes aparecen como favoritos, son quienes buscan no arriesgar porque podrían surgir circunstancias que trasciendan en lo que reste de las campañas.

En pocos casos los debates han cambiado la perspectiva de los electores. El más sonado fue el de 1960 en EU cuando el debate con motivo de las elecciones presidenciales dio un giro significativo. Richard Nixon llevaba ventaja sobre John F. Kennedy, pero el debate cambió las cosas. Se ha analizado en innumerables ocasiones lo sucedido y una de las grandes conclusiones fue la forma en que cada uno de los candidatos apareció en pantalla no sólo en función de sus participaciones, fue fundamental la forma en que iban........

© La Razón


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