Conocí en Madagascar una de las especies de la avispa-caza-tarántulas y su nombre científico es Callicurgus anulatus. Entre nosotros la más común pertenece al género Pepsis, negra con alas rojas. Es verdaderamente una avispa hermosa. Justin Schmidt, biólogo norteamericano nacido en 1947 se hizo picar de varios insectos, avispas y hormigas, para confeccionar la lista de las picaduras más dolorosas. El nivel más intenso de dolor es 4. Las diez picaduras más dolorosas son las siguientes de menor a mayor dolor:
10. Abeja.
9. Hormiga de fuego.
8. Hormiga de la acacia.
7. Avispones.
6. Avispa germánica.
5. Abeja de la miel. Su picadura es como “una cerilla que te quema el pie”.
4. Hormiga roja cosechadora.
3. Avispas de papel.
2. Avispa caza-tarántulas. “El dolor es cegador, fiero, eléctrico. Como si un secador de pelo cayera sobre tu baño de burbujas”.
1. Hormiga bala, o conga, o veinticuatro “un dolor puro, intenso, brillante como andar sobre brasas incandescentes con clavos oxidados de siete centímetros taladrando el tobillo”. Así fue el dolor que me duró las 24 horas, el 24 de diciembre, en la selva hace unos años. La hormiga conga (paraponera clavata) es negra con reflejos rojos y es más grande que cualquier otra hormiga y se encuentra en las selvas húmedas del continente americano. Su picadura alcanza el máximo nivel del dolor: 4.
A lo largo del camino hasta llegar a la zona de páramo los árboles están adornados con muchas bromelias de todos los tamaños. Estas plantas son epífitas, no parásitas, aunque algunas crecen directamente en la tierra. Existen decenas de especies de bromelias y la más famosa de todas es la piña. La presencia de tantas bromelias adheridas a los troncos de los árboles habla de la buena vitalidad de los bosques. Las inflorescencias de las bromelias son vistosas y de variados colores: rojas, amarillas, lilas. En el departamento de Nariño a las bromelias de monte las llaman vicundos. Creo no haber visto en ningún bosque de Colombia tal aglomeración de bromelias como en la isla Corota, de la Laguna la Cocha de Nariño.
Un caminito recorre la pequeña isla y hay árboles que no parecen soportar un vicundo más. Me encanta fotografiar bromelias en el monte, especialmente las de gran tamaño y a ellas les debo agradecimiento porque en algunos páramos secos de Colombia, muy raros por cierto, como en la cima de Perijá, sólo se consigue agua en las corolas de las bromelias. Se filtra con pañuelo, pues a veces allí se encuentran pequeñas ranas. Las hojas de las bromelias son verdes, rojas y también amarillas.
Durante las etapas del viaje se avanza por caminos abiertos a la inmensidad. Todo el tiempo se camina entre bellos bosques de cordillera con paisajes a lado y lado hasta donde se pierde la vista. Así se goza del espectáculo de montañas totalmente cubiertas de bosques con alguno que otro claro en sus laderas. Las casas de los campesinos se pueden contar con los dedos de una mano y se encuentran perdidas entre los bosques.
La organización de Wilson Álvarez, muy inteligentemente, quiere incluir a los campesinos y a los indígenas en el turismo para que así ganen dinero, colaboren en la logística, faciliten los permisos de paso y ayuden a preservar el medio ambiente. Avanzamos despacio, a ritmo de observador y fotógrafo de aves. En el camino nos encontramos un poblado kogi. Nos detuvimos largamente para admirarlo y fotografiarlo.