Las primarias celebradas el 22 de octubre más que sorprender, alarmar, disgustar y generar cuestionamientos por parte de voceros de sectores que no tuvieron participación en las mismas, debieron ser aceptadas y asimiladas por estos como un hecho político e histórico revelador, una muestra fidedigna de la profundidad e intensidad de los males que se han acumulado en el cuerpo social, imprescindible, como clara advertencia, para adecuados diagnósticos; en fin, una muestra que puede tener infinidad de lecturas y consecuencias que influirán o determinarán la elaboración de las futuras páginas de la historia de Venezuela.

Las largas colas con caras de venezolanos alegres, abrazos y conversaciones entre vecinos que tenían tiempo que no se reunían en una fiesta democrática; una masiva y fervorosa asistencia, la manera espontánea en que lo hacían, solo movidos por la voluntad de cambio, eran muestra de una respuesta de los ciudadanos a los desafíos de la miseria, al control que han sido sometidos por el actual régimen; y una participación con esas características desde las primeras horas del evento electoral ya anunciaba que algo grande estaba sucediendo, solo que lo corroboraríamos al contar los votos. Me decían con gran emoción los cumaneses, cuando hacía el recorrido por los centros de votación de La Llanada, Brasil, Bolivariano, entre otros: “esto no lo detiene nadie, el pueblo perdió el miedo”.

Sin duda alguna, frente a las situaciones de miseria, de desigualdad y constante flujo migratorio, que cada día desintegra más a las familias de este maltratado país, los venezolanos han decidido actuar, luchar por sus derechos, porque estas son las condiciones materiales que cualquier individuo debe poseer para la elección de un plan de vida y el ejercicio de la autonomía, no hay otras. La sociedad civil habló o más bien gritó el 22 de octubre.Fue una estruendosa explosión democrática con manifestaciones nacionales e internacionales, que todos presenciamos. Nada podrá borrar de la memoria las imágenes de esta masiva participación electoral ni los resultados que ella produjo.

Un evento de innegable importancia y trascendencia que nadie podrá enlodar, menospreciar ni suprimir, cuando lo que conviene a todos es tenerlo muy en cuenta y valorarlo en sus justas dimensiones para un adecuado diagnóstico, pues tiene el mismo una gran significación para el futuro político venezolano, tenida en cuenta las circunstancias previas y contemporáneas que intervinieron en su realización y también en orden a sus proyecciones. Nadie que esté dotado de capacidades políticas o de buenos asesores dejará de advertir (aunque no lo reconozca y menos lo diga en público) que a pesar de tantos obstáculos más de 2.400.000 electores se manifestaron en las urnas y la candidata María Corina Machado obtuvo el 90% de esos votos; no está demás insistir en indicar que el impacto de este comportamiento electoral así como alegró a muchos (a la gran mayoría de los venezolanos), alarmó y disgustó a otros. Lo cierto es que calculados o no por los expertos electorales que nos adversan, esos números infunden temor y analizados en conjunto con la gran manifestación espontánea que los produjo, cualitativamente, solo demuestran o corroboran que los males son profundos e intensos, que son de tal magnitud que han hecho perder el miedo, que, como dicen los sucrenses, “a un pueblo decidido no lo detiene nadie”.

Por tal razón no pueden interpretarse inadecuadamente los resultados de esos escrutinios. Claramente están presentes en ellos, como factores determinantes, elementos de variable contenido histórico, político, económico y social; una complejidad que requiere de un mayor análisis y de una inteligencia política que entienda que se está tratando con una sociedad que ha abierto muy bien los ojos, “que ya no se chupa el dedo” y que ha buscado (y aún continúa haciéndolo con mucha determinación) cambios que han sido frustrados; una sociedad activa que lucha y resiste por el sufrimiento y la desesperación que produce vivir en condiciones deplorables, impulsada por ciudadanos que no solo han perdido la calidad de vida sino que temen enfermarse y por sus vidas,los cuales han identificados en María Corina la líder que producirá los cambios necesarios que merecen sus vidas. Más que preocuparse por números que aumentarán sustancialmente, la realidad emplaza a ocuparse de estos males, a entender el porqué se ha generado esa gran empatía entre el pueblo venezolano y María Corina Machado.

El indiscutible ascenso de María Corina Machado (justo sería reconocerle con ocasión de estos reveladores resultados) se debe no solo a la honestidad, seriedad, perseverancia y coraje que como líder ha mostrado en toda su trayectoria de lucha política, también a la claridad con la cual ha comunicado sus ideas en todos los órdenes, al punto que le ha presentado a Venezuela un programa creíble y viable para construir un país distinto. La ciudadanía pide a gritos ese país diferente que María Corina cree posible y está dispuesta a aguantar sol, lluvia y, en fin, el sacrificio que las circunstancias demanden, para lograrlo.

María Corina tiene en sus manos ese mandato, esta nueva posibilidad le permite estabilizar su posición política, sobrevivir segura en el medio que la rodea y lograr dotar a su contexto político de una cierta previsibilidad específica para dar junto a sus aliados una lucha superior que trascienda a intereses partidistas o personales y cuyo centro de gravedad sea la ciudadanía que quiere salir de esto y aspira una nueva Venezuela. Es la hora de los ciudadanos.

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José Gregorio Contreras: Con resultados reveladores

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13.11.2023

Las primarias celebradas el 22 de octubre más que sorprender, alarmar, disgustar y generar cuestionamientos por parte de voceros de sectores que no tuvieron participación en las mismas, debieron ser aceptadas y asimiladas por estos como un hecho político e histórico revelador, una muestra fidedigna de la profundidad e intensidad de los males que se han acumulado en el cuerpo social, imprescindible, como clara advertencia, para adecuados diagnósticos; en fin, una muestra que puede tener infinidad de lecturas y consecuencias que influirán o determinarán la elaboración de las futuras páginas de la historia de Venezuela.

Las largas colas con caras de venezolanos alegres, abrazos y conversaciones entre vecinos que tenían tiempo que no se reunían en una fiesta democrática; una masiva y fervorosa asistencia, la manera espontánea en que lo hacían, solo movidos por la voluntad de cambio, eran muestra de una respuesta de los ciudadanos a los desafíos de la miseria, al control que han sido sometidos por el actual régimen; y una participación con esas características desde las primeras horas del evento electoral ya anunciaba que algo grande estaba sucediendo, solo que lo corroboraríamos al contar los votos. Me decían con gran emoción los cumaneses, cuando hacía el recorrido por los centros de votación de La Llanada, Brasil, Bolivariano, entre otros: “esto no lo detiene nadie, el pueblo........

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