No hay humano que en algún momento de su existencia no haya intentado simular algo distinto a lo que es, en algunos animales la simulación les permite sobrevivir, es parte de su naturaleza, empero somos nosotros los que hemos hecho de la simulación una practica cotidiana, en casos extremos para no ser atrapados ni cazados y la mayoría de las veces para proteger ese “yo” que se resiste a admitir que ya no es el que fue, pongamos como ejemplo a la industria del maquillaje con sus tintes que cubren el paso del tiempo en los cabellos, la medicina estética que es una de las especialidades con mayor demanda simulando una tez lisa y lozana propia de la eterna juventud, sin contar las pulsaciones del corazón que se acumulan con los años y que inevitablemente se detendrán sin excepción algún día.

Pero es en la política y en la guerra en donde encontramos los mejores ejemplos de simulación, quizá por ello la frase de Klaus Von Clausewitz se sigue citando, el militar prusiano en su obra del siglo XIX De la guerra escribió que: “ la guerra es la continuación de la política por otros medios”, ¿cuales son los otros medios? En realidad se entiende que el autor hizo énfasis en que cuando se llega a la guerra no se acaba la política, se utilizan otras estrategias y tácticas que son en su opinión las otras maneras de continuar la política, de no interrumpir el flujo de las relaciones.

Sin embargo tanto en la política en tiempos de paz como en los de guerra, la simulación es vital, por eso presenciamos simulacros de guerra en tiempos de paz, simulacros electorales y simulacros de funerales cuando se trata de lideres autoritarios, la puesta en escena de las exequias funebres de Lenin, Stalin, Castro y Chávez, expresan totalmente la importancia del simulacro en política necrófila, el problema se encuentra cuando no se puede simular y no hay vasos comunicantes como lo que estamos presenciando en la guerra de Israel y Hamás en Gaza, en donde no se reconocen y quieren borrar al otro sin importar el daño mutuo que se infringen, esa guerra en este tiempo sería una excepción a la norma de Clausewitz y es diferente a la que se está desarrollando en Ucrania que en algún momento llegará a un estancamiento parcial o total con condiciones, sin que quede claro quien es el vencedor y quien es el derrotado, ambas naciones pasaran a otro nivel de simulación y los dos se declararán triunfadores.

En el simulacro electoral de este domingo convocado por Maduro las calles se vieron vacías y a pesar que el objetivo real es crear un enemigo externo que oxigene al régimen y no los derechos legítimos de Venezuela sobre el territorio Esequibo, los resultados de participación van a simular una avalancha de patriotismo.

El problema para Maduro es que ha perdido el toque si alguna vez lo tuvo, la varita de mago no le funciona como a Chávez y a la simulación se le ven las costuras, pero cada quien simula como puede y eso es parte de la política, vamos a ver como sigue lo acordado en Barbados y la papa caliente de La Haya que está que arde y puede subir el costo político para un 2024 que se nos viene con muchos problemas, pero también con muchas esperanzas.

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Carlos Ochoa: La simulación táctica como distracción

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20.11.2023

No hay humano que en algún momento de su existencia no haya intentado simular algo distinto a lo que es, en algunos animales la simulación les permite sobrevivir, es parte de su naturaleza, empero somos nosotros los que hemos hecho de la simulación una practica cotidiana, en casos extremos para no ser atrapados ni cazados y la mayoría de las veces para proteger ese “yo” que se resiste a admitir que ya no es el que fue, pongamos como ejemplo a la industria del maquillaje con sus tintes que cubren el paso del tiempo en los cabellos, la medicina estética que es una de las especialidades con mayor demanda simulando una tez lisa y lozana propia de la eterna juventud, sin contar las pulsaciones del corazón que se acumulan con los años y que inevitablemente se detendrán sin excepción algún........

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