Muchos venezolanos y la comunidad internacional se preguntan que va a pasar en Venezuela en este 2024, la respuesta a esa pregunta no se encuentra en google ni en ninguna parte, se pueden describir escenarios posibles de acuerdo a diversas percepciones y hasta restearse con alguno por convicción, optimismo o todo lo contrario, porque Maduro va a hacer lo que le de la gana y va a imponerse por aquello del himno de Venezuela que dice “el vil egoísmo que otra vez triunfó”, la verdad es que el egoísmo ha triunfado en estos últimos 25 años, se ha impuesto porque “el pobre en su choza” a pesar de estar desencantado y descontento con el régimen, no ha tenido una alternativa clara de cambio como el que representa en este momento María Corina Machado que va más allá de un fenómeno electoral y se percibe como una líder que encabeza una lucha espiritual, que no es otra cosa que una batalla cultural y ética por reencauzar al país en los valores que representa occidente.

Para Maduro resulta complicado reciclar la épica simbólica que enarboló Chávez utilizando los conectores de los símbolos patrios, Chávez desarrolló un esquema de psicología colectiva profunda en 1998 con el himno nacional y su famoso “por ahora”.

Con el himno conectó el gloria al bravo pueblo con los sectores de la sociedad más desprotegidos, los identificó, trabajadores del campo y la ciudad formales e informales, desempleados y por supuesto los militares, se sintieron parte del bravo pueblo de la canción de 1811 y vieron en Chávez a alguién que los reconocía dentro de la épica patria utilizada, manipulada y convertida en mito de estado ajustado a la conveniencia del gobernante de turno, Chávez no inventó nada, lo que hizo fue glorificar la pobreza y convertirla en víctima con una ideología fracasada que ha frenado y hundido las posibilidades de bienestar y prosperidad, que los inmensos ingresos dilapidados y saqueados en estos 25 años de ser utilizados con honestidad y realismo, hubiesen hecho de Venezuela un país muy distinto al que tenemos, sin sufrir el dramático éxodo y destierro de millones de compatriotas que ahora están dispersos por todo el mundo.

En 1998 Chávez conectó su “por ahora” con “llegó la hora”, le dio temporalidad, desenlace a su “por ahora”, en “llegó la hora” se activó la esperanza, pero no una esperanza positiva como la que se supone debe ofrecer un líder democrático, sino una negativa de resentimiento, venganza contenida en el poder del odio, por eso dividió a la sociedad venezolana entre escuálidos y patriotas, como lo hizo Fidel Castro en Cuba que fue un genio del mal que utilizó el poder del odio con éxito, reduciendo, reprimiendo y haciendo salir a millones de cubanos al mar con destino incierto.

¿Qué queda de la narrativa épica y resentida de Chávez? Muy poco, Maduro va a intentar resucitar a Chávez y al poder del odio para esta elección, pero tiene frente a si nada más y nada menos que a la polaridad creadora del amor encarnada en María Corina, por ello es que la dama que no llora por cualquier situación adversa representa el cambio y su presencia es recibida con alegría, esperanza y amor, esa es la guerra espiritual de la claridad para vencer las sombras en una gran casa que se llama Venezuela que está en desarrollo.