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Antonio de la Cruz: Venezuela y el Caribe reordenan el poder hemisférico

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El siglo XXI tiene su propio Monroe.

Y su prueba de fuego se llama Venezuela

La historia de la política exterior estadounidense siempre regresa, de una manera u otra, a la pregunta esencial: ¿qué significa seguridad en su propio vecindario? Durante décadas, la respuesta fue complaciente. América Latina parecía estable, el Caribe predecible y la Doctrina Monroe una reliquia de otro siglo. Pero la erosión progresiva de instituciones democráticas en Venezuela, el avance silencioso de potencias extranjeras y la proliferación de redes criminales transnacionales han devuelto al Hemisferio Occidental a la primera línea de la estrategia estadounidense.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Trump —la NSS 2025, exigida por ley y encargada de definir los intereses vitales de Estados Unidos las amenazas prioritarias y las directrices de acción en los planos militar, económico y tecnológico— lo afirma sin ambigüedades: la estabilidad del Hemisferio Occidental dejó de ser un objetivo diplomático opcional y pasó a ser un requisito indispensable para la seguridad nacional estadounidense. Y en el núcleo de ese hemisferio, agitando el mapa político como un huracán que reconfigura costas, se encuentra Venezuela.

Venezuela ya no es un Estado fallido: es un nodo geopolítico disputado

Durante años, se describió la crisis venezolana como un colapso económico producto de la mala gestión. Esa lectura, aunque cierta, es hoy insuficiente. Venezuela se ha convertido en algo mucho más preocupante para Washington: un espacio estratégico ocupado por redes criminales y potencias extrahemisféricas que buscan alterar los equilibrios regionales.

El país ofrece tres elementos que, combinados, lo hacen singularmente peligroso:

1.? ?Un régimen que actúa como intermediario entre actores externos hostiles —China, Rusia e Irán— y el........

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