«Estudia hijo, para ser algo en la vida, para ser algo más que tus padres».

Este dicho imposible, ser mejor que tus padres, que tantas veces hemos oído las personas de varias generaciones en las familias de los pueblos de Zamora, explica el gran misterio de los buenos resultados de los estudiantes de Castilla y León en el científico informe PISA de evaluación de competencias, que en torno al día del maestro se publicó como un regalo.

Palabras sencillas como el buen castellano que hablamos en román paladino desde hace siglos con nuestros vecinos –ese habla que también favorece el buen resultado de las pruebas de evaluación–, y que encierran una valoración de la educación como el principal medio de promoción social de las clases trabajadoras y campesinas, que aún pervive en gran parte de nuestra sociedad.

Familias trabajadoras y campesinas, esas clases sociales humildes –como se decía antes– que se esforzaban por dar estudios a sus hijos primero, y después a sus hijas, para que pudieran vivir mejor. También se esforzaban en educar a sus hijos para que lo entendieran desde niños.

Estudia, hijo, que nosotros no pudimos hacerlo porque teníamos que trabajar, o porque entonces no nos dábamos cuenta de los importante que son los estudios para tener una vida mejor ¡Menudo tarambana estaba hecho yo!

Estudia hija, que a mí no me dejaron porque tenía que ayudar en casa y las mujeres entonces no iban al instituto y menos a la universidad, que eso era cosa de hombres y por eso sí estudiaron los chicos ¡Huy, una mujer sola fuera de casa!

Estudia hija, porque así puedes salir del pueblo. Estudia hijo, porque así vas a tener una profesión y vas a encontrar un trabajo mejor que el nuestro. Estudia hijo, porque vas a ganar más dinero. Estudia hija, porque vas a tener más prestigio y consideración.

La valoración del estudio como medio de mejora y promoción social se extendía por parte de las familias y de toda la sociedad a los maestros, los profesores y a todo el sistema educativo, del que dependía que tu hijo pudiera ser algo en la vida.

«El chaval o la niña valen para estudiar», era una frase que dicha por la autoridad del maestro o la maestra –las escuelas unitarias sólo tenían maestras-, suponía una gran alegría y todo un reto para la familia, que se empeñaba en el doble sentido de la palabra, compromiso y dinero, para dar estudios.

Unos estudios en los que había grandes brechas para poder acceder: primero la económica, y la rural después. Evidentemente, quien podía pagarse los estudios lo tenía más fácil, y también era algo más accesible para los niños que vivían en una ciudad con institutos o universidad.

Dos brechas que se mantienen hoy en día, pese a que la extensión de la gratuidad y la obligatoriedad de la enseñanza hasta la etapa de Secundaria, y la construcción de institutos en las zonas rurales que acercaron los estudios a los pueblos las fueron aminorando.

Es evidente que el sistema educativo ha mejorado con la extensión de la enseñanza obligatoria, que ha permitido acceder a la educación a todos hasta los dieciséis años, y no solamente a los que a los nueve o diez años diagnosticaba el maestro como «chico que vale para estudiar».

El sistema educativo que ha mejorado la educación al hacerla universal durante más tiempo y que ha dispuesto de becas para que puedan estudiar los hijos de familias más pobres, podría explicar que en la comunidad como mucho hubiéramos conseguido igualar – «con esfuerzo, hija, con esfuerzo»– a otras con mayor desarrollo económico y urbano.

Porque ese desarrollo ha permitido acceder a otras comunidades a nuevas tecnologías de la educación que en nuestros pueblos aún no han llegado por falta de conexión, en una nueva brecha digital que se une a las anteriores de pobreza y ruralidad. Y también mantiene abierta una brecha en los centros privados que seleccionan al profesorado y a los alumnos más ricos, con más medios a su alcance también en la enseñanza obligatoria y sobre todo en las universidades privadas.

¡Y sin embargo, somos los mejores según PISA!

Y aunque PISA sólo evalúa las capacidades de los alumnos a los 15 años, hay informes objetivos que también determinan la mayor calidad de las universidades públicas frente a las privadas que se pagan a tocateja.

Entonces, ¿por qué seguimos teniendo los mejores resultados educativos en PISA?

Podría ser por el modelo educativo, como se ha apresurado a decir el presidente de la misma sin explicarlo. Y sin darse cuenta que es el mismo en toda España salvo en un detalle de vital importancia que no ha querido reconocer: el mayor peso de la enseñanza pública en esta comunidad, frente a otras que tienen centros educativos privados de prestigio en grandes ciudades. Gana la enseñanza pública de nuestros pueblos, donde la privada no puede hacer negocio de la educación.

Hay otros factores que no hay que olvidar, porque la falta de desarrollo económico hace que en Castilla y León haya menos inmigrantes con dificultades para aprender nuestra lengua y cultura; nuestra despoblación nos lleva a tener menos alumnos por aula, una de las ratios más bajas de España; y existe menos conflictividad en nuestras aulas de los pueblos que en las del extrarradio de una gran ciudad.

El caso es que estamos demostrando –estáis demostrando compañeros de la enseñanza– que pese a ser más pobres y de pueblo, y aunque no haya llegado a nuestras escuelas ni el primer modelo de ordenador –o no hemos podido enchufarlo a la red-–ni el último de la inteligencia artificial, seguimos siendo los que tenemos más competencias en inteligencia natural.

Por otro lado, es evidente que no tenemos los centros más famosos del mundo, ni la mayor financiación en educación, ni el sistema educativo más avanzado en nuevas tecnologías de la educación y de la inteligencia artificial ¡Claro que qué vamos a esperar de esa inteligencia artificial que censura las fotos de las morcillas de Aliste por considerarlas escenas violentas!

Además el resultado de PISA demuestra que tenemos buenos resultados en educación. «¡Lo hemos conseguido padre, hemos aprobado, madre!».

Y tenemos inteligencia natural para seguir pensando que ser los mejores nos garantiza un mejor trabajo sin duda, pero que siguen colocándose mejor los que al final estudian con dinero en la universidad de élite, hacen másteres millonarios o son contratados en las empresas de los amigos de sus padres.

Es desigualdad, injusticia, cosas de la vida. Algunos lo llamamos capitalismo.

Pero hay que celebrar que esta vez el informe PISA les ha dado a todos morcillas. De nuestros pueblos ¡Las mejores!

(*) Portavoz de IU en la Diputación

QOSHE - Estudia y PISA fuerte para ser algo más que tus padres - Laura Rivera
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Estudia y PISA fuerte para ser algo más que tus padres

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12.12.2023

«Estudia hijo, para ser algo en la vida, para ser algo más que tus padres».

Este dicho imposible, ser mejor que tus padres, que tantas veces hemos oído las personas de varias generaciones en las familias de los pueblos de Zamora, explica el gran misterio de los buenos resultados de los estudiantes de Castilla y León en el científico informe PISA de evaluación de competencias, que en torno al día del maestro se publicó como un regalo.

Palabras sencillas como el buen castellano que hablamos en román paladino desde hace siglos con nuestros vecinos –ese habla que también favorece el buen resultado de las pruebas de evaluación–, y que encierran una valoración de la educación como el principal medio de promoción social de las clases trabajadoras y campesinas, que aún pervive en gran parte de nuestra sociedad.

Familias trabajadoras y campesinas, esas clases sociales humildes –como se decía antes– que se esforzaban por dar estudios a sus hijos primero, y después a sus hijas, para que pudieran vivir mejor. También se esforzaban en educar a sus hijos para que lo entendieran desde niños.

Estudia, hijo, que nosotros no pudimos hacerlo porque teníamos que trabajar, o porque entonces no nos dábamos cuenta de los importante que son los estudios para tener una vida mejor ¡Menudo tarambana estaba hecho yo!

Estudia hija, que a mí no me dejaron porque tenía que ayudar en casa y las mujeres entonces no iban al instituto y menos a la universidad, que eso era cosa de hombres y por eso sí estudiaron los chicos ¡Huy, una mujer sola fuera de casa!

Estudia hija, porque así puedes salir del pueblo. Estudia hijo, porque así vas a tener una profesión........

© La Opinión de Zamora


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