Baltasar Lobo es un artista universal como todos los que a través del arte han conseguido llegar, más allá de su pueblo y de la tierra que los vio nacer, al corazón de la humanidad, hasta que su obra –como escribió Alberti del poeta y cantó Aguaviva– ya "es de todos los hombres".

Si me he atrevido a llamarle compañero y camarada, es para manifestar que por su compromiso, ideología y militancia política durante los duros años de la guerra civil y posteriormente en el exilio, es una persona cercana a mis compañeros y camaradas, que a día de hoy en el ayuntamiento de Zamora tenemos que tomar la decisión sobre la ubicación de un museo que recoja con la dignidad que se merece la generosidad y el amor a su tierra que "Balta" –así le llama Carmen Caballero Lobo, representante de su familia en el patronato de su nombre– demostró cuando legó parte de su obra a Zamora.

Como artista zamorano universal, la decisión sobre el mejor lugar para construir el museo que albergue su obra corresponde a toda la sociedad. También a los que le llamamos compañero y camarada, y que tenemos al menos el mismo interés en que sea el mejor lugar de los posibles que los que le llaman amigo.

Sobre todo los que queremos que sea posible. Porque ya han pasado veintiocho años desde que el ayuntamiento aceptó la donación, sin que la obra de Lobo cuente con una sede estable para albergarla, admirarla, conocerla y hacerla nuestra como artista zamorano, y de toda la sociedad por artista universal... y de Cerecinos de nuestros Campos.

En los casi treinta años desde que Lobo donara su obra para que fuera expuesta de manera sencilla –como dice su sobrina Carmen: "Balta quería algo sencillo"- se ha hablado de varias posibilidades para hacer su museo.

La primera fue la opción del Castillo, con financiación europea millonaria que apenas llegó para la excavación arqueológica y algún gasto precipitado por el apremio del cumplimiento de los plazos, como la verja que rodea y cierra los jardines a los que se puso su nombre, aunque sigan llamándose jardines del Castillo.

El frustrado proyecto y el elevado coste de las obras para hacer el museo en el Castillo, disparó el interés y la imaginación hacia otros inmuebles de la ciudad: algunos de entidades privadas, como la antigua sede de Caja Duero en Santa Clara; y otros de titularidad pública como el Consejo Consultivo o el Palacio Viejo de la diputación en la calle Ramos Carrión, que siempre recibieron la callada institucional por respuesta. Incluso se barajó el edificio abandonado de la cárcel en la carretera de Almaraz, y también se propuso la sede del antiguo Banco de España en la plaza de Cristo Rey, pero esas opciones fueron rechazadas por estar tan alejadas del centro de la ciudad, que nadie bajaría a acompañarlas, como decía el poeta Gerardo Diego del río Duero.

El silencio o falta de colaboración de otras instituciones, unido al elevado coste de algunas obras propuestas, hizo que durante años los dimes y diretes sobre el museo de Lobo formaran parte del debate ciudadano, y hasta del debate político sobre todo preelectoral. Algo que "disgustaría profundamente a mi tío Balta", como seguía diciendo la familia del escultor.

Al final, después de tantos años, el ayuntamiento es capaz de encontrar un lugar de propiedad municipal, en una zona céntrica y visitada por los turistas y zamoranos. Y sobre todo es capaz de tener el dinero suficiente para poder construirlo. La inestimable y generosa ayuda de dos especialistas en museos nos permite ver la idoneidad de un espacio para albergar la obra de Lobo. Es posible hacerlo en el Ayuntamiento Viejo de la Plaza Mayor, cuando los policías que lo ocupan actualmente tengan su nuevo cuartel en la Plaza de Cristo Rey.

¡Sí se puede! Tenemos edificio y tenemos financiación. Tenemos sobre todo que cumplir el compromiso de la ciudad con Baltasar Lobo.

Así se acuerda en la sede de la Fundación de Lobo, con el consenso entre la familia y un equipo de gobierno del Partido Popular y de todos los grupos de la oposición. Eso sí, cuando se acuerda lo que no hay es dinero, porque eran aquellas épocas de la deudas millonarias del ayuntamiento zamorano, que a día de hoy están resueltas.

Y a día de hoy siguen abiertas otras opciones que requieren nuevos acuerdos entre instituciones en algunos casos, o bien necesidad de que alguien ponga más dinero sobre la mesa que el que se tiene para su construcción. Ymás dinero del que se puede tener para su mantenimiento.

Para arropar la opción más defendida, que es volver a la casilla de salida y hacer un museo en el Castillo, se alude a dos necesidades muy sentidas de la sociedad zamorana: la necesidad de rehabilitar y cuidar la fortaleza, cuyos hallazgos arqueológicos pueden deteriorarse si no se interviene para protegerlos; y la necesidad de dinamizar el Casco Antiguo, que se despuebla y se deteriora a ojos vista.

Empezando por el segundo argumento, y con respeto a quienes lo defienden, no es así, lo siento. El Casco Histórico es la zona de la ciudad que alberga más museos: el Museo Provincial en Santa Lucía, el Etnográfico en la Plaza de Viriato, el de Semana Santa en Santa María, y dentro de nada el Museo Pedagógico también en los jardines del Castillo, o sea de Lobo. Y también es la zona que alberga los mayores atractivos turísticos: la Catedral, las iglesias románicas, antes el centro de interpretación de la ciudad medieval, y el propio Castillo, que es el monumento más visitado. Pues bien. Todo esto no ha servido para dinamizar esta zona de la ciudad. Y, por otra parte, la Plaza Mayor donde se construirá el museo de Lobo también forma parte de ese Casco que queremos llenar de vida.

También es evidente que el Castillo necesita mayor protección, porque los hallazgos arqueológicos están al aire libre. Y el proyecto que generosamente ha modificado el arquitecto Moneo –gracias de verdad- es una intervención que, además de proteger y de albergar el museo de Lobo, contaría con instalaciones como salas de conferencias, y hasta cafetería, que podrían atraer a los zamoranos a esa zona.

Un proyecto muy interesante para llenarlo de actividad y vida, pero para el que en este momento el ayuntamiento no tiene dinero suficiente ¡otra vez a llamar a la puerta con portazos históricos de otras instituciones! Y que además tiene inconvenientes añadidos: el espacio para la exposición de la obra de Lobo no sería mayor que el que tiene el Ayuntamiento Viejo de la Plaza Mayor, que es el argumento que se esgrime en su contra; y el Castillo no es propiedad del ayuntamiento de la ciudad, como se ha encargado de recordar amenazadoramente el presidente de la diputación, propietaria de la fortaleza zamorana.

Esta reacción amenazadora de la Diputación hace prever lo que podría ser la necesaria colaboración institucional para su construcción y mantenimiento posterior. Vuelve a anteponerse el derecho de propiedad o protagonismo, frente a los derechos de los ciudadanos.

Por otra parte, son tantas las propiedades de la Diputación en la capital que tiene que mantenerlas cerradas, como el Palacio Antiguo de la calle Ramos Carrión, o los edificios de El Tránsito, cuando se construya el Conservatorio de Música que está allí de manera provisional desde hace años.

Tampoco la falta de mantenimiento de las Murallas, propiedad del Estado, permite ser optimistas respecto al interés de las instituciones propietarias de edificios o monumentos de la ciudad que no son del propio ayuntamiento.

Así que, a propósito del museo de Lobo, el Ayuntamiento tiene sitio, dinero, capacidad e interés suficiente para hacerlo en el único lugar que ahora es posible: un edificio de su propiedad, el dinero de los zamoranos de la ciudad gestionado por la institución, los proyectos que demuestran que puede ser un museo digno, "sencillo" como Balta, que sería un vecino más de la ciudad. Al que esta ciudad debe estar agradecida.

El compañero y camarada Baltasar Lobo. Gracias.

(*) Portavoz de IU en la Diputación

QOSHE - ¡Sí se puede! compañero y camarada Baltasar Lobo - Laura Rivera
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¡Sí se puede! compañero y camarada Baltasar Lobo

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23.01.2024

Baltasar Lobo es un artista universal como todos los que a través del arte han conseguido llegar, más allá de su pueblo y de la tierra que los vio nacer, al corazón de la humanidad, hasta que su obra –como escribió Alberti del poeta y cantó Aguaviva– ya "es de todos los hombres".

Si me he atrevido a llamarle compañero y camarada, es para manifestar que por su compromiso, ideología y militancia política durante los duros años de la guerra civil y posteriormente en el exilio, es una persona cercana a mis compañeros y camaradas, que a día de hoy en el ayuntamiento de Zamora tenemos que tomar la decisión sobre la ubicación de un museo que recoja con la dignidad que se merece la generosidad y el amor a su tierra que "Balta" –así le llama Carmen Caballero Lobo, representante de su familia en el patronato de su nombre– demostró cuando legó parte de su obra a Zamora.

Como artista zamorano universal, la decisión sobre el mejor lugar para construir el museo que albergue su obra corresponde a toda la sociedad. También a los que le llamamos compañero y camarada, y que tenemos al menos el mismo interés en que sea el mejor lugar de los posibles que los que le llaman amigo.

Sobre todo los que queremos que sea posible. Porque ya han pasado veintiocho años desde que el ayuntamiento aceptó la donación, sin que la obra de Lobo cuente con una sede estable para albergarla, admirarla, conocerla y hacerla nuestra como artista zamorano, y de toda la sociedad por artista universal... y de Cerecinos de nuestros Campos.

En los casi treinta años desde que Lobo donara su obra para que fuera expuesta de manera sencilla –como dice su sobrina Carmen: "Balta quería algo sencillo"- se ha hablado de varias posibilidades para hacer su museo.

La primera fue la opción del Castillo, con financiación europea millonaria que apenas llegó para la excavación arqueológica y algún gasto precipitado por el apremio del cumplimiento de los plazos, como la verja que rodea y cierra los........

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