Permítanme hoy ser irreverente, aunque solo sea para dar voz a quienes ven el fútbol como un deporte y un juego competitivo en lugar de un patio de vecinos. Y con tal advertencia, empiezo mi charla semanal un sábado noche tras el empate del Barça en Vallecas y el triunfo mínimo del Atlético ante el Mallorca de Aguirre. Veremos qué hace el lesionado Madrid —debe ganar sobrado— en casa del sufrido Cádiz de Sergio, primo hermano del multi perjudicado Celta de Benítez, quien arrancó un punto en Mestalla frente al Valencia del autor Baraja.

Xavi fue un jugador excelso, quizá el mejor mediocampista histórico español a la par de nuestro único Balón de oro, el gallego Luisito Suárez, quien ha fallecido recientemente y era una mezcla del de Tarrasa y el manchego Iniesta; pero como técnico ha aflorado antes su boca que la sabiduría. De corto prudente y de largo ‘boquerón’, se le recuerdan una retahíla de tópicos redundantes en la excusa barata a las malas y edulcorados en las buenas, siempre con ese aire de niño bueno desde que jovencito cogía el transporte público para ir a entrenar con su Barça. Alguien podrá decir que la contradicción es marchamo de los genios. Ojalá resulte así; parece buen tipo.

Que si la hora inapropiada, el sol alto y la hierba larga o la sequedad del terreno, por no hablar de los árbitros —¡los árbitros, dice!—, con la última queja por el golazo del Rayo de Unai López desde su casa, por un supuesto estorbo de un delantero contrario a Balde en el antepenúltimo lance del juego antes del gol, estupendamente respondida por el ínclito Martín Presa; o el madridismo sociológico, ese hallazgo impagable de su baranda Laporta, que a buenas horas, mangas verdes, aprendió a decir carchuto en vez de cartucho para no explicar lo de Negreira. ¡Válgame Dios, nen!

A Xavi le están montando un pollo los del famoso entorno del Barça porque no encuentra ese juego excelente que él mismo proclamó: «en el Barça no basta con ganar, hay que jugar bien». Y claro, cuando ni gana ni juega bien lo cuecen en su propio caldo. Pero, hombre, ¿qué es eso de ganar jugando bien en un juego tan calidoscópico? Para unos es jugar al ataque, para otros dominar o controlar el balón y para muchos no encajar y aprovechar una o dos contras para horadar la puerta contraria. Pero, para todos, se trata de marcar más goles que el contrario. Por eso causa risa su ‘primo’ Piqué cuando asegura que la decimocuarta Copa de Europa del Madrid no la recordará nadie. Y es todo lo contrario. Ese esotérico triunfo será el que más ser recuerde precisamente por tal singularidad.

De lo de Medina Cantalejo está casi todo dicho. Él mismo se asó en sus brasas. ¿Cómo puede decir que esta temporada va mejor para los árbitros que la pasada? Como mucho, podrá decir que en algunos aspectos se ha mejorado, pero todo va a peor según la generalidad de clubes profesionales, con algunos errores arbitrales tan clamorosos como obscenos reconocidos por los propios colegiados. Otra cosa es que se señale el origen de los mismos en el propio reglamento, manifiestamente mejorable sin ninguna duda, sobre todo en cuanto a la penalización de las manos dentro del área y de algunas peculiaridades en los fuera de juego.

También hay una costumbre cobardona que ya es pandémica: la de las faltas cerca del área de los delanteros sobre los defensas que a la inversa no se pitan. Un empujón del defensa suele disculparse por ser un juego de choque y se admite la supuesta carga legal, pero cuando un delantero roza a cualquier defensa, ¡falta al canto! Es lo fácil.

Finalmente, llegamos a los comunicadores. Acaba un partido y lo primero es analizar las polémicas, más allá del resultado y del partido, que se suele resumir con que fue superior el equipo ganador. Interesa más si alguien se ha ido de la mojarra o si hubo insultos que los pormenores del fútbol, que pueden ser apasionantes. Están consiguiendo aburrir hasta en los programas que analizan el fútbol. La polémica vende, claro, pero también es cierto aquello de informar, formar y entretener.

No obstante, los futboleros tampoco debemos llorar demasiado. A veces son un calco de una sociedad que anda caminos de bostezo, aunque solo sea para evitar enfados permanentes, que son mucho peor.

Ánimo y suerte.

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'De boceras a boquerón y al bostezo' por José Luis Ortín

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27.11.2023

Permítanme hoy ser irreverente, aunque solo sea para dar voz a quienes ven el fútbol como un deporte y un juego competitivo en lugar de un patio de vecinos. Y con tal advertencia, empiezo mi charla semanal un sábado noche tras el empate del Barça en Vallecas y el triunfo mínimo del Atlético ante el Mallorca de Aguirre. Veremos qué hace el lesionado Madrid —debe ganar sobrado— en casa del sufrido Cádiz de Sergio, primo hermano del multi perjudicado Celta de Benítez, quien arrancó un punto en Mestalla frente al Valencia del autor Baraja.

Xavi fue un jugador excelso, quizá el mejor mediocampista histórico español a la par de nuestro único Balón de oro, el gallego Luisito Suárez, quien ha fallecido recientemente y era una mezcla del de Tarrasa y el manchego Iniesta; pero como técnico ha aflorado antes su boca que la sabiduría. De corto prudente y de largo ‘boquerón’, se le recuerdan una retahíla de tópicos redundantes en la excusa barata a las malas y edulcorados en las buenas, siempre con ese aire de niño bueno desde que jovencito cogía el........

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