La línea divisoria que separa la magia de la tecnología es leve, delgada; describe meandros, caprichosos y enmarañados, rayita burlona, discontinua, se oculta y reaparece como un Guadiana, juega con nosotros como las formas caprichosas y cambiantes que, engañando a los ojos, se ven a la luz de la luna en descampados y soledades. Algunos temperamentos especialmente sensibles ven, en el folio sobre el que se escribe el relato de la realidad, cómo aparecen enigmáticamente filigranas que delatan figuras inesperadas o líneas ocultas, y hasta un inesperado palimpsesto en el que, con mirada sorprendida, descubrimos una doctrina arcana.

Los gigantes se convierten en molinos de viento para escapar de las manos de don Quijote. El valiente caballero se estrella contra una máquina sólida, complicadamente construida y que se alimenta de las corrientes de aire. Otra fuerza primordial es el agua indomable. Esta pone en marcha el mecanismo de los batanes que en plena noche hace soñar despierto a don Quijote y aterroriza a Sancho. Más aún, durante la aventura del barco encantado, caballero y escudero casi caen bajo las ruedas de una aceña. Al igual que en el suceso de los molinos de viento, algún poder ha embaucado al Cid de la Mancha, cambiando la esencia de las cosas. Habían supuesto que un mago enviaba la barca a la deriva como invitación a una aventura en la que liberar a algún caballero preso, pero lo cierto que es casi mueren destrozados por obra de un molino de río.

La tecnología parece más poderosa que la magia, puede que incluso sea la forma que la magia adopta, realmente, en tiempos de don Quijote. Los hechiceros son gente de cuidado y alguno de ellos debió de ser quien inventara las armas de fuego, tan despreciadas por cualquier guerrero honorable, y también por el gran hidalgo. Pero será durante su estancia en Barcelona, cuando el Caballero de los Leones, conocido por todos y precedido por su fama, entrará en un umbral nuevo en el que encantamiento y técnica se mezclan hasta hacerse indistinguibles. Como huésped de don Antonio, se le presenta una cabeza de bronce capaz de hablar por sí misma y responder a preguntas y enigmas; fabricada con artes ocultas, entra en la tradición de los misteriosos autómatas, mecanismos articulados que simulan animales y personas. Aun siendo un oráculo fraudulento, dado que un cómplice oculto respondía por la cabeza, resultaban sorprendentes tanto la forma ingeniosa como los medios por los cuales el aire transportaba la voz del embaucador a los labios de aquel busto semejante a un emperador romano.

El momento culminante en que la tecnología derriba para siempre las paredes medianeras entre realidad y ficción ocurre, por fin, cuando don Quijote visita una imprenta y allí encuentra, presentadas a la vez y compartiendo espacio y tiempo, sus dos historias, la compuesta por Cide Hamete Benengeli, y la escrita por ese usurpador y falsario que bajo el nombre de Avellaneda escribió los hechos apócrifos del buen caballero. La perplejidad de don Quijote no puede ser mayor al contemplar producidas, montadas y prestas a su distribución dos historias de su vida tan distintas entre sí.

Una noche triste en que volvía a su aldea después de ser doblegado por el Caballero de la Blanca Luna, se cruza en su camino Álvaro de Tarfe, quien según Avellaneda era un morisco de Granada. Tarfe conversa con don Quijote y Sancho, y muy abiertamente les dice que ha conocido a otros dos, un caballero y su escudero, que asimismo dicen ser don Quijote y Sancho, según puede leerse en el libro de Avellaneda, en cuyas páginas también Tarfe ha nacido. El granadino reconoce de buen grado su error. Ahora, y solo ahora, está ante los verdaderos protagonistas de tantas hazañas. Pero todo es inútil. En aquel momento don Quijote ya estaba derrotado, vencido y desilusionado. Más melancólico que nunca, con la muerte rondándolo y barruntando la inexistencia de Dulcinea, la realidad se deshace ante él como migajas de pan. Acaso se agolpaban en su mente angustiada, por última vez, los hipnóticos giros de las aspas de molinos, el ruidoso golpeteo de los batanes, el movimiento de las prensas en las imprentas fabricando libros de donde han de brotar, con formas nuevas, mitos viejos, relatos que difundirán con voces de bronce seres de alma metálica, autómatas próximos a nacer, que nos esperan a la vuelta del camino.

QOSHE - Almas de metal cruzan la tierra - José Antonio Molina Gómez
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Almas de metal cruzan la tierra

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17.11.2023

La línea divisoria que separa la magia de la tecnología es leve, delgada; describe meandros, caprichosos y enmarañados, rayita burlona, discontinua, se oculta y reaparece como un Guadiana, juega con nosotros como las formas caprichosas y cambiantes que, engañando a los ojos, se ven a la luz de la luna en descampados y soledades. Algunos temperamentos especialmente sensibles ven, en el folio sobre el que se escribe el relato de la realidad, cómo aparecen enigmáticamente filigranas que delatan figuras inesperadas o líneas ocultas, y hasta un inesperado palimpsesto en el que, con mirada sorprendida, descubrimos una doctrina arcana.

Los gigantes se convierten en molinos de viento para escapar de las manos de don Quijote. El valiente caballero se estrella contra una máquina sólida, complicadamente construida y que se alimenta de las corrientes de aire. Otra fuerza primordial es el agua indomable. Esta pone en marcha el mecanismo de los batanes que en plena noche hace soñar despierto a don Quijote y aterroriza a Sancho. Más aún, durante la aventura del barco encantado,........

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