Cuando estas líneas vean la luz, se habrá producido la reunión, por primera vez en esta legislatura, entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, tras más de quince días sin ponerse de acuerdo con un tira y afloja sobre el lugar, el contenido y la forma de abordar dicho contacto, algo nada novedoso, pues supone un hilo de continuidad con la pasada legislatura, donde los exabruptos y la bronca permanente por parte de la derecha extrema y la extrema derecha han sido la norma, sin que nada parezca indicar que esta que ahora se inicia vaya a transcurrir por otros derroteros.

La amnistía, como en el pasado fueron los indultos, ha constituido en esta ocasión -junto a la permanente alusión a la ilegitimidad, y luego ilegalidad, del Gobierno surgido de las mayorías parlamentarias de las urnas- el leiv motiv de la crispación con que la derecha transita por la política española. Por si faltaba poco, la moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona, pactada entre PSN-PSOE y EH Bildu y que aupará a la alcaldía a Joseba Asirón antes de acabar el año, ha sido la gota que ha colmado el vaso. De hecho, Feijóo, deslizándose por una de sus afirmaciones hiperbólicas a las que nos tiene acostumbrados, reiteró el pasado miércoles en el pleno del Congreso de control al Gobierno que el acuerdo de Pamplona «es lo más miserable que ha hecho Pedro Sánchez», obviando que Bildu es hoy un partido legal, está en las instituciones y es uno de los socios más estables del Gobierno, pues su apoyo permitió aprobar la subida del SMI, la cuantía de las pensiones no contributivas, el Ingreso Mínimo Vital…

Como es sabido, EH Bildu es una formación política independentista que alberga en su seno a grupos heterogéneos, pero que asumen la democracia, por lo que las acusaciones de la derecha al Gobierno de apoyarse en (y dar alas a) un grupo terrorista no se sostienen. Pero es que, además, la hemeroteca, como el algodón, no engaña.

ETA dejó la lucha armada en 20 de octubre de 2011, pero, antes de ese paso, es bueno recordar algunas de las afirmaciones del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, tras la firma del Pacto de Ajuria Enea en enero de 1998: «Si los terroristas dejan las armas, seré generoso» (3-3-1998). «El Gobierno y yo personalmente he autorizado contactos con el entono del Movimiento Vasco de Liberación» (3-11-1998). «Tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas» (18-12-1998)…

Al tiempo que realizaba estas afirmaciones, de septiembre de 1998 a septiembre de 1999, su Gobierno ordenaba el acercamiento de más de 120 presos a cárceles próximas al País Vasco y permitía el regreso a nuestro país de más de 300 personas exiliadas de ETA. Por su parte, Josep Piqué, uno de los ministros de su Gobierno, manifestaba que «si se trata de contrastar la voluntad de diálogo de ETA, habrá que hacerlo directamente con la organización armada» (4-11-1998).

Borja Sémper, actual portavoz y vicesecretario de Cultura del PP, ha anunciado que ante la gravedad del Acuerdo de Pamplona se presentarán mociones en todas las instituciones para comprobar «si hay algún representante socialista al que le queda la dignidad suficiente para rebelarse» (sic). El mismo Borja Sémper que, cuando era presidente del PP de Guipúzcoa, defendía en un artículo periodístico que Bildu no era ETA y que, por consiguiente, el futuro de la sociedad vasca, guste o no en determinados sitios, se tiene que construir con Bildu (Esther Palomera).

Para el constitucionalista Javier Pérez Royo, la moción de censura de Pamplona es «una operación democrática impecable». Para añadir: «La constitución de Bildu y su reconocimiento por el Estado mediante su inclusión en el Registro de Partidos supuso la normalización política de la izquierda abertzale, sin ninguna cesión a ETA: fue un éxito de la democracia, atribuible a Zapatero como presidente, y a Rubalcaba como ministro de Interior» (eldiario.es, 14-12-2023).

Personalmente, coincido con Pérez Royo en que EH Bildu no tiene nada que ver con ETA. Arnaldo Otegi, que condena la violencia de ETA, pero también la resultante de la ‘guerra sucia’ del Estado, aclara que, hoy, Bildu mantiene más respeto por las víctimas que el PP, que las ha venido manipulando permanentemente e instrumentalizando.

Otegi, encarcelado hasta en cinco ocasiones (la última, condenado a prisión 10 años por intento de reconstruir Batasuna), firmó en 1988 el Pacto de Estella que llevó a ETA a prometer una tregua indefinida y, en 2011, fue una figura decisiva en su abandono de las armas. En reciente entrevista, y en relación con su contribución a la desaparición de ETA, afirma que «fuimos capaces de convencer a todo el mundo de que había que tomar una decisión, no solo por criterios políticos, sino también éticos». Y respecto al apoyo parlamentario al Gobierno de coalición y ante el avance del fascismo en Europa, enfatiza que desde EH Bildu son partidarios de la constitución de frentes amplios con un acuerdo de mínimos para frenar la reacción.

Se pregunta, no sin parte de razón, si lo que opera en el Gobierno del Estado y en Navarra no puede ser aplicado a Guipúzcoa, Álava y Vizcaya (recordemos que el ascenso electoral de EH Bildu en Euskadi parece imparable).

Otegi, que anuncia que el próximo cabeza de cartel de Bildu será Pello Otxandiano, militante que aterrizó en política tras la disolución de ETA, aclara que en estos momentos en Euskadi no hay una mayoría que quiera defender el derecho de autodeterminación, aunque sí que existe una gran mayoría que quiere que se le reconozca ese derecho. Y, para no exasperar a la sociedad vasca refractaria a la violencia del pasado, nos dice que han planteado que no se hagan homenajes públicos a presos excarcelados.

Digan lo que digan las derechas, EH Bildu se está comportando como un partido de Estado.

QOSHE - EH Bildu, un partido de Estado - Diego Jiménez García
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

EH Bildu, un partido de Estado

5 2
26.12.2023

Cuando estas líneas vean la luz, se habrá producido la reunión, por primera vez en esta legislatura, entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, tras más de quince días sin ponerse de acuerdo con un tira y afloja sobre el lugar, el contenido y la forma de abordar dicho contacto, algo nada novedoso, pues supone un hilo de continuidad con la pasada legislatura, donde los exabruptos y la bronca permanente por parte de la derecha extrema y la extrema derecha han sido la norma, sin que nada parezca indicar que esta que ahora se inicia vaya a transcurrir por otros derroteros.

La amnistía, como en el pasado fueron los indultos, ha constituido en esta ocasión -junto a la permanente alusión a la ilegitimidad, y luego ilegalidad, del Gobierno surgido de las mayorías parlamentarias de las urnas- el leiv motiv de la crispación con que la derecha transita por la política española. Por si faltaba poco, la moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona, pactada entre PSN-PSOE y EH Bildu y que aupará a la alcaldía a Joseba Asirón antes de acabar el año, ha sido la gota que ha colmado el vaso. De hecho, Feijóo, deslizándose por una de sus afirmaciones hiperbólicas a las que nos tiene acostumbrados, reiteró el pasado miércoles en el pleno del Congreso de control al Gobierno que el acuerdo de Pamplona «es lo más miserable que ha hecho Pedro Sánchez», obviando que Bildu es hoy un partido legal, está en las instituciones y es uno de los socios más........

© La Opinión de Murcia


Get it on Google Play