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Ellos se lo guisan y ellos se lo comen

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El exfiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. / ep

Karl Jaspers hablaba de la aceleración de la historia. Los acontecimientos se precipitan, se suceden de forma vertiginosa. Lo que era noticia ayer, queda sepultado en el tiempo con una rapidez asombrosa. Por eso puede parecer que traer a colación la sentencia del Tribunal Supremo sobre la filtración del fiscal general del Estado es retroceder a un pasado remoto y sin interés para el presente. Sin embargo, creo que se trata de un hecho que tiene actualidad y que tendrá futuro. Estoy seguro de que las cosas no van a quedar así. Tenemos que clamar por la justicia.

Cada vez que leo o escucho que un fiscal general del Estado ha sido condenado por primera vez en la historia del país me lleno de rabia y de indignación. Porque quien lo dice o escribe lo hace, en primer lugar, con un tono de asombro por el escándalo y, en segundo lugar, con un indisimulado toque de orgullo y de victoria. Vienen a decir que se ha hecho justicia porque la Fiscalía recibió del Gobierno la orden de filtrar los datos de un inocente ciudadano particular emparejado sentimentalmente con la presidenta de la Comunidad de Madrid a quien el presidente del Gobierno trata de destruir de forma despiadada. Y el fiscal general obedeció. Pobrecito ciudadano particular. Pobrecita presidenta. Pobres víctimas de una maniobra inicua.

Pero la realidad es bien distinta, a mi juicio. La víctima de esta historia escandalosa es el fiscal general del Estado cuyo derecho a la presunción de inocencia fue destruido desde el comienzo y cuya condena se dio por firme desde el inicio del proceso. Claro que se ha tratado de una condena histórica. Pero el escándalo no es que se haya condenado a un fiscal general del Estado por cometer un delito sino que el delito lo han cometido quienes lo condenaron. Tarde o temprano se acabará declarando nula esta sentencia. Será tarde, ya lo sé. Buena parte del daño ya estará hecho, ya lo sé. Hemos tenido que aguantar el regocijo de los delincuentes, ya lo sé. Pero al fin triunfará la verdad y Álvaro García Ortiz será declarado inocente.

Hubo no solo regocijo. También hubo prisa en anunciar el fallo. Tres semanas antes de que apareciera la sentencia, los medios anunciaron el tan esperado fallo.........

© La Opinión de Málaga