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Juan Cofiño, presidente de la Junta General del Principado: "Es un momento crítico para la supervivencia de la democracia"

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14.12.2025

Juan Cofiño / Irma Collín / LNE

Vicente Montes

Viernes. 11.30 de la mañana. Llueve. Juan Cofiño recibe en el parlamento asturiano. El que fuera "marine" del gobierno de Barbón, el otrora señor Lobo de los problemas del Ejecutivo, hace balance del año parlamentario desde ese refugio sosegado que es el legislativo, donde ejerce una presidencia distante pero firme. El acuerdo tácito no explicitado es mantener el tono institucional. La última entrevista en LA NUEVA ESPAÑA, en agosto, resquemó en el PSOE. Flota cierta melancolía en la atmósfera. Cada paso por el palacio de la calle Fruela, discreto y casi monacal, recibe como respuesta el eco del goteo de escándalos que azotan al Gobierno central en la jornada.

¿Cómo está de salud?

Bien, uno va teniendo cierta edad. Soy parte de ese grupo de los enfermos crónicos mayores, y tenemos averías diversas.

El presidente de la Junta es el árbitro del debate político. ¿Qué tal se pita entre las trincheras?

(Se ríe) Está bien la metáfora. Es a lo que esto se asemeja. El parlamento debe ser un ámbito para hablar, con argumentos, y defender ideas. Ahora, como pasa en Madrid y en el mundo en general, estamos en un momento crítico para la supervivencia del sistema democrático como lo conocemos. Se alteran sus bases y eso se refleja en el parlamento. Las trincheras se están cavando, efectivamente. El ambiente se ha vuelto, no diré irrespirable, pero malo, tóxico. El adversario, en terminología clásica, se ha convertido en enemigo. Y todo vale.

¿Ha notado involución en esta legislatura?

Sí, el ambiente se contamina. No es perceptible de un día para otro, pero si tomas referencias más amplias te das cuenta. Hasta las relaciones personales, que suelen salvar situaciones difíciles se han deteriorado, aquí y en todo el país. El otro día, en la celebración de la Constitución en el Congreso, se respiraba el mismo ambiente gélido.

Usted fue vicepresidente del Principado en una legislatura rica en pactos, también por la propia aritmética del Parlamento. Ahora ocurren los necesarios.

La aritmética condiciona, pero al margen de ella hay que pactar e intentar consensos. Otra cosa es que lo consigas. Esa debe ser la pauta de cualquier demócrata. Efectivamente, la pasada legislatura la aritmética era más cómoda. Era un gobierno monocolor, pero pactamos a derecha, centro e izquierda. Nos esforzamos en hacerlo y salieron leyes con acuerdos amplios. Pero la inercia política actual es regresiva; se ha instaurado en España una política de bloques. También en Asturias. A mí esa forma de entender la política no me gusta. Hay que hacer esfuerzos por acuerdos amplios, en especial con las leyes, que deben nacer con idea de perdurar en el tiempo. Hay leyes relevantes que afectan a la vida de la gente, y es bueno que duren.

¿Ese muro que Asturias quiso establecer frente al clima político tóxico de Madrid se ha roto?

Esos muros no existen, estamos en una sociedad globalizada. La información y la desinformación fluyen. Pretender establecer un muro respecto a lo que sucede en el país es inútil y absurdo. Tarde o temprano todo llega. Pese a que hemos construido un Estado descentralizado, Madrid sigue siendo kilómetro cero. Lo que ocurre en la política madrileña, en el madrileñeo en general, es definitivo en los territorios.

Usted, y sus antecesores, desarrolla una intensa actividad en centros educativos para sacar la institución a la calle. ¿Cómo ven los jóvenes el parlamento y la política?

Es una experiencia muy interesante. Se trata de reforzar la explicación que ya hicieron sus profesores y llevarles la institución. Se da un repaso a la historia de Asturias en el contexto de España, el cambio político, la Constitución, lo que significó en muchos órdenes… el paso de un estado........

© La Nueva España