Este 1ro. de diciembre se celebró el Día Mundial de respuesta al VIH/SIDA fue inevitable recordar el año 2015, cuando Cuba fue declarada como el primer país del mundo en eliminar la transmisión del virus de madre a hijo, y los múltiples programas de salud, que han apostado por elevar la calidad de vida de quienes conviven con la enfermedad.
La historia es larga. Desde la aparición en 1986 de los primeros casos, la prevención y los servicios de atención diferenciados han sido el fin último del Ministerio de Salud Pública, en correspondencia con la aspiración de que en el 2030 esta afección deje de ser un problema de salud, acercándonos gradualmente a la meta de 95-95-95, o sea, que el 95 por ciento de la población de riesgo conozca su estado serológico, que el 95 por ciento de los enfermos esté bajo tratamiento e igual número mantenga una carga viral no detectable.
Sin embargo, los últimos años han impuesto retos mayúsculos y hemos recorrido un camino más largo para intentar llegar al mismo punto; primero porque la Covid-19 limitó el alcance de la promoción e impuso nuevas barreras para la detección temprana y, luego, por la crisis económica y los efectos en espiral del bloqueo económico, comercial y financiero, que han dificultado el acceso a medicamentos antirretrovirales y preservativos, imprescindibles en la estrategia cubana de contención del padecimiento.
Cifras oficiales indican que alrededor de 1500 casos se diagnostican anualmente en el país y existe una prevalencia de cuatro por cada 1000 habitantes; mientras que aproximadamente un 87 por ciento del estimado de personas que viven con VIH reciben terapia antirretroviral con fármacos de calidad.
Igual de importante ha sido acortar la brecha de las desigualdades y eliminar las actitudes discriminatorias que todavía laceran. Nadie va a contraer el virus por compartir un vaso, no se infectan solo un grupo determinado de personas, tenerlo no significa morir y la confidencialidad médica debe ser una norma ética inviolable durante la atención y el seguimiento.
En este contexto, Ciego de Ávila también ha definido su propio mapa del contagio, con alrededor de un millar de personas diagnosticadas, sobre todo, hombres que tienen sexo con otros hombres y personas de la comunidad trans.
Axel López Valdés, coordinador en la provincia de la Red cubana de personas que viven con VIH, enumeró a Invasor recientemente otras tendencias en el territorio, entre ellas, el ascenso del número de pacientes con 50 años o más y de mujeres contagiadas por casos de bisexualidad, cuando el virus es traído a casa por el hombre, de ahí la importancia de disminuir los diagnósticos tardíos en los hospitales y reforzar las acciones de prevención en poblaciones clave y de riesgo.
De hecho, la continuidad de los tratamientos antirretrovirales con fármacos sustitutos, echar a andar un servicio de orientación jurídica a lo largo y ancho de la Isla, una consulta especializada en asesoría y seguimiento al VIH/SIDA enclavada en el Policlínico Norte de la ciudad cabecera, y el trabajo de los promotores de salud y de los voluntarios son de esas acciones que apuntalan desde la base el logro de indicadores que calidad, los cuales, más que números, son vidas en juego. Son expresión, asimismo, de la voluntad estatal por concretar y llevar al detalle un derecho inalienable de los cubanos: el derecho a la salud.
Aunque la mortalidad asociada al SIDA disminuye progresivamente y la incidencia muestra una tendencia a la estabilización, hay dos variables fundamentales que podrían inclinar aún más la balanza. Hablo de acortar la brecha de las desigualdades para que la discriminación no sea otra agravante para la convivencia y de ganar en adherencia a los tratamientos antirretrovirales, para que las personas que viven con VIH no mueran de SIDA. Una respuesta integral a la enfermedad desde la igualdad y el derecho a la atención sanitaria son el principio del camino, no el fin.
El VIH/SIDA no es el fin
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05.12.2023
Este 1ro. de diciembre se celebró el Día Mundial de respuesta al VIH/SIDA fue inevitable recordar el año 2015, cuando Cuba fue declarada como el primer país del mundo en eliminar la transmisión del virus de madre a hijo, y los múltiples programas de salud, que han apostado por elevar la calidad de vida de quienes conviven con la enfermedad.
La historia es larga. Desde la aparición en 1986 de los primeros casos, la prevención y los servicios de atención diferenciados han sido el fin último del Ministerio de Salud Pública, en correspondencia con la aspiración de que en el 2030 esta afección deje de ser un problema de salud, acercándonos gradualmente a la meta de 95-95-95, o sea, que el 95 por ciento de la población de riesgo conozca su estado serológico, que el 95 por ciento de los enfermos esté bajo tratamiento e igual número mantenga una carga viral no detectable.
Sin embargo, los últimos años han impuesto retos mayúsculos y hemos recorrido un camino más........
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