Parece increíble, pero es cierto, que los valencianos hayamos tenido que esperar desde 2012 para que se desbloquee la finalización de la terminal norte del Puerto de Valencia. Casi 12 años desde que las obras de abrigo de la ampliación se terminaron, más de una década perdiendo oportunidades y competitividad.

Pero, según anunció el ministro Óscar Puente el pasado jueves en la copa de Navidad organizada por la Autoridad Portuaria de Valencia, será el próximo martes 19, en el Consejo de Ministros, cuando, por fin, se dé luz verde a la que será la ampliación más relevante en términos de inversión, capacidad e intermodalidad de cuantas se han desarrollado en la red de puertos españoles. ¿Obró el espíritu de la Navidad un milagro el pasado jueves?

Hay una correlación directa entre el desarrollo de los países y los territorios, y la inversión en infraestructuras que los mismos acometen. Y la Comunidad Valenciana no es una excepción a dicha realidad. Pero, desgraciadamente, desde el Gobierno de España se ha invertido mal, de forma injusta y, casi siempre, tarde, en nuestra autonomía. Si hacemos un balance desapasionado y objetivo del nivel de inversión en infraestructuras en la Comunidad Valenciana por parte del Gobierno central, y tenemos en cuenta nuestra población y la aportación que recibimos de la economía nacional, siempre hemos sido maltratados.

Hay que llamar a las cosas por su nombre: hayan gobernado unos u otros, hayamos tenido en el Congreso de los Diputados a partidos que, supuestamente, defiendan, o no, los intereses de nuestra región, siempre hemos estado a la cola de las comunidades autónomas españolas en lo que a la inversión se refiere, y nunca hemos sido una prioridad. Y seguramente ello se debe a nuestro carácter dócil, a que ni a nivel político ni como sociedad civil hemos tenido nunca el peso y fuerza que nos deberían corresponder y, también, a que, en los tiempos que corren, no nos dedicamos a amenazar con nuestra salida de España.

Y no son invenciones ni victimismo, como lo demuestran algunos ejemplos. Así, la A3 fue la última de las grandes autovías de conexión con la capital de España, pese al enorme tráfico tanto de vehículos (turismo y negocios) como de camiones (el Puerto de Valencia tiene en su hinterland a gran parte del centro de España, incluida la Comunidad de Madrid).

Por otra parte, Alicante, Castellón y Valencia fueron de las últimas capitales de provincia en conectarse en alta velocidad con Madrid, pese a su peso demográfico y a ser de las líneas de pasajeros más rentables de toda España.

Y, como tercer ejemplo, aún no tenemos en funcionamiento el Corredor Mediterráneo, con la enorme pérdida de oportunidades que ello está suponiendo para la generación de empleo y la creación de empresas, y el consiguiente menoscabo en nuestra competitividad logística, turística e industrial.

Pues bien, la ampliación del Puerto de Valencia, primero del Mediterráneo, cuarto de Europa y vigésimo del mundo, del que depende el 70% del import-export marítimo de nuestro país, estaba llamada a ser la obra eterna inacabada. Otra vez una infraestructura en la Comunidad Valenciana, un nuevo agravio hacia los ciudadanos de nuestra Comunidad.

Pues bien, como he dicho al principio, parece que ahora, 12 años después, empezamos a ver la luz al final del túnel. Soy poco dado a ver fantasmas donde no los hay, pero cuando uno ve que al principal puerto del Mediterráneo, el de Valencia, se le niega avanzar, mejorar y competir, algo que, por el contrario, sí que se les permite a sus principales competidores, dentro y fuera de España, es inevitable empezar a pensar mal.

Pero confiemos en que el anuncio realizado el pasado 14 de diciembre por el señor Ministro se materialice, porque en caso de que no siguiera adelante la ampliación de la terminal norte, me permito afirmar que el Puerto de Valencia corre el riesgo de perder prácticamente el 50% de su tráfico actual. Los tráficos tienden a agruparse y, si otro puerto ofrece lo que aquí no somos capaces de dar, los inversores se marcharán. Y eso sería catastrófico para el empleo, para los costes logísticos y para la atracción de inversiones, pero, además, podría ser un detonante para la deslocalización de empresas.

No es comprensible que partidos políticos de las Cortes Valencianas boicoteen de forma permanente nuestras infraestructuras. Tampoco entendemos que no se haga un frente común de todos nuestros partidos políticos con representación parlamentaria nacional, para que la ampliación del Puerto sea una realidad, de una vez por todas. Y lo que no entenderíamos, bajo ningún concepto, es que el próximo martes 19 de diciembre no se apruebe definitivamente la ampliación de la terminal norte del Puerto de Valencia, porque es una infraestructura clave para la competitividad empresarial del conjunto de España.

QOSHE - La ampliación norte del Puerto de Valencia, y la Navidad - Federico Félix Real
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La ampliación norte del Puerto de Valencia, y la Navidad

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18.12.2023

Parece increíble, pero es cierto, que los valencianos hayamos tenido que esperar desde 2012 para que se desbloquee la finalización de la terminal norte del Puerto de Valencia. Casi 12 años desde que las obras de abrigo de la ampliación se terminaron, más de una década perdiendo oportunidades y competitividad.

Pero, según anunció el ministro Óscar Puente el pasado jueves en la copa de Navidad organizada por la Autoridad Portuaria de Valencia, será el próximo martes 19, en el Consejo de Ministros, cuando, por fin, se dé luz verde a la que será la ampliación más relevante en términos de inversión, capacidad e intermodalidad de cuantas se han desarrollado en la red de puertos españoles. ¿Obró el espíritu de la Navidad un milagro el pasado jueves?

Hay una correlación directa entre el desarrollo de los países y los territorios, y la inversión en infraestructuras que los mismos acometen. Y la Comunidad Valenciana no es una excepción a dicha realidad. Pero, desgraciadamente, desde el Gobierno de España se ha invertido mal, de forma injusta y, casi siempre, tarde, en nuestra autonomía. Si hacemos un balance desapasionado y objetivo del nivel de inversión en infraestructuras en la........

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