En las primeras cartas marítimas de navegación, la estrella polaris ha sido siempre el referente para poder llegar a puerto y no perderse en las inmensidades de los océanos. Todo navegante estaba instruido en el manejo de esta guía, incluso en situaciones de tinieblas.

Y aun hoy en día, con la aparición de las tecnologías, continúa siendo un importante elemento de referencia. Esta idea se ha aplicado también en el campo jurídico, donde se ha afirmado que el Estado de Derecho ha sido la estrella polar que ha servido de guía a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (R. Spano).

La democracia, y en especial el buen gobierno, tiene también una estrella polar que no puede ser ignorada por los navegantes, pues sin rumbo cierto nunca se llegará a buen puerto. En la democracia moderna tan importante como la capacidad de tejer amplios acuerdos con vocación de facilitar un importante acuerdo social, lo es el no quebrantar principios básicos como la libertad, la igualdad, la solidaridad y la justicia. El principio democrático, y la legitimidad de sus decisiones, tiene límites infranqueables, como son los referidos principios, de los que deriva la prohibición de impunidades e inmunidades del poder (como bien explicara Eduardo García de Enterría) y el respeto al Estado de derecho. Estado de derecho que, en cualquier país moderno, descansa sobre la tripartición y separación de poderes, siendo el poder judicial un pilar esencial. Erosionar el poder judicial, cuestionar su independencia, compromiso y preparación bajo la acusación de casos de ‘lawfare’ resulta, cuando menos, un claro error de navegación que compromete el normal funcionamiento de la democracia. La arquitectura institucional de la democracia se pone en riesgo cuando, con la justificación de alcanzar acuerdos políticos de gobernabilidad (lo que obviamente en una democracia representativa es legítimo), se debilita, de forma consciente o no, a uno de los poderes y donde el principio de igualdad de todos los ciudadanos y de solidaridad (esencia del pacto constitucional, que pretendía y pretende sumar y no dividir) queda en cuestión con un tratamiento jurídico y fiscal diferente y asimétrico que descansa en una mal entendida bilateralidad.

Conviene recordar cómo los Fueros de Sobrarbe, ya en 1552, declararon de forma clara que "en Aragón hubo antes leyes que reyes" y que "Nos (el reino), que valemos tanto como vos (el monarca), os juramos rey". O lo que es lo mismo, que el respeto de las leyes prevalece al interés del rey (ahora gobernante) y que el interés de este nunca puede comprometer el interés superior del pueblo. No se puede gobernar comprometiendo el Derecho.

Es momento de no olvidar la esencia de la democracia (caracterizada por un espíritu de concordia y no de fragmentación en bloques ciudadanos) que se ha plasmado en la Ley y en su aplicación, por igual y sin distinciones, a todos los ciudadanos (artículo 14 de la Constitución). Tiempo para que la navegación política vuelva a fijar el timón, con fuerza y sin distracción, a la estrella polar de la igualdad, la solidaridad y el respeto al Estado de derecho derivado del vigente y actual pacto constitucional. Promoviendo, por supuesto, espacios de acuerdos amplios, con generosidad para saber ceder, pero con firmeza para respetar el principio de justicia y de equidad, cuya defensa corresponde con total independencia y sin indebidas interferencias al poder judicial, como pilar fundamental y garantía esencial, que debe quedar alejado del debate político (regla fundamental, también, en la construcción política de la Unión Europea).

La sociedad civil no puede quedar indiferente a lo que está sucediendo y debe reclamar, como se pretende con estas líneas, una mejor política para recuperar la esencia del pacto constitucional y europeo para que, con el Derecho y desde el Derecho, con respeto a la igualdad, la solidaridad y el necesario control independiente de las decisiones públicas, se pueda avanzar en la construcción social de un modelo inclusivo, equitativo y tolerante donde todos nos identificamos como parte del mismo.

QOSHE - La estrella polar en la democracia - José María Gimeno Feliu
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

La estrella polar en la democracia

2 0
14.11.2023

En las primeras cartas marítimas de navegación, la estrella polaris ha sido siempre el referente para poder llegar a puerto y no perderse en las inmensidades de los océanos. Todo navegante estaba instruido en el manejo de esta guía, incluso en situaciones de tinieblas.

Y aun hoy en día, con la aparición de las tecnologías, continúa siendo un importante elemento de referencia. Esta idea se ha aplicado también en el campo jurídico, donde se ha afirmado que el Estado de Derecho ha sido la estrella polar que ha servido de guía a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (R. Spano).

La democracia, y en especial el buen gobierno, tiene también una estrella polar que no puede ser ignorada por los navegantes, pues sin rumbo cierto nunca se llegará a buen puerto. En la democracia moderna tan importante como la capacidad de tejer amplios acuerdos con vocación de facilitar un importante acuerdo social, lo es el no quebrantar principios básicos como la libertad, la igualdad, la solidaridad y la........

© Heraldo de Aragón


Get it on Google Play