La situación política, tanto a nivel nacional como internacional, sigue generando un importante ruido mediático, con clara tensión en el debate que está creando una innecesaria polarización en la ciudadanía.

Sin embargo, este contexto, con ser sin duda de gran trascendencia en tanto se tensa con excesiva intensidad la costura de los principios constitucionales (en especial el de igualdad y solidaridad), no debe distraer un objetivo principal de cualquier acción de gobierno caracterizada por el diseño de una estrategia para generar inversión y avanzar en las políticas públicas. Y ahora, para Aragón, se abre una importante ventana de oportunidad para captar inversiones productivas vinculadas a nuevos sectores tan relevantes como el tecnológico o la salud, que se complementan con los sectores ya consolidados.

Las ventajas de Aragón como inversión resultan de varias características. Una primera, muy evidente, de geopolítica nacional, en tanto las ‘reivindicaciones’ de Cataluña o el País Vasco generan en posibles inversores profesionales no pequeñas dudas, que hacen de Aragón una opción atractiva, reforzada por su fuerte capacidad logística. Una segunda característica viene vinculada a la capacidad energética derivada de las fuentes renovables, que garantizan a empresas inversoras seguridad de abastecimiento. La tercera, y quizá principal, es el talante de los distintos actores políticos y económicos de Aragón, donde el pacto y una visión global forma parte del ADN de nuestra cultura política desde hace años y diferentes gobiernos, lo que es una clara fortaleza en tiempos de incertidumbres.

Para impulsar el proyecto de Aragón como inversión se requiere, además de convicción política, un marco regulatorio claro, que aporte seguridad jurídica a las inversiones. Para ello conviene modernizar nuestra arquitectura jurídica, para incorporar la mayor simplificación normativa y de gestión administrativa, y donde el elemento determinante debe ser el valor final del proyecto (y sus resultados) frente a una arcaica burocracia formal basada en la desconfianza. Cambio regulatorio para impulsar una nueva cultura de innovación en la gestión, que atraiga talento y promueva inversiones productivas para consolidar un modelo económico y empresarial anclado en los principios de sostenibilidad social y ambiental y mejor gobernanza.

Un liderazgo institucional público, con capacidad de anticipación y proactivo, además de la mejora de la regulación, aconseja la mejor transparencia en las decisiones públicas y, en consecuencia, la reducción a su mínima expresión de los espacios de opacidad o inmunidad, incompatibles con las exigencias de ética y ejemplaridad de nuestros tiempos. Para ello un modelo de control de resultados, concomitante, independiente y con ‘auctoritas’, puede aportar más valor y facilitar la opción de inversiones (aquí la institución del Justicia podría jugar un destacado papel). El rol de una moderna gobernanza pública mediante las diversas fórmulas de colaboración público-privada debe servir como impulso para garantizar el equilibrio entre lo público y lo privado y preservar, por supuesto, los principios de seguridad jurídica y de confianza legítima en inversiones de larga duración, que no son contrarios, sino complementarios, con los de control de la prestación y de adecuada regulación de unos servicios públicos ‘circulares’ que integren lo social, lo ambiental y la equidad como señas de identidad del modelo económico para conseguir un adecuado reequilibrio de riqueza y de derechos y deberes, para avanzar en una sociedad realmente inclusiva.

En conclusión, Aragón tiene la oportunidad para liderar un cambio para favorecer la inversión, desplazando la cultura del gasto y del precio más bajo por la del valor y la de la de inversión en la toma de la decisión pública. Una nueva cultura que elimine la desconfianza y que permita impulsar el triple ‘win’ entre las instituciones públicas, las empresas en tanto proveedoras de soluciones y el ciudadano al que se dirige toda acción de gobierno para poder consolidar el mejor estándar de calidad de prestación de los servicios públicos.

En definitiva, Aragón como inversión es una oportunidad para, con anticipación, cooperación y colaboración, simplificación y agilidad como nuevos referentes, consolidar los desafíos de una eficaz política que articule de forma armónica los denominados círculos de excelencia: excelencia de servicios (pensar primero en las personas), excelencia de procesos (hacer lo que toca sin burocracia indebida) y excelencia técnica (tener talento y conocimiento). En esto consiste el verdadero arte de la Política.

QOSHE - Aragón como inversión - José María Gimeno Feliu
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Aragón como inversión

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19.12.2023

La situación política, tanto a nivel nacional como internacional, sigue generando un importante ruido mediático, con clara tensión en el debate que está creando una innecesaria polarización en la ciudadanía.

Sin embargo, este contexto, con ser sin duda de gran trascendencia en tanto se tensa con excesiva intensidad la costura de los principios constitucionales (en especial el de igualdad y solidaridad), no debe distraer un objetivo principal de cualquier acción de gobierno caracterizada por el diseño de una estrategia para generar inversión y avanzar en las políticas públicas. Y ahora, para Aragón, se abre una importante ventana de oportunidad para captar inversiones productivas vinculadas a nuevos sectores tan relevantes como el tecnológico o la salud, que se complementan con los sectores ya consolidados.

Las ventajas de Aragón como inversión resultan de varias características. Una primera, muy evidente, de geopolítica nacional, en tanto las ‘reivindicaciones’ de Cataluña o el País Vasco generan en posibles inversores profesionales no pequeñas dudas, que hacen de Aragón una opción atractiva, reforzada por su fuerte capacidad logística. Una........

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