Muy en resumidas cuentas y para abreviar, veo dos pulsiones básicas, ambas suicidas, en las encuestas y vaticinios que se adelantan a las europeas del próximo domingo: el merecido castigo al felón, por una parte, y la legítima pero embaucadora conveniencia de preservar la paguita. Y en mi diario trasiego de unos a otros países europeos, lamentablemente, percibo en ellos la misma cortedad de miras, que impide ver más allá de las propias narices nacionales. Si votamos así, votaremos mal. Porque lo que se está decidiendo se sitúa muy por encima de la capa freática en la que quedó atrapada hace tiempo la política, ese fango que copa en toda su magnitud la capacidad discursiva del presidente del gobierno y sus adeptos. En la superficie, allí donde todavía se respira oxígeno, está teniendo lugar toda una serie de acontecimientos de deberíamos tener en cuenta a la hora de acudir a las urnas.

Muy en resumidas cuentas y para abreviar, hace más de dos años que soportamos una guerra en territorio europeo. Una potencia totalitaria y expansiva quiere hacerse por la fuerza con el granero del mundo y, al contrario de lo que ocurrió con Crimea, la Unión Europea no puede permitirse esta vez pasarlo por alto. Así que los gobiernos europeos han enviado ya a Ucrania todas sus viejas armas de los tiempos de la Guerra Fría y han iniciado un vertiginoso proceso de rearme de sus propios ejércitos con pertrechos de última generación, desde drones autónomos hasta nuevos misiles de largo alcance. Macron está incluso empeñado en hacer del arsenal nuclear francés el elemento básico de la «fuerza de disuasión« europea y países de indiscutible tradición pacifista, como Suecia y Finlandia, no solamente se han apresurado a firmar con la OTAN, sino que además promueven y financian que Ucrania ataque territorios rusos. Alemania, que había hecho del antimilitarismo una cuestión de identidad, ha extendido un cheque de 100.000 millones de euros a su ministro de Defensa para compras de armamento, mientras debate la forma de reintroducir el servicio militar obligatorio. La Europa resultante de este proceso será muy diferente a las que hemos votado en anteriores elecciones: lo que estamos decidiendo este domingo es en manos de quién dejamos este inmenso arsenal.

Muy en resumidas cuentas y para abreviar, la UE se creó precisamente para dar respuesta a la posibilidad de una nueva guerra en Europa y ha sido una de las mejores cosas que se han hecho en esta parte del mundo a lo largo de la historia. Europa no es el catálogo de inseguridades sexuales en que se ha convertido Eurovisión, ni el cementerio de elefantes en el que los partidos han convertido sus instituciones, ni un nuevo y más elevado nivel de burocracia que hubiese adelantado una década, calculo, la prematura muerte de Kafka. Europa es la respuesta humanista, liberal y, sí, todavía coja, a los dos mayores males de su existencia: la violencia y el totalitarismo. Hasta ahora, nos apoyábamos en la muleta de la defensa estadounidense, convencidos de que era mejor no dejar las armas en manos de nuestros propios políticos. Pero si Trump llega de nuevo a la Casa Blanca en noviembre, podemos darnos por desamparados y no habrá tratados que valgan. Hungría, a modo de avanzadilla, ya está legislando su evasión de la mutua defensa atlántica. Por eso, muy en resumidas cuentas y para abreviar, el domingo estaremos decidiendo a quién otorgamos, llegado el momento, el poder de apretar el gatillo. Nada más lejos de mi intención que decirle a nadie lo que tiene que votar, pero, por la cuenta que nos tiene a todos, sí sugiero que se tenga en cuenta esta dimensión del voto. La política es mucho más que ganar elecciones; es construir un futuro mejor«, dijo Konrad Adenauer, uno de los padres fundadores de la Unión Europea, que apuntó también que «el liderazgo no consiste en ser más fuerte, sino en ser más valiente«.

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QOSHE - Europeas - Rosalía Sánchez
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Europeas

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03.06.2024

Muy en resumidas cuentas y para abreviar, veo dos pulsiones básicas, ambas suicidas, en las encuestas y vaticinios que se adelantan a las europeas del próximo domingo: el merecido castigo al felón, por una parte, y la legítima pero embaucadora conveniencia de preservar la paguita. Y en mi diario trasiego de unos a otros países europeos, lamentablemente, percibo en ellos la misma cortedad de miras, que impide ver más allá de las propias narices nacionales. Si votamos así, votaremos mal. Porque lo que se está decidiendo se sitúa muy por encima de la capa freática en la que quedó atrapada hace tiempo la política, ese fango que copa en toda su magnitud la capacidad discursiva del presidente del gobierno y sus adeptos. En la superficie, allí donde todavía se respira oxígeno, está teniendo lugar toda una serie de acontecimientos de deberíamos tener en cuenta a la hora de acudir a las urnas.

Muy en resumidas cuentas y para abreviar, hace más de dos años que soportamos una........

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